EL SÍNDROME DE
ESTOCOLMO
Ensayo
"El fenómeno es muy curioso,
pero ocurre con más frecuencia de lo que se cree y, aunque no llegue al extremo
del amor romántico, suele registrarse una identificación entre rehén y
secuestrador que se ha dado en llamar Síndrome de Estocolmo".
Yo heredé el Síndrome de Estocolmo
de mi familia en forma de silencio. La II Guerra Mundial terminó en
1945, a punto de que yo cumpliera mi primer año de vida. Mi padre participó
como voluntario en la Guerra Civil provocada por el Golpe de Estado del general
Franco, tuvo que exiliarse en los campos de refugiados del sur de Francia.
Demoró su regreso a España cuando se disiparon relativamente las represalias
que los vencedores pudieran tener contra él. Tres hombres buenos de su
pueblo de La Campiña de Guadalajara, abalaron su regreso. No exento de amenazas
veladas una vez entre sus convecinos. Sin apartarnos de mi familia paterna, uno
de sus hermanos se fue voluntario a la División Azul. Este tío mío fue mi
padrino de bautismo para más señas. El otro hermano de mi padre tuvo que hacer
la mili en el bando vencedor.
En otro lugar de España, en
Andalucía, el abuelo de mi mujer maestro de escuela, socialista y alcalde
republicano de su propio pueblo, era detenido, encarcelado y asesinado en enero
de 1941 en Baza (Jaén). Una investigación de la familia nos ha hecho albergar
la esperanza de que se encuentre en una de las fosas comunes en el cementerio
de esta ciudad. Mientras el abuelo permanecía detenido, encarcelaron a la
abuela, siendo padres ambos de siete hijos que tuvieron que pasar al cuidado de
una tía soltera. Las cartas que se cruzaron desde las cárceles son estremecedoras. Al salir de la prisión
sufrió el escarnio más grande que se puede imaginar, por sus propios convecinos:
rapado de cabeza, purga de ricino, amenazas que sembraron el pánico de aquella
viuda y sus siete huérfanos. Como fue habitual el alcalde republicano fue
expropiado de sus propiedades, por sus propios familiares y convecinos.
Cuando yo tenía cuatro años, se
proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 10 de diciembre de
1948.
Los niños de la postguerra crecimos
en los pueblos estudiando el Catecismo del Padre Ripalda, impregnados del
nacional catolicismo y cantando el Cara al Sol con nuestra camisa nueva.
Nuestras familias presas del pánico durante toda la dictadura, supieron
traducir su horror en sosiego y paz normales. Son tres generaciones las
que crecimos educados en la gran farsa de la paz, de la unidad y con la excusa
de que España era diferente, y era el mundo el que estaba equivocado.
Es evidente que la victoria de
Franco, lejos de lograr la reconciliación entre los españoles, ahondó la
herida, sumiendo al pueblo en la amnesia de su propia memoria histórica. Cuando
murió el tirano el mal ya estaba hecho. La farsa consumada a través de la
llamada modélica Transición. El propio franquismo en 1977 promulgó la Ley de
Amnistía. Por primera vez en el mundo un genocidio como el Genocidio Franquista
quedaba impune… Amnistiado por sus propios verdugos criminales.
El síndrome de Estocolmo ya se había
inoculado en el pueblo español. Habíamos asumido que el criminal golpe militar
había sido un Alzamiento Nacional. La Guerra Civil provocada por el golpe se le
denominó Santa Cruzada de Liberación. Por supuesto el general invicto era
proclamado Caudillo de España por la Gracia de Dios. La dictadura militarista,
falangista y del nacional catolicismo, se le denominó Movimiento Nacional. Una
especie de partido único.
Nos hicieron creer que Franco nos
había salvado de las hordas comunistas, masonas y ateas. Pero la verdad fue que
el capital, sobre todo la familia March, el Ejército y la Iglesia, fueron
quienes cometieron los crímenes desde 1936 hasta 1975. Su objetivo no fue
derrocar a la República, sino traer de nuevo a los Borbones al Trono de España.
Según Franco España seguía siendo un reino. Y él fue su regente en la
alegalidad y más tarde instauraría la monarquía. Su último objetivo.
Mientras, la dictadura ejerció con
mano de hierro la pedagogía de que el Caudillo de España nos había salvado del
comunismo soviético… En 1976 nació mi hija y se incorporó a la tercera
generación que ya habíamos sido inoculados con el Síndrome de Estocolmo. Esta
inoculación supuso pervertir y contaminar al pueblo español con
el mal ejemplo o la falsa doctrina. Como que la
victoria de Franco le daba legitimidad para seguir gobernando y establecer la
sucesión de la Jefatura del Estado a un ilegítimo heredero al Trono de España.
