Por Pedro Taracena Gil
Efectivamente, se trata de un júbilo irrefrenable en
la ciudad y en el mundo. Es como si la celebración local entrara en
comunión con el universo en armonía, libertad e igualdad. La fiesta
del orgullo gay es un fenómeno reivindicativo de los derechos
humanos al margen de los paradigmas ancestrales, que encorsetaban y aún pretenden imponer
las conductas sexuales. Ignorando que lejos de ser contrarias a la naturaleza
son la realidad natural más evidente. Los países que están reaccionando en
positivo ante este hecho, edifican su convivencia basada en la vida en la
verdad, como mantiene Vaclav Havel en su libro El poder de los sin poder. Más aún, se basan en la
razón no en ninguna fe religiosa.
Esta explosión de alegría y de celebración de la libertad sexual y de igualdad entre mujeres y hombres,
tiene detractores y enemigos muy significativos. La derecha del Partido Popular
fundamentada en la religión y heredera del nacionalcatolicismo,
es una militante muy activa contra la libertad sexual. Ésta tiene doble responsabilidad: Porque no se atiene a la
Constitución que es aconfesional y porque su
deber es legislar según el texto de la Carta Magna, no según los predicados de la Iglesia. Otro enemigo furibundo y
trasnochado es la propia caterva de obispos de escaso valor humano.
Si la fiesta gay se
celebra en una ciudad donde las autoridades que deben de propiciar el evento, son
conservadoras, esta manifestación salvando la parte crematística, será reducida en importancia y diplomáticamente boicoteada; aunque el matrimonio de la igualdad sea ya
una realidad legal. La celebración puede adoptar
cualquier forma en su puesta en escena, que siempre será anatematizada por principio. Otro aspecto bien distinto es la
estética que adopte el desfile en su manifestación del orgullo de ser lo que cada cual es. Hay quien lo califica
de frívolo, exhibicionista, nada elegante y
hasta que puede herir sensibilidades. Pero lo que nadie puede negar es que es
la espontaneidad libre de haber atravesado el largo desierto de la intolerancia
y la injusticia. No hay fuerza que encorsete en un ceremonial el deseo de los intolerantes que pese a la ley,
siguen anclados en un paradigma caduco. Inspirado por una deidad e interpretado
de forma arrogante por una clase sacerdotal y cacique.
Personalmente lejos
de censurar o criticar la puesta en escena de esta manifestación de júbilo, voy a tratar de analizar la
liturgia de la cual se acompaña cualquier
capitoste de la grey de católicos. La liturgia
que celebran los prelados y acólitos en una
ceremonia incomprensible, con la vestimenta que copiaron del emperador Constantino y del Sacro Imperio Romano, engalanados
de encajes como damas de alta alcurnia, es un esperpento de difícil asimilación. Porque no exhiben
símbolos que signifiquen lo que son. Se
convierten en espantajos que ahuyentan la razón.
Sin embargo la
tramoya y el vestuario gay significan lo que son y apenas deja lugar al simbólico. Pero dejan claro que ante los intolerantes supone una
transgresión. La libertad sexual presentada con
todos sus atributos y acepciones. En este caso todos positivos. Espontaneidad y
desnudez. Belleza natural en suma. La sexualidad en todas sus manifestaciones
no es punible. Aunque para aquellos que siguen los mandatos divinos, siga
siendo pecado, para el resto de los españoles es un derecho.
La sexualidad no está ligada a la procreación. Quizás haya una parte de la puesta en
escena, que no logren representar y hacer visible los logros de las nuevas
familias. Es posible que a medida que pase el tiempo se vaya nivelando el júbilo por los logros conseguidos en el aspecto sexual, con la
visibilidad de las familias surgías del derecho a la igualdad.
Consultando la
etimología de la palabra orgullo supone: “Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles
y virtuosas”. Aunque en apariencia sea exagerada, sin embargo, queda perfectamente
argumentada y llena de contenido la Fiesta
del orgullo gay. Siglos de frustración, intolerancia,
machismo, clandestinidad y mentira, justifican el espíritu y las formas de esta exultación y júbilo. El júbilo es lo que tienen en común los homosexuales y
los eunucos en sus celebraciones. Unos ensalzan la razón del ser humano y encuentran en la sexualidad su realización, y los otros abrazan la fe en una divinidad asumiendo su
castración y ablación espirituales.
FIESTA DE LA LIBERTAD Y DE LA IGUALDAD SEXUAL
CEREMONIA DE LOS EUNUCOS POR EL REINOS DE LOS CIELOS
Aunque este reportaje es del año asado, para la Iglesia el esperpento sigue...
ResponderEliminar¡Felicidades!
Estas criticas son muy buenas pero deberiamos extenderlas tambien con la musulmana ya que es la que mas dolor y desesperacion esta produciendo en la comunidad Gay , Es verdad que cualquier critica esta expuesta a represalias y antentados por los fanaticos pero nuestro deber es ser consecuentes y pregonar a los cuatro vientos la homofobia que comporta la utilizacion y instrumentacion de la religion como arma de manipulacion y control mental de las sociedades .
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