Por Pedro Taracena
La Transición es la prueba
perfecta para medir el verdadero patriotismo y conversión a la democracia
de nuestros políticos, de ”nuestras querida España, esta España mía esta España nuestra…” La
dictadura se mantuvo en España desde el triunfo del bando nacional en
la guerra civil, el 1º de abril de 1939 hasta la muerte del dictador el 20 de
noviembre de 1975. El Rey intentó reconducir la transición de la dictadura
a la democracia nombrando a un franquista demasiado apegado a Franco, Carlos Arias
Navarro. Una vez fracasado éste en el intento le sustituyó por Adolfo Suárez, que conduciría a España hacia su conversión en una
democracia, con la promulgación de la Constitución el 6 de
diciembre de 1978. La Carta Magna Española marcó el momento de no
retronó. Se recuperó el Estado de Derecho quebrado el 18 de julio de 1936
y la Nación Española se situó en el concierto de naciones libres
y demócratas.
El presidente Suárez tuvo que
gobernar con el apoyo del Rey a golpe de decreto ley; desarmando literalmente
la legalidad que pretendía derribar. Hizo camino al andar al mismo tiempo que
deshizo la senda que venía de la dictadura. Algunos hitos asombraron a los
españoles y al mundo; restableciendo las libertades públicas, políticas, sindicales
y sociales; suprimiendo la censura previa; legalizando el Partido Comunista de
España; suprimiendo las Leyes Fundamentales del Movimiento Nacional a
través de las propias cortes
franquistas; convocando unas primeras elecciones generales para abrir un periodo
constituyente; concluyendo el periodo de transición con la
promulgación de la Constitución a través de un referéndum. Sin olvidar
Los Pactos de la Moncloa, ejercicio de diálogo negociación y consenso sin
precedentes. La Constitución promulgada estableció a través de un
gran consenso una democracia coronada. De ninguna manera esta Carta Magna era
el marco constitucional que había dejado “atado y bien atado” el general
Franco, Caudillo que lo fue de España por la Gracia de Dios. El
franquismo formal y legal quedaba en la historia. Pero no todos los franquistas
que desempeñaron sus funciones junto al dictador, encontraron la conversión a la democracia
como lo hizo Adolfo Suarez, ni mucho menos. Los franquistas que iniciaron su
andadura democrática en torno a Manuel Fraga Iribarne, crearon un
partido político que se denominó Alianza Popular, pero con el
resentimiento de no conseguir la influencia política esperada en
el nuevo régimen.
Hasta aquí los hechos
acaecidos en el periodo llamado de la Transición, ya escrito con
mayúscula. Son eventos e hitos objetivos, históricos, sin
valoración política subjetiva. Con la dimisión inesperada de Adolfo Suárez, la Transición quedó en manos de la recuperada
soberanía del pueblo. En las legislaturas siguientes se produjo la alternancia
en el poder: Cuatro legislaturas de los socialistas con Felipe González como
presidente. Dos legislaturas de Alianza Popular con el nombre de Partido
Popular, presididas por José María Aznar. También dos legislaturas más siendo
presidente el socialista José Luis Rodríguez Zapatero y por último vuelven al
poder en 2011, Mariano Rajoy al frente del Partido Popular.
Es preciso analizar a través de los
hechos la evolución de los franquistas y los venidos de la
clandestinidad, del exilio y los perseguidos por la dictadura. Fue Adolfo
Suarez quien propició el diálogo y el consenso. Tres
personajes simbolizaron las tres posturas más significativas: Adolfo Suárez, Manuel Fraga
y Santiago Carrillo.
Santiago Carrillo renunció a la República y aceptó la bandera monárquica. Manuel
Fraga, lejos de renunciar al franquismo del cual había tomado parte
muy activa, se empeñó en pretender reconciliar el franquismo
con la Constitución. Según él por obra y gracia el consenso no solamente trajo la legalidad
constitucional, sino que también consiguió la reconciliación entre los españoles. El partido de Fraga, Alianza
Popular, que procedía de las asociaciones políticas permitidas
en el seno del franquismo, cambió el nombre que no su ideario, por
el de Partido Popular. Desde la muerte de Franco hasta la llegada al poder de
Aznar, esta formación política no ha mostrado ningún entusiasmo por
el espíritu de Suárez, aunque evoquen la Transición y la Constitución hasta el
delirium tremes. No es una valoración subjetiva, basta con analizar
las leyes que han aprobado reconociendo derechos constitucionales, a lo largo
de sus legislaturas incluyendo la actual. Las hemerotecas no son válidas porque la filiación política es patente.
La desaparición de Adolfo Suárez y el homenaje que le ha rendido España entera, ha servido de catarsis para valorar la situación actual, treinta y seis años de la entrada en vigor de la Constitución. Dicho en román paladino, el adiós al Duque de Suárez ha sido la verdadera “prueba del algodón que no engaña” para todos los políticos actuales. La
aparente salida de tono del Presidet de la Generalitat de Catalunya haciendo
comparaciones, sus palabras fueron tachadas de inoportunas y fuera de lugar. Aquellos a quienes les
hizo sonrojar mayormente las palabras de Mas, cínicamente les preocupaba la falta de
respeto al primer presidente de la democracia. Aunque Suárez ya no necesita defensores de pacotilla. El algodón del consenso cuando se pasa por la vida pública del siglo XXI, deja mucho que desear, pero sale
peor parado cuando se pasa por los franquistas que salieron indemnes de la
dictadura y viven en democracia sin renunciar a nada. La muerte de Suárez está produciendo un lamentable, vergonzoso e hipócrita lavado de cara a los herederos de Fraga; cambiando
los nombres de las calles, aunque siguen sin condenar la dictadura.
Este artículo es mi sincero homenaje a un gobernante a quien nunca le entregué
mi voto, pero siempre he discernido entre los franquistas que creyeron en la
democracia y los franquistas que aún perduran en el Gobierno de España después de cuatro décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario