Por Pedro Taracena Gil
Foto: Alon Albergu
El programa de La Sexta, en la
noche de los sábados, es un despropósito periodístico. El mal llamado moderador
es incapaz de moderar el auténtico gallinero, perfectamente organizado entre
los invitados y los seudoperiodistas. Sí impostores del periodismo que más
tarde argumentaré. Con su incapacidad para ser un buen conductor logra apagar
la brillantez del entrevistado. Entrevistas que se reserva personalmente con
figuras especialistas de los temas candentes. Es terco en tópicos fuera del
tema tratado, es torpe a la hora de provocar las respuestas más importantes del
invitado y caduco al no renunciar al titular que pretende sacar en exclusiva,
cuando las exclusivas no llegan por la pretendida sagacidad de un periodista
inexperto. Todos los programas de noticias y de tertulias de La Sexta,
pilotados por mujeres y hombres brillantes del periodismo en libertad e
independiente, han eclipsado la mediocridad de este aprendiz de estrella
periodística. Cada sábado desciende un peldaño su profesionalidad.
Los seudoperiodistas o
impostores de la libertad de expresión y del derecho a la información veraz y
puntual, se convierten en tertulianos defensores a ultranza del Partido Popular
en su conjunto, y con delirium tremens
en particular de su líder, Rajoy. Damas y caballeros servidores de la derecha
más rancia que existe en España. Todos ellos asalariados de los medios de
comunicación, lejos de disimular una pretendida neutralidad o independencia
informativa, se manifiestan sin pudor como los más furibundos defensores del
franquismo del Partido Popular. Y aunque haya algunos que son más moderados en
manifestar sus ideas políticas, entran al
trapo de la lucha entre bancadas.
Montándose un pretendido debate político paralelo al Congreso de los Diputados,
y convirtiéndose en un cotilleo de baja estopa donde la mínima objetividad no
asoma ni por error; desprestigiando más si cabe la imagen maltrecha, rancia,
casposa y caduca de los medios de comunicación españoles. Aunque los
representantes de los medios de comunicación que asisten a este espectáculo tienen
nombre y apellido, es imposible personalizar las intervenciones. Defienden
todos lo mismo. Al capital, la patronal, los caciques, el franquismo camuflado bajo
la máscara de demócrata de Rajoy y sus incondicionales, sin ocular su
militancia en el nacionalcatolicismo. Sus intervenciones están ajenas a
cualquier crítica al PP y su entorno, negando cualquier corrupción utilizando
el subterfugio de la demagogia, el Estado de Derecho y la presunción de
inocencia.
Un observador extranjero
solamente podría comprender la conducta de estos impostores del periodismo como
una compañía de actores muy bien pagados por sus directores de escena. De otro
modo, presentándose como periodistas, sería ridícula y perversa su actuación.
Un disparate y un esperpento. En realidad están supliendo a los políticos del
Partido Popular vetados por Rajoy para existir a ciertos medios, por temor a la
crítica y a no tener respuestas ante verdaderos profesionales de la prensa,
como tampoco obtienen contestación los diputados de la oposición en el Parlamento.
Ellos mismos se delatan cuando han acuñado la expresión de esta bancada o la de enfrente, cuando se
refieren a las dos ideologías enfrentadas. Los tertulianos bien pagados, se
enfrentan como políticos a los invitados que sí son diputados. Éstos vienen del
hemiciclo y se encuentran en el plató de La Sexta, con los mismos contrincantes
políticos. Antes de concluir es importante resaltar la formas ausentes de
brillantez, educación y lo más importante, ignorantes de casi todo de lo que
sea ajeno a lo que sucede entre bambalinas en el Partido Popular, por supuesto,
o en los despachos de la calle Génova. De la Sexta Noche se salvan los
invitados. El entrevistador se obceca en practicar un periodismo para una
España que ya no existe, y los cara a cara lejos de debatir los temas con
objetividad periodística son un remedo de los escasos cara a cara pre
electorales.
Al espectáculo que monta allí donde se encuentre el ínclito Eduardo Inda, solamente le dedico el último párrafo de mi artículo. Es el perfecto farsante de la profesión que garantiza el derecho a la información. Es un impostor del periodismo. Mal educado, agresivo, inquisidor, inculto, mal hablado y con una obsesión paranoica: La República Bolivariana de Venezuela, la República de Cuba y los miembros de Podemos. Pero la responsabilidad recae en la cabeza visible de la Sexta Noche, Iñaki López, que es un moderador que no modera.
Al espectáculo que monta allí donde se encuentre el ínclito Eduardo Inda, solamente le dedico el último párrafo de mi artículo. Es el perfecto farsante de la profesión que garantiza el derecho a la información. Es un impostor del periodismo. Mal educado, agresivo, inquisidor, inculto, mal hablado y con una obsesión paranoica: La República Bolivariana de Venezuela, la República de Cuba y los miembros de Podemos. Pero la responsabilidad recae en la cabeza visible de la Sexta Noche, Iñaki López, que es un moderador que no modera.
Fan de Iñaki López
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