Por Pedro Taracena Gil
La comparecencia de Pablo
Iglesias y de su equipo ante la prensa, después de su entrevista con el Jefe
del Estado, ha descolocado a propios y ajenos. Los primeros los medios de comunicación
acostumbrados a la tediosa rutina de los modos y costumbres de la Transición;
mendigando las migajas que iban dejando las intrigas palaciegas y las
negociaciones realizadas en siniestros despachos. Mientras esto sucedía Pedro Sánchez
se entrevistaba con el Rey y éste le informaba de primera mano de las ideas
propuestas por su predecesor en la ronda de consultas reales. Cuando el candidato
socialista comparece ante los medios, la información que posee de boca del propio
monarca es tan contundente, que lejos de descalificar la propuesta de Podemos,
acepta entrar en conversaciones con su propio líder. La reacción de los barones del PSOE, ha sido tan rápida y
desfasada como esperada. ¿Qué otra reacción podrían tener con el lastre que
llevan consigo?
La rueda de prensa de Podemos
ha supuesto un órdago al sistema, un reto a la clase política, un jaque al PSOE
y un jaque mate al PP. Y sobre todo un saber estar a la altura de las circunstancias
con el mismísimo Rey de España. El pueblo harto de tanto ocultismo ha conocido
de primera mano la proposición de la nueva formación emanada del 15-M, formulada
al Rey sin intermediarios. Lo más importante es que la ciudadanía ha sabido en
directo aquello de lo que momentos antes era cocedor Felipe VI.
Como cabía esperar los partidos
de la Transición arrogándose la propiedad de los valores democráticos y
constitucionales, han arremetido contra la forma y el fondo de la oferta de
diálogo del candidato Pablo Iglesias, que a su vez es tan legítimo como los que
se sienten funcionarios profesionales de la política de toda la vida. Aunque
persistan en sus descalificaciones el camino trazado por los intérpretes del Movimiento
15-M, es irreversible. Por primera vez
en la Historia de España va a tener lugar un gobierno que aglutine las opciones
de izquierda, huyendo de la falacia del centrismo o centralidad, y también
acogerá la sensibilidad multinacional y sobre el derecho a decidir. Pedro
Sánchez ya lo ha denominado progresista
y reformista. Utilizando la palabra
progresista en lugar de mencionar la izquierda sin apellidos y la palabra
reformista, el líder socialista con estos dos vocablos evita espantar a los
conservadores de los sagrados valores de la Transición. El próximo Gobierno de
España será el intérprete de todas las sensibilidades del Parlamento Español. El
desarrollo de la XI Legislatura ejercerá sobre la clase política y los medios de
comunicación una pedagogía que les haga acercarse al pueblo. El tándem
Sánchez-Iglesias es un valor al alza a la altura del siglo XXI.
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