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viernes, 11 de marzo de 2022

"LA ESPAÑA DIFÍCIL Y ERECTA QUE ÉL AMBICIONÓ"

 


El Vespertino de Tsaciana

Mi vaquerillo

de José María Gabriel y Galán

He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar-¡pobrecito!-
su blusilla y hacerme almohada!
Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara...
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro,
rumiaban las vacas...
Y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!...
¡Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!...
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!
Yo tenía un hijito pequeño
-hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!-
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras!...
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?
He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras...
Y le dije que sí, que era horrible...,
Que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.
Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
-¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico... ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas...
¡San Antonio bendito las guarda!...
Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada...

Siendo un adolescente y cursando la asignatura de Literatura Española, me obligaron a recitar esta poesía por supuesto de memoria. El profesor de literatura era un religioso, para más detalle salesiano. Los Salesianos fueron fundados por San Juan Bosco. Reconocido como el Patrón de la Juventud por su vocación de educar a los jóvenes y evitar la mendicidad. Por supuesto siguiendo los parámetros de pureza de Santo Domingo Sabio, su discípulo modelo.

Reconozco que cuando lo he descubierto en Internet y lo he recordado, mi vello se me ha erizado, no sé si de ira o de nostalgia. Que, en los años 50 en pleno nacionalcatolicismo, se incluyera esta composición poética, guardaba total concordancia con los planteamientos de caridad que imperaba en la dictadura católica apostólica y romana… La justicia no habitaba entre nosotros ni tampoco se la esperaba. Pero este poema refleja aquello que se hacía con los pobres, grandes y pequeños. Explotación infantil, esclavitud en el campo, en el tajo y con la servidumbre de las mujeres como criadas de servir. Esa fue la educación que yo recibí. Mi padre de niño labrador en su propia casa, más tarde en Madrid dependiente en una carnicería, alistado al bando republicano y terminando en el exilio en el Midi francés. Al volver a España venciendo los temores de venganza, fue un obrero pluriempleado hasta que se jubiló. Mi madre niñera en un pueblo de Madrid y luego criada de servir en la Capital; dejando de trabajar para dedicarse a sus labores. Esa fue la España que Franco ambicionó…

Esta oración se rezaba en formación por todos los alumnos durante cinco años todas las mañanas; concluyendo cantando el Cara al Sol:

  "Señor y Dios nuestro, José Antonio esté contigo. Nosotros queremos lograr aquí la España difícil y erecta que él ambicionó. Nos guía el Caudillo; Señor protege su vida y alienta nuestros esfuerzos hasta que consigamos esta consigna suprema: ¡Por el imperio hacia Dios!"».

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