Por Pedro Taracena Gil
Aversión,-
“Rechazo o repugnancia
frente a alguien o algo”
Mi opinión particular de
esta realidad arraigada entre los españoles con más de un siglo de solera,
tiene dos puestos de observación, Madrid y Barcelona. Es decir, que he
contemplado lo que en Madrid se opinaba de los catalanes; arrogándose desde el
centralismo la representación de todos los españoles, pero también he
comprobado viviendo en la Ciudad Condal, el antagonismo al centralismo;
provocando rechazo y resentimiento. Sería injusto y frívolo atribuir esta
rivalidad a la propia naturaleza de los habitantes en Catalunya y en el resto
de España. No. Las causas hay que buscarlas en la historia y en la política.
Pero sobre todo a partir de la II república que nos hace entender mejor el
problema por ser contemporáneo a nuestros días. Implantada la República y
leyendo los avatares de la discusión autonómica, son los mismos que ocurrieron
tanto en el debate del Estatut en su elaboración primaria como en su última
revisión. El golpe de estado que derrocó el régimen republicano, que también
dio al traste con la incipiente autonomía de Catalunya, impuso una férrea
dictadura en todo el estado, donde los lemas fueron muy elocuentes: España se
convertía en “Una Grande y Libre”. “Franco Caudillo de España por la Gracia de
Dios”, “La Cruzada de Liberación Nacional”, “Caídos por Dios y por España”, y
arrogándose los atributos y las glorias del “Imperio hacia Dios”. Como era de
esperar los catalanes sufrieron durante la dictadura del general Franco una
doble represión. Como españoles y como catalanes. Se propuso extirpar toda señal
de identidad del pueblo catalán. Mientras aquellos españoles que había
aprendido a hablar en la lengua materna, se les obligaba a rezar y cantar el Cara al sol en castellano, en
Catalunya, los españoles que habían aprendido a hablar en la lengua de la madre
les había parido, ahora esa lengua estaba secuestrada en las catacumbas de la unidad
nacional, y lejos de poder expresarse en catalán, debían de rezar y cantar en Cara al sol en un alengua impuesta. Su
cultura y su lengua fueron secuestradas en las catacumbas y tuvo que ser el Rey
de España, cuarenta años más tarde, quien les dijera que: “Catalunya pot aportar a aquesta gran tasca
comuna una contribució essencial i que no té preu. L'afecció dels catalans a la
llibertat és llegendária, i sovint ha estat fins i tot heroica”.
A partir de ese momento la
inercia de los herederos legítimos del franquismo, sobre todo en Madrid han
cultivado con éxito la aversión contra Catalunya. Si despojamos del aditamento
político el antagonismo entre Madrid y Barcelona, nos encontraremos con la
revalidad de los aficionados entre el Real Madrid y el Barça y poco más. Pero
la opinión pública amañada por los poderosos medios de comunicación que apoyan
a la derecha franquista consiguen un resultado favorable a sus políticas. Por
eso resulta tan patentico que los franquistas digan ahora: “Catalunya t’estimo”.
En mi experiencia he podido constatar que en Catalunya se discierne mejor entre
el centralismo de los franquistas del Partido Popular y los madrileños. Sin embargo
en Madrid está más generalizado el hacer un “totum revolutum” de todo lo que
viene de allende Los Monegros. No obstante, a pesar de Franco, Fraga, Aznar y
Rajoy, los españoles viajan por todas partes por razones de trabajo, turismo,
vacaciones y sobre todo la juventud, y va comprobando a través de sus propias
experiencias lo maravilloso y acogedor que es Madrid y lo que un madrileño
puede disfrutar de las cualidades de Catalunya. Los asuntos de la política
deben de quedar en el campo de la política y la relación entre los seres
humanos jamás salir del humanismo. Por qué no celebrar el triunfo del La Roja
con un buen cava.
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