Por Pedro Taracena Gil
La perversión de los
políticos de izquierdas y de derechas no está solamente en la corrupción
instalada entre sus filas como equipaje de viaje, sino en su nefasta ideología
al margen del pueblo. Por acción u omisión. Los partidos que hicieron “la santa
transición” sellaron su boca con el sacrosanto consenso; quedando impunes todos los crímenes del franquismo; decretando
la “ley del silencio” y la “ley de punto final”. Sobre todo los dos grandes
partidos y las derechas periféricas. Todos ellos han hecho pactos al servicio del
capital en contra de los trabajadores. Han mutilado el principio de Justicia
Universal para agradar a los gobiernos de China e Israel, han modificado la
Constitución con nocturnidad y alevosía al dictado de la Unión Europea, han cedido ante
Marruecos masacrando al pueblo Saharaui y han propiciado que el injusto
desahucio siga los dictados de los bancos. La izquierda socialista está
desinflada y su proyecto fallido. Las derechas nacionalistas están siendo
fieles a sus políticas de burgueses y caciques de “casino provinciano”. La
calle está tomada por el pueblo con pancartas manchadas de gritos de indignados
y de sangre de desahuciados. El paro, la miseria, el hambre, la desigualdad, la
desesperanza y la frustración son motivos de burla, mofa y befa por parte del
Gobierno, tres acepciones de un mismo escarnio cometido contra el pueblo. Los ministros,
políticos y tertulianos al servicio del neoliberalismo económico como el único
y nuevo “becerro de oro”, se han convertido en verdugos de la sociedad española,
alimentados por el capitalismo podrido auténtico enemigo del pueblo.
Pero es preciso retomar la
frase que encabeza este artículo y añadir que si bien la corrupción se puede resarcir
con la Justicia, el franquismo insertado en la vertebración de España, es un
vicio que ahonda sus raíces en las miserias del rancio capitalismo, caciquismo y catolicismo españoles, allá por los
años treinta. Es preciso hacer despertar a las generaciones que no vivieron la
dictadura y advertirles que la dinastía que procede de Franco, Fraga, Aznar hasta
Rajoy, practican una gobernanza con tintes distintos a los preceptos
constitucionales; haciendo de la mayoría absoluta del Partido Popular, un poder
absolutista que entiende más de “decretazos” que de leyes, convirtiendo cada
consejo de ministros en un Viernes de Dolores para España. Y las medidas de
recortes contra el más débil le someten a un Vía Crucis que le conduce a un
Gólgota sin fin. El Partido Popular ha tomado el poder y el pueblo es dueño de
la calle, basta de aplicar la ley para apalear a un pueblo que se rebela contra
la injusticia de la ley. La perversión de Rajoy y sus secuaces no han tomado
conciencia del daño irreparable que están causando a su pueblo, pero el pueblo
indignado sí ha tomado conciencia de que es víctima de la mentira y la traición
a la cual se ven sometidos por esta banda de esbirros al servicio de los
bancos. El pueblo gozaba de un Estado del Bienestar y Rajoy ha dado un golpe de
efecto y está gobernando de espaldas a la Constitución. La oposición en el
Congreso de los Diputados, los jueces y la policía debía de declarar en
conciencia la "insumisión" ante todos los recortes que suprimen derechos constitucionales.
De otro modo España quedará sometida a los mercados y mermada su soberanía. Eso
sí, solamente se salvará uno, el euro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario