El origen divino de la
institución monárquica adaptada a los tiempos modernos, el rey reina pero no gobierna. Los reinos actuales están cimentados
sobre monarquías parlamentarias, donde la figura del soberano es
representativa. En el caso de España, también en algunas otras monarquías, la
figura del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad, según el
artículo 56 de la Constitución.
En el apartado 3 del
mencionado artículo 56, establece que sus
actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64,
careciendo de validez sin dicho refrendo. No obstante el artículo 65 establece la dotación económica para la
Familia y la Casa, así como la libertad del monarca para el libre nombramiento
de los sirvientes militare y civiles; permitiendo una opacidad en la partida
destinada a la Corona, dentro de los presupuestos del Estado. Por otra parte el
mencionado artículo 64 estable que: De
los actos del Rey serán responsables las personas que lo refrenden.
Está meridianamente claro
que cuando la Constitución habla de los actos del Rey y de la ausencia de
responsabilidad, está refiriéndose a los actos como Rey de España. Pero ¿y los
actos de índole privado ajenos a la Corona como institución? Para el ciudadano
lego en leyes tiene difícil comprensión. Pongamos dos ejemplos: En los años
setenta y ochenta circuló un rumor en la Villa y Corte de Madrid, que Juan
Carlos I, usaba y abusaba de su afición en montar en moto. ¿Habría contraído
alguna responsabilidad a la hora de infracción de tráfico, accidente con daños
materiales o personales?
Más recientemente, ha
saltado a la actualidad la herencia de Don Juan repartida a sus hijos Juan
Carlos y sus hermanas las infantas Pilar y x . En el caso de que fuera verdad
que esta herencia haya gozado de los privilegios de los paraísos fiscales, ¿La
persona del Rey sería responsables de estos delitos contra la Hacienda Pública,
aunque hubieran prescritos?
Estos interrogantes que no
son nimios, deben de ser resueltos por la Constitución, y si la Carta Magna no
diera respuesta con arreglo a la igualdad de todos los españoles que preconiza
en su artículo 14, habría que modificarla.
Quizás éste sea el precio
que hay que pagar por mantener un anacronismo, como resulta ser mantener un
Jefe de Estado, cuyo poder le viene de Dios. Como el hacedor de reyes Franco, que fue Caudillo de España por la
Gracia de Dios, como aún reza en la numismática de la época.
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