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domingo, 20 de noviembre de 2011

VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN

20-N. Hoy hace 36 años de la muerte del dictador Francisco Franco
Aparentemente la Transición y la democracia han hecho cambiar las cosas en España. Pero no. La esencia ideológica del Partido Popular delata su arraigo en el franquismo que se proyecta en el tiempo. “No es el fascismo, sino el franquismo sociológico que queda en el país”. Así se expresa José María Pedreño, presidente del Foro Estatal de la Memoria. La ideología del PP se camufla en los artículos de la Constitución pero aún no ha defendido ni una sola ley que haya desarrollado derechos contenidos en nuestra Carta Magna. Sin embargo aún o ha reconocido la legalidad de la República, que defiende los mismos valores republicanos, con excepción de la jefatura del Estado. Tampoco ha condenado el golpe de estado que la derribó y mucho menos la Guerra Civil que provocó. La prueba de que estas condenas nunca se darán está muy clara. El Partido Popular es el heredero del franquismo. Se integraron en la dictadura siendo cómplices de sus crímenes. La Iglesia, parte del Ejército, los caciques, el capital, Falange Española y los monárquicos, entre ellos Don Juan padre del Rey. Fueron quienes derrocaron la República, planificaron el exterminio, provocaron el enfrentamiento fratricida, y gestionaron la vida de los españoles como botín de guerra, implantando un régimen de terror. La dictadura obtuvo el beneplácito de la Iglesia e implantó el nacionalcatolicismo, así como Falange Española, dio a luz el nacionalsindicalismo. Hoy trascurre en España un día, aparentemente normal, pero las votaciones para elegir la X legislatura, están presididas por el fantasma franquista de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Los seguidores del PP no eligen una alternativa de política económica, votan la supervivencia del franquismo enmascarado de demócrata. Son los espantajos de Franco, Fraga, Aznar, Rajoy, Cospedal, Aguirre, Mayor Oreja… Integrantes del franquismo puro y duro, neto y nato.
HEMEROTECA DEL 20-N


 Público.es


Las asociaciones reclaman que el lugar deje de ser un "parque temático" del "fascismo internacional".
CAROLINA MARTÍN Madrid 19/11/2011


 Foto: ÁNGEL NAVARRETE

Al grito de "¡Viva la República!" y bajo una intensa lluvia, más de un centenar de representantes de asociaciones de víctimas del franquismo se concentraron ayer frente al Valle de los Caídos un día antes del 36º aniversario de la muerte Francisco Franco. Este lugar "se ha convertido en un centro de atracción del fascismo internacional" están enterrados el dictador y el fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, denunció el presidente del Foro Estatal de la Memoria, José María Pedreño, que espera verlo convertido pronto en un "memorial democrático".
Coincidiendo con la jornada de reflexión electoral y con un cambio de Gobierno en ciernes, las asociaciones por la memoria congregadas plantearon sus exigencias al nuevo Ejecutivo que salga de las urnas el 20-N para alcanzar una "solución justa" al mausoleo de granito.
Los familiares piden la "desacralización de la basílica" y que se desmantele la cruz
Así, durante la lectura del manifiesto, demandaron a los próximos mandatarios la "desacralización de la basílica, el traslado de la orden religiosa que custodia el Valle y el desmantelamiento de la gran cruz". La niebla que cubría la sierra madrileña impedía verla. También, la distancia con la concentración, situada en la misma carretera y a varios metros de la puerta que da acceso al Valle de Cuelgamuros.
Para los familiares de las víctimas que se dieron cita allí, "el monumento es un símbolo de la bochornosa complicidad de la Iglesia con la dictadura franquista y su pervivencia no hace sino perpetuar el recuerdo de esa herencia". Por otro lado, también reclamaron al próximo Gobierno que realicen la exhumación del dictador y del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, para que sean entregados a sus familias "inmediatamente".
Que el PP haga como Merkel
El Foro por la Memoria exige al PP que siga el ejemplo de Angela Merkel
Ante la previsible victoria del PP en las elecciones generales, Pedreño sostuvo que celebraría que los conservadores les dieran "la sorpresa de comportarse como sus socios europeos". En concreto, como la cancillería de Angela Merkel, que autorizó la demolición de la tumba del lugarteniente de Adolf Hitler, Rudolf Hess, y la incineración de sus restos.
Posteriormente, estos fueron arrojados al Báltico para "impedir que el enterramiento se convirtiera en un lugar de memoria y peregrinación neonazi", destacaron en el manifiesto. En este sentido, recordaron que el Valle de los Caídos es el único de los monumentos construidos como símbolo por los regímenes fascistas que sobrevive.
"Nosotros somos más humanitarios", matizó Pedreño al recordar que su petición implica entregar los restos a la familia. No obstante, el presidente de los foros duda de los cambios que traerá un Gobierno del PP. "Ya sabemos de qué pie cojea. Cuando se condenó el régimen franquista en el Parlamento Europeo, lo condenaron todas las fuerzas, salvo la ultraderecha polaca y el PP", recuerda Pedreño, que también apunta a las actuaciones contrarias de algunos ayuntamientos tras el 22-M, al "quitar calles a poetas para ponérselas a Primo de Rivera".
"El monumento es un símbolo de la complicidad de la Iglesia", afirman
Los familiares de las víctimas también reclamaron que se investigue "el número y el origen de los miles de personas allí sepultados" y que la Comunidad de Madrid retire el Valle de los Caídos como una de las paradas turísticas de "la ruta imperial" por la capital. Las organizaciones cuyos miembros llegaron de Málaga, Salamanca, Madrid, Segovia y Granada, entre otras ciudades exigieron "coherencia democrática y valor para poner fin de una vez a este gigantesco homenaje a la dictadura".
La jornada estaba deslucida por el mal tiempo, pero los asistentes no cejaron de ponerle buena cara coreando consignas contra el mausoleo como "Madrid será la tumba del fascismo", "Arriba, arriba, con la goma-2, que en el Valle se prepara, pim pam pum, la demolición" o "Benedictinos, guardianes y asesinos". Pero también se oyeron proclamas contra la monarquía. Además del rey, este año ha sido objeto de críticas su yerno.
Tareas pendientes
Durante la hora concedida por la delegación del Gobierno para concentrarse a las puertas del Valle, también se reivindicó el valor de la memoria. "El derecho a recordar no figura entre los derechos humanos consagrados por la ONU como dice Eduardo Galeano, pero hoy es más que nunca necesario reivindicarlo y ponerlo en práctica para evitar que se repita el pasado", subrayaron. Ese en el que la dictadura cometió muchos crímenes y cuyas víctimas no han recibido homenaje.
Un año más, Purificación Gallardo hizo su pequeño homenaje a su abuelo fusilado en 1940, cuyos restos no han recuperado de una fosa común, subiendo hasta el Valle de Cuelgamuros. Su deseo es conciso: "Verdad, justicia y reparación". Tres conceptos que no se han logrado en estos años. Gallardo se mostró "dolida" con el PSOE porque "tendría que haber hecho mucho más por la memoria histórica". En esta línea, Pedreño insiste en que el Gobierno de Zapatero "pasó de puntillas" por el problema, que "no es el fascismo, sino el franquismo sociológico que queda en el país".




La novela de Alcalá sobre las elecciones de 1979 se publica por fin en español
PAULA CORROTO MADRID 20/11/2011



Dos señoras votan en Tenerife durante la jornada electoral de 1979 – EFE

Marzo de 1979. Se celebran las primeras elecciones generales en España tras la aprobación de la Constitución en 1978. La Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez consigue 168 escaños, el PSOE de Felipe González, 121, y el PCE de Santiago Carrillo, 23. La cuarta fuerza política es Alianza Popular de Manuel Fraga, que se presenta bajo el nombre de Coalición Democrática y logra diez escaños. También es la primera vez que un partido de extrema derecha como Unión Nacional consigue un diputado: Blas Piñar. Este es el resultado de la Transición, del famoso café para todos y de la salida a trancas y barrancas de una década en la que aún quedaban flecos del franquismo.
Fábula, la novela de Xavier Alcalá (1947), publicada por primera vez en 1980 en gallego y que consiguió el Premio Nacional de la Crítica, refleja el ambiente electoral de marzo de 1979 en una ciudad costera de Galicia y un país, en el que, como dice uno de los personajes, "la democracia era imposible porque sus habitantes eran unos bárbaros, católicos, fetichistas, sanguinarios". Más de 30 años después, seis ediciones y 45.000 ejemplares vendidos, el libro acaba de ver su versión en castellano la traducción es de Carmen Pereiro publicada por Pulp Books. Y, para el autor, el momento no puede ser mejor, ya que, como señala a Público, ahora, a escasas horas de las undécimas elecciones generales, "estamos viviendo lo mismo". "Marianito es lo mismo que la UCD de aquella época: tíos que habían estado colaborando con el franquismo, que no eran muy brutos, que se disfrazaron de demócratas y armaron la Transición en falso que vivimos", añade.
"Estamos viviendo lo mismo. El PP es esa UCD que se disfrazó de demócrata"
Gallegos de centro
La analogía entre aquellos comicios y los de hoy contemplada en esta fábula se refleja incluso en sus personajes: la vieja sardinocracia y los obreros que se nutren del nacionalismo se disputan los votos para entrar en el parlamento. Darío Quintán es el viejo cacique, vencedor de la Guerra Civil, casado con una mujer de misa de ocho, rodeado de rosarios y curas y con algún secreto que guardar del conflicto sangriento. César Regueira es su antagonista: operario, emparejado con Celia, a la que llama compañera, defensor de la colectividad y del bando de los perdedores.
"En la realidad, entonces teníamos a Gerardo Hardinguey, de la UCD, y ahora tenemos a otro gallego. El paralelismo es total porque en la UCD había demócratas, pero también tipos muy peligrosos. Como en el PP. Y ahora sobre la mesa están los mismos problemas que en 1979: hay un silencio preocupante acerca de cuál es el modelo de España que queremos. Rajoy se va a negar a hablar gallego por principios. Es increíble, pero hasta Fraga tenía un pensamiento galleguista que no tiene hoy la derecha españoleira, como la llamamos nosotros. Y luego está el silencio sobre la monarquía", apunta Alcalá.
El libro abrió el camino de la memoria histórica al reflejar las tensiones de la guerra
La historia de la novela se apoya en un acontecimiento acaecido en la Guerra Civil. Xavier Alcalá, que en 1979 tenía 32 años, la escribió a partir de un suceso real que le contó "un señor mayor". "Pero debía esperar a que él se muriera. Por suerte, vio morir a Franco. Por otro lado, en ese tiempo yo viajaba mucho a Múnich por trabajo y me parecía que el nazismo aún estaba vivo en Alemania", resume.
Desmemoria permanente
Fábula se adentra así en el terreno de la memoria histórica con las mismas tensiones que hoy siguen latentes: en 1936 un convento es incendiado y dos intelectuales de izquierdas, probablemente homosexuales, son asesinados. Una banda de matones adherida a los principios de Franco tiene todas las papeletas para ser la mano ejecutora. Junto a ellos estaba entonces el cacique Quintán, apenas un veinteañero. Años después de los homicidios, la hija del cacique es secuestrada. Nadie sabe quién es el culpable. Hay venganza: "Para que sepas en carne propia lo que es perder a un ser querido", dice una nota. Eso sí, la derecha no quiere remover nada. Es volver al pasado, dicen.
"El problema persiste porque hay miedo a aceptar nuestro pasado fascista"
"La novela abrió entonces este camino de la memoria histórica. En 2011 continuamos con este problema porque el horror es muy grande. Los curas no quieren mostrar las fotografías en las que salen con el yugo y la flecha y levantando el brazo. En España hay miedo a aceptar nuestro pasado fascista. Zapatero sí ha hablado mucho de su abuelo fusilado, pero ¿por qué Rajoy no habla de su abuelo galleguista redactor del Estatuto de Autonomía de Galicia? Se trata de saber el horror del que escapamos para que nunca más haya horror y se reivindique la dignidad de las personas que fueron injustamente vituperadas", reconoce Alcalá.
Fábula también es una historia sobre el periodismo de finales de los setenta. El escritor trabajaba entonces en El Ideal Gallego y conocía bien esa prensa que se llenaba de jóvenes dispuestos a levantar de sus tronos a los dinosaurios del franquismo. En la novela, el reportero Gabriel Santamariña comienza a desvelar los trapos sucios del cacique Quintán. Uno de sus artículos es censurado y la revista para la que trabaja, secuestrada. Para Alcalá, no obstante, esta situación hoy es raro que se repita. "Una información de este calibre sólo se puede publicar en la web. En estos momentos, veo demasiado medio de comunicación evitando tratar de sacarle los hilillos al señor de los hilillos [Mariano Rajoy], porque sabe que se puede quedar sin publicidad cuando gane. La situación de los medios está muy fea", sostiene el autor gallego.
La novela termina con el resultado de las elecciones legislativas. El escritor se mantuvo fiel a la Historia. Ganan "los de siempre", como reza la pancarta de los obreros que se manifiestan ante la derecha caciquil y vencedora, que no tiene otro argumento con que responderles que llamándoles rencorosos. "Si se pierde en el 79, es porque ese César, jefe de obreros y nacionalista, se va a la mierda. Él anima, pero la tropa no lo sigue. Y, sin embargo, Don Darío, la sardinocracia, que siempre fue franquista, acude a votar en masa", sostiene Alcalá, para quien el problema de la izquierda es que se sigue criticando entre sí. "Y esto es algo que dice un personaje de la novela ya en el 36: para ganar, hay que poner un poco de fuerza y no vale sólo el razonamiento. No matando, claro, pero hay que ser recio, y si metes al enemigo en la cancha, es para batirte con él. Pero la izquierda en España no lo hace", añade.
Treinta años después de aquellos comicios generales de 1979, no estamos en una situación "tan cutre y miserable", según Alcalá, pero el posicionamiento de las fuerzas políticas se mantiene sin mayores cambios. "La fuerza que va a triunfar engloba a gente con pensamiento demócrata, pero también fascista y centralista; una fuerza de izquierda que es pactista, como el PSOE, y unos nacionalistas que son unos idealistas. Es lo mismo que entonces", insiste. Eso sí, quizá con una diferencia: en tres décadas, el virus de la corrupción se ha inoculado por todas partes. En la novela, de César, el obrero, nadie piensa que pueda aprovecharse al entraren política. Aún quedaba esa ingenuidad. "En 1979, no había nadie de izquierdas que estuviera haciendo negocio. Pero años de democracia han hecho que a gente de izquierdas también se le vea el plumero. Ahora, el apasionamiento político se divide en dos partes: los que siguen queriendo dar idea y los que están intentado quitarse de encima las malas compañías que conducen a la duda", remata Xavier Alcalá.

El profesor Escudero reúne en un libro los conceptos imprescindibles de la memoria
DIEGO BARCALA MADRID 20/11/2011



Exhumación de una fosa común el pasado julio en Gumiel de Izán (Burgos). Mónica Patxot

El Diccionario de la Real Academia de Historia presentado el pasado mayo sólo contribuyó a generar una gran polémica por expandir la sombra sobre las biografías más polémicas de la España del siglo XX por un precio al erario de 6,4 millones de euros. El Diccionario de la Memoria Histórica. Conceptos contra el olvido(editorial Catarata), coordinado por el profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid Rafael Escudero Alday, pretende fijar los conceptos básicos generados por la memoria histórica. Su precio: 14 euros.
"Es el fenómeno político más relevante acaecido en España en los últimos tiempos", define Escudero en el prólogo. "Hay conceptos de los que hablamos hoy que hace diez años eran desconocidos para todos. Argumentos sobre la Transición y la democracia que están en la voz de la gente", describe el coordinador del manual. Escudero es consciente de que muchos de los temas explicados han sido analizados por la historiografía, pero advierte: "La Historia, muchas veces, no ha pasado de las bibliotecas a la calle".
Martín Pallín: "La amnesia puede llevar a la pérdida de la dignidad"
El libro trata de definir conceptos como represión, nacionalcatolicismo, transición, amnistía, impunidad, exhumaciones, desapariciones o símbolos, a través de artículos de expertos en Historia, Derecho, Sociología o Política como el juez de la Audiencia Nacional Ramón Sáez Valcárcel, el historiador Francisco Espinosa o el médico forense Francisco Etxeberria.
Fosas como instrumentos
"Las fosas comunes de los derrotados han pasado de ser vertederos políticos, emocionales o simbólicos, artefactos progresivamente averiados de la maquinaria del terror franquista, a convertirse en lugares de memoria de una gran complejidad y visibilidad, en inquietantes instrumentos de movilización del debate público", explica en el capítulo de Lugares de la memoria el antropólogo del CSIC Francisco Ferrándiz.
"La Historia, a veces, no ha llegado a la calle", dice el autor del manual
El movimiento memorialista, que gran parte de la sociedad vincula al debate de la Ley de la Memoria Histórica aprobada en 2007 o a la apertura de la primera fosa de la represión franquista mediante métodos científicos en 2000, se remonta a la inmediata muerte de Francisco Franco, según el periodista Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. "La Unión de Excombatientes y la Asociación de Expresos y Represaliados, inscritos en el Registro Nacional de Asociaciones el 5 de diciembre de 1978 y el 1 de septiembre de 1979, respectivamente, son grupos que reivindican derechos propios y mantienen el recuerdo de su lucha contra la dictadura", describe.
Pero es el caso del juez Baltasar Garzón el que lleva a la calle "debates que hemos traído de la Justicia argentina, como la amnistía, justicia transicional o desaparición forzada", explica Escudero. "Los alumnos que vienen a mi clase de Transición y Memoria Histórica han pasado antes por Derecho Constitucional. Y ahora vienen preguntando por la ley de amnis-tía", ejemplifica el autor.
"Amnistía procede etimológicamente de la palabra griega amnesia, que significa olvido", escribe el juez emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín, que es el autor del libro que más ajusta su contribución al formato enciclopédico. "La amnesia es una enfermedad que les puede llevar a la pérdida de la memoria y, lo que es peor, de la dignidad", concluye el magistrado jubilado.



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