Por Pedro Taracena
Gil, Periodista y fotógrafo
05/21/16
Me permito hacer uso de
mi derecho a la libertad de expresión para hacer una crítica, no sé si
destructiva o constructiva, eso dependerá del talante de quien lo lea y del
grado de corporativismo que mantenga la sexta para aceptar la crítica externa y
la autocrítica. Los Medios de Comunicación de España no se han caracterizado
demasiado por practicar las virtudes básicas del periodismo. De este pecado no
se libran los grupos privados y mucho menos los medios de titularidad pública.
Por qué me dirijo a La Sexta, precisamente. Pues porque es la única que da
muestras de desprenderse de los vicios de la La Casta, aunque no termine de
marcar una línea independiente que la aleje de los demás.
Cuando Franco se hace
con la victoria en 1939 e implanta la dictadura, los medios de comunicación,
públicos y privados, secuestran la información e implantan la mentira. Hasta
1978 en España se vive de la mentira, en la mentira y divulgando la mentira… La
Transición dura de 1975 a 1978, dilatarla más tiempo es perverso y tendencioso.
De 1978 la Constitución tutelada por el franquismo, nos devuelve el Estado de
Derecho quebrado por el golpe de estado que derrocó la República, la cual
gozaba de legitimidad nacional e internacional. Poner en duda estos hechos
históricos solamente obedece a la mala voluntad y al perverso hecho de haber
dejado impune el genocidio provocado por la dictadura.
Desde la entrada en
vigor de la Constitución hasta la llegada del Movimiento 15.M, España ha sido
modelo de libertad, democracia y desarrollo. Hemos sido capaces de implantar el
Estado del Bienestar: Educación, Sanidad y derechos sociales públicos y
universales; logrando un nivel económico que nos ha situado entre los países
más avanzados de la Unión Europea. Hasta la llegada de la crisis de 2007/2008,
España era el Jardín del Edén. Nos han gobernado mediante un bipartidismo, que
resultaba un matrimonio bien avenido con alianzas puntuales y escarceos extramatrimoniales,
pero de buen rollito…
Es preciso hacer un
paréntesis para recordar que hemos sufrido un terrorismo de ETA execrable y
también, el abyecto terrorismo de Estado; completando el triángulo perverso con
el terrorismo islámico que provocó la matanza del 11-M. Las verdaderas víctimas
de estos criminales hechos han sido las personas sin discriminación. No
obstante, los políticos sin distinción de color, se han refugiado en las
instituciones y han politizado el terrorismo como arma arrojadiza para sacar
réditos políticos. La prensa ha colaborado en la confusión; liderando intrigas
palaciegas y conspiraciones de toda índole. La corrupción generalizada ha
podrido el sistema y las instituciones ya no son creíbles.
Durante este periodo de
la modélica Transición, los Medios de Comunicación han vivido un acomodado
régimen donde todo eran apariencias. Apariencia de independencia informativa,
sin aclarar de qué eran independientes o de quienes no recibían presiones. En
este periodo se han llevado a cabo auténticos maridajes entre la prensa y el
poder. Entre el capital y los partidos, entre la Iglesia y el Estado, entre los
obispos y los medios. Ha habido parejas muy mal avenidas entre el director de
un periódico y el presidente del Gobierno de turno, mientras otras parejas
formadas por similares personajes han sido auténticos idilios, hasta el extremo
he escribir un libro a la limón.
La prensa escrita, sobre
todo, tiene sus correspondientes tendencias políticas manifiestas y nada
disimuladas. De esta homologación no se libra la Iglesia con sus propios medios
homologados, como no podía ser de otro modo, con el anticristo. Con Este
término me refiero como lo contario a la teología cristiana, muy asumida por la
Iglesia cómplice de los crímenes del franquismo. La prensa es subvencionada de
una forma u otra para ejercer la propaganda de su ideología, de naturaleza
contraría a los intereses del pueblo. De todos ellos Público sucumbió a los
avatares de la financiación. Sin embargo, los bancos condonan la deuda de los
partidos para recibir prebendas de diversa índole. Sin olvidar la perversión
institucionalizada de las llamadas puertas giratorias.
Han proliferado nuevos
canales de televisión. Los de titularidad pública son lacayos de sus amos,
derrochando dinero público sin disimulo. Los privados son polea de transmisión
del partido afín. Hay canales especializados sin paragón en la telebasura,
donde el humanismo queda postergado a la cota de audiencia. Donde el ser humano
recibe un tarto indigno en un país civilizado. Los telediarios son variaciones
del mismo tema… En estos medios, todos, son secuaces de la clase dominante
durante la Transición, es decir, La Casta. El bipartidismo, la Iglesia, el
Ejército, la Corona, los Caciques, la Patronal y los Bancos. Donde los valores
del periodismo brillan por su ausencia: Periodistas que se comportan como
políticos en el parlamento; arrogándose que aportan a los medios el pensar de
la calle… Y son auténticos impostores del periodismo.
