Foto: Pedro Taracena
Por Isidoro Gracia
Exdiputado
Confieso que yo solo creo en supersticiones, dichos
populares y refranes cuando son favorables a mis intereses o intenciones. El
que 2012 fuera año bisiesto, o que el actual terminara en un número que algunos
consideran nefando, no encendieron ninguna alarma en el panel
mental.
Después de hacer balance de lo sucedido
en mi entorno territorial (Galicia, España, Europa) quizá tenga que revisar mis
convicciones. Analizando cualquiera de los temas generales que afectan al
ciudadano normal: la economía, la política y su resumen: la sociología, para
los clásicos la sociología era el resumen de las ciencias que permitían el buen
gobierno, podemos constatar que:
- Todos los grandes parámetros económicos
que terminan impactando en el bienestar del ciudadano, y en el grado de
igualdad en el disfrute de ese bienestar (deuda, déficit, crecimiento) han
empeorado. Y cuidado que parecía fácil mejorar los números de 2011. Es más la
factura se ha trasladado directamente a los más desfavorecidos, olvidando el
origen de la crisis, y son los directamente responsables los que están cobrando
esa factura.
- Los viejos fantasmas que llevaron a las
guerras que sufrieron estos territorios: nacionalismos desbocados hasta ribetes
tribales, extremismos religiosos (todos y no solo los islámicos), clasismo
darwiniano, nos agobian y rodean. No solo en el muy próximo mediterráneo. Los
discursos basados en esas filosofías han llevado a nuestros parlamentos e
incluso a gobiernos muy occidentales, a políticos de intenciones nada oscuras.
- La sociedad, la muy manipulada opinión
pública, permanece, salvo excepciones aún minoritarias, ajena al hecho de que
la fuerza indispensable para cambiar el rumbo está en ella misma. Eso sí,
cuando esté agrupada y empuje en la dirección correcta. Por el
momento prefiere creerse estúpidamente todas las maldades que les cuentan sobre
los sindicatos, los partidos políticos aún democráticos (subrayo el aún)
y cualquier otro movimiento que intente organizar mínimamente el uso legal y
democrático de la fuerza. Continuamos cayendo en la trampa de sustituir
justicia por caridad, administrada en su mayor parte por organizaciones de
origen religioso.
Imaginemos que, democráticamente, votamos en toda
Europa a los partidos que propugnen una sola medida legal, consistente en hacer
delictiva la mera relación con cualquier paraíso fiscal. Para mí está claro que
el mero hecho de tener una cuenta, una oficina o un representante en un paraíso
fiscal tiene como objetivo la defraudación.
O imaginemos que todo aquel europeo que
vive de su trabajo, manual o intelectual, se afilia a un sindicato en vez de
criticar a los que hoy prestan ese servicio impagable, en Europa somos más de
300 millones. ¿A que las condiciones laborables serian muy diferentes?
Observo que aún no he caído por completo en el dicho
de Mao: “La fuerza está en el fusil”. Al parecer mantengo mis creencias en las
organizaciones democráticas y por derivada en la sociedad que las mantiene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario