Por Pedro Taracena
Hay
motivos para votar y hay motivos para no votar, pero no hay motivos para dejar
que nos gobierne el tirano, quedándonos en casa.
Yo votaba al PSOE por muchas razones y de
todas ellas sinceramente convencido. En mi familia en dos generaciones hubieron
represaliados, perseguidos, exiliados y asesinados. La oposición al franquismo fue asumida por mí desde que tuve uso de razón y comprendí hasta donde llegó el genocidio del
Caudillo de España que lo fue por
la Gracia de Dios.
En los años posteriores a la muerte del sátrapa me alineé con los valores de la Transición y hasta la última legislatura de Zapatero, miré para otra parte ante las tropelías en todas sus acepciones cometidas por los
gobiernos socialistas. La Transición con mayúscula concluyó con la muerte de Adolfo Suárez y después
fue el PSOE quien miraba hacia otra parte. Para no abordar el genocidio
franquista, los Acuerdos con la Santa Sede, la Guerra Sucia contra el
terrorismo, la corrupción en el propio
seno de la Administración y el perverso
maridaje entre el grupo PRISA y el Gobierno, en las personas de Juan Luis Cebrián y Felipe González.
Ya con el Gobierno en manos de Zapatero,
al mismo tiempo que seguía con los logros de
los derechos sociales y sacar adelante la tímida Ley de la Memoria Histórica, se pervirtió en manos de la
Troika europea. A través de un ataque de pánico y de espaldas a los españoles, introdujo el control del déficit modificando la Constitución con urgencia, nocturnidad y alevosía. Cuando solamente era indicativo no obligatorio por
parte de la UE. Además hizo un pacto
con el PP para mutilar el principio de Justicia Universal, para agradar a
China, EEUU e Israel, que más tarde “perfeccionó” el gobierno de Rajoy, para agradar esta vez a las organizaciones
criminales del narcotráfico.
Así las cosas hoy el PSOE está alineado con las tesis de la Europa de los Mercaderes, no con la
Europa de los Ciudadanos, apoyados por la política de la derecha en torno a la nueva “Carlomagno”, Angela Merkel. En
su campaña electoral está más obsesionado con
las poltronas españolas que cambiar
de giro a la criminal política europea. Son
motivos suficientes como para no volver a ser cómplice en la traición a mis ancestros.
Votaré una izquierda que al menos
mencione en sus programas una alternativa a los habitantes de esta cueva de
ladrones y represores de los pueblos. Los perversos burócratas de las instituciones europeas: Comisión y Parlamento. Verdugos de Portugal, España, Grecia e Irlanda.
Pedro, muy acertado.
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