Como escribía más arriba el mal ya
estaba hecho. Todo había quedado atado y bien atado. El pueblo fue
engañado para que el Rey fuera el sucesor del dictador, a través de un
referéndum fraudulento urdido por el Rey de España y su Jefe de Gobierno.
Porque el objetivo de traer a los Borbones estuvo escrito desde la tarde del 17
de julio de 1936.
Los mismos franquistas fueron los
que escribieron la Constitución de 1978. Una constitución burguesa, tutelada
por el Ejército, la Iglesia y el Capital. Cuarenta y cinco años han sido
definitivos para que el llamado consenso fuere establecido como el
remedio a todos los males y nadie cuestione ya el ilegítimo Régimen del 78.
Esta acción pedagógica ha sido llevada a cabo con la colaboración de todos los
medios de comunicación, auténticos impostores del periodismo. Sin olvidar
que los caciques franquistas nos
amedrentaron para que aceptáramos su opción para evitar una involución…
A estas alturas de mi breve ensayo,
es necesario que establezcamos los síntomas:
La unidad de España como una
mentira y además abstracta. En España hay una sola nación y además es
indisoluble porque lo dice el texto constitucional, pero la entelequia de
nación y nacionalidad, también encierra imprecisión y falsedad
La Constitución es defendida
en su totalidad como un credo dogmático, por aquellos que no les interesa
cuestionar algunos artículos o cumplir los fundamentales. El derecho a la huelga
es admitido por todos los españoles, siempre y cuando no molesten a nadie. Si
los efectos de la huelga provocan molestias, el rechazo es total. Y los empresarios
ya sin disimulo quieren unos sindicatos dóciles y un gobierno que dé
estabilidad para establecer su esclavitud laboral nada disimulada.
Los incidentes de Cataluña
hasta traspasar la frontera con Francia, han sido condenados por los llamados
constitucionalistas políticos y civiles, y han aplaudido la acción de la
policía; considerado algunos de ellos como terrorismo.
Sin embargo, los Chalecos
Amarillos en Francia no han sido considerados como terroristas y Mayo
del 68 tampoco se consideró como terrorismo. Aquí en España los medios se
encargan de no cuestionar ni una coma del Régimen del 78, induciendo al pueblo
que tampoco lo haga.
Mi experiencia de vivir seis años,
de 1973 a 1980, en Catalunya y tener una hija catalana de nacimiento, habiendo
trabajado en una empresa de implantación en todas las capitales y ciudades de
Catalunya, me permite conocer el tejido humano, laboral, cultural, económico y
comercial de la tradición catalana. Paso vergüenza ajena cuando contemplo que
españoles que apenas han pasado de los Monegros, hayan asumida la cultura
oficial del nacionalismo español. La presencia de los secesionistas catalanes
en Madrid fue una lección de saber hacer y saber reivindicar. Nadie se ha
parado a pensar que el 155 es un artículo en el cual la Carta Magna preconiza
la fuerza. En un estado de la Unión Europea en el siglo XXI. Pero el síndrome
de Estocolmo te hace comulgar con ruedas de molino.
Lo que dice la Constitución
"1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la
Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente
gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al
Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la
aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas
necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas
obligaciones o para la protección del mencionado interés general".
Si los españoles nos vacunamos del síndrome de Estocolmo, lograremos
disponer de un criterio propio y admitir que el texto constitucional es una ley
que se puede reformar, cumplir, no cumplir o derogar. No obstante, por suerte
ya hay no pocos españoles que están cuestionando la legitimidad de la
monarquía, la disyuntiva de monarquía o república, denuncia de los Acuerdos con
la Santa Sede, separación de hecho de la alianza Iglesia Estado y del maridaje
Trono Altar. Y ya casi nadie habla de la modélica Transición…
El Credo se definió en el concilio de Nicea en el año 325, y desde entonces
este texto es incólume… La Constitución Española no es el Credo de Nicea, por
mucho que lo diga el pueblo español bajo los efectos del síndrome de Estocolmo…
Observación final: Por si alguien no ha identificado el Síndrome de
Estocolmo en la sociedad española, le invito a que compruebe que hoy en Las
Cortes Generales están sentados tres partidos que su origen está en el más
genuino franquismo. Ministros de Franco crearon Alianza Popular, después
escribieron la Constitución y se jactan de no condenar al general Franco,
venerando sus pompas y obras, sin condenar el genocidio. La extrema derecha no
es un fenómeno importado de Europa. No, es español, español, español…
Tópicos típicos para reflexionar...
"El fenómeno es muy curioso pero ocurre con más frecuencia de lo que se cree y, aunque no llegue al extremo del amor romántico, suele registrarse una identificación entre rehén y secuestrador que se ha dado en llamar Síndrome de Estocolmo".
EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO DE LOS ESPAÑOLES
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