He aquí sus pretendidos
que no conseguidos valores: independencia del poder, información veraz y
puntual. Antes de abrir la boca para hablar, basta saber qué medio les paga
para adivinar con certeza su opinión ya elaborada en el guion establecido. Y
los tertulianos en general son ignorantes y tendenciosos. Se salvan los
especialistas que sí saben de qué hablan y debaten. No obstante, en el capítulo
de los economistas, es evidente que todos son elegidos en la línea de los
Bancos y la patronal homologados con la línea neoliberal de la Troika. Es
evidente que el status que aquí se presenta de ninguna forma representa al
pueblo y mucho menos responde a sus necesidades.
El Movimiento 15-M se
echó materialmente a la calle para denunciar: ¡Que no, que no nos representan!
¡Democracia real, ya! ¡Sí, se puede! ¡Sí, podemos! Todo un programa para
recuperar el poder y la democracia para la gente. En principio se nos
reprochaba que, solamente, ocupando las calles y las plazas no conseguiríamos
nada. Dimos el paso hacia la organización política y sorprendimos en las
elecciones europeas, en las municipales, en las autonómicas y en las generales.
La Casta y sobre todos
los medios de comunicación, no voy a decir que de toda línea política y
condición porque todos sirven al pensamiento único, este movimiento, les ha
cogido con el paso cambiado y aún están con el hipo del susto. Todos sin
excepción se encuentran en un estado de pánico permanente. Solamente saben:
insultar descalificar, calumniar, desprestigiar, ningunear… Pero sigue sin
haber nadie que lleve a los medios, las propuestas que este movimiento ha sido
capaz de llevar al Parlamento. Es verdad que hay algunos francotiradores como:
Gabilondo, Wyoming, Évole, Pepa Bueno, Gonzo y poco más.
Me creo un ciudadano muy
bien informado, he sido devorador de dos y tres periódicos diarios y asiduo
oyente de emisoras de radio que me satisfacían su línea editorial, pero desde
el año 2008, he descubierto la farsa general y busco la noticia directa al
margen de que me la sirvan bajo el tamiz de los dogmas de la Santa Transición.
Y ¿qué tiene que ver
este breve ensayo sobre la falta de objetividad en los medios, con el titular
de mi artículo? Pues, porque La Sexta pretende recuperar una parcela de
libertad, objetividad, independencia, aunque sin autocrítica y conservando el
corporativismo Made in Spain que caracteriza a los medios de comunicación. En
todos sus programas siguen los mismos seudo periodistas y los mismos
tertulianos que estaban al servicio de La Casta. Los platós de televisión están
vacíos del nuevo periodismo para una nueva sociedad. De los acontecimientos que
suceden a nuestro alrededor solamente se quedan con la carroña.
Cada uno de los cuatro
directores que pilotan los cuatro programas estrella: “Al rojo vivo” “Más vale
tarde” “La sexta noche” y “El objetivo”, saben que albergan en sus espacios
auténticos impostores del periodismo. Si los mantienen es porque les
proporcionan carnaza o por imposición de la cadena. Estos personajes no
solamente desmerecen la imagen de la cadena, sino que desprestigian al director
o directora correspondiente. Se les permite montar un espectáculo indigno de
llamarse periodismo. Son incultos, están desinformados, son tendenciosos, muy
mal educados y se les nota que son secuaces y lacayos de La Casta.
Ahora el ciudadano no
necesita de estas tertulias gallinero para estar bien informados. Por Internet
circula todo lo positivo y negativo. Pero el internauta puede contrastar y
además se puede convertir en periodista. Adiós a los titulares manipulados.
Adiós a las exclusivas. Adiós a las primicias. Adiós a los editoriales
incondicionales lacayos del poder. Hoy el pueblo tiene un criterio formado de
la realidad al margen de los voceros, muchos de ellos auténticos boceras en el
burdo término de la palabra.
Es ridículo escuchar a
todos estos impostores del periodismo, insultar y descalificar a los militantes
y votantes de Podemos. Si estos impostores del periodismo conocieran la
estructura que esta organización política posee en Internet, y la mensajería
WhatsApp con la cual se comunican los miles de Círculos, les dejarían sin
habla… Además de los espacios de La Sexta más arriba mencionados, brillan con
luz propia en el universo de la comunicación: El Intermedio, Salvados y la
Sexta Columna.
Pedro Taracena | Eco
Republicano
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