El señor Roca ha sido insigne miembro de La Casta
que consensuó la Santa Transición y colocó a España en el concierto de
las naciones democráticas del mundo occidental; recuperando el Estado
de Derecho que nunca debió de haber perdido en aquel nefasto 18 de
julio de 1936. Los salvadores de la patria tardaron 42 años en volver a
situar a nuestra nación de naciones, al lado de los países más avanzados de
Europa. Estudiar la Constitución de la República de 193l, sería muy provechoso
para los padres y las madres de la patria, así como para los caudillos y caudillas que
quieren salvarnos de la desintegración y la hecatombe en España.
El señor Roca ha pretendido establecer un equilibrio contrario
a las leyes de la gravedad. Como letrado ha tenido el propósito de hacer de abogado defensor de Cristina de Borbón y Grecia, hija y hermana de reyes. Pero ha pretendido
defender a la hija de Juan Carlos I, habiendo sido viejo correligionario político en la Transición. La
Transición y La Casta tienen en común, la misma
solera que el vino conseguido a través de las añadas de crianza
en barrica de viejo roble. Para mí La
Casta no es un vocablo peyorativo y mucho menos un insulto. Yo he pertenecido a
La Casta y no renuncio a ello, solamente lo reconozco.
Pero
volvamos al equilibrio presuntamente inestable. El señor Roca es conocedor del terreno que pisa. El caso que
ahora nos ocupa no tiene nada de habitual. Se trata de defender por primera vez
a una Infanta de España defendida por un plebeyo.
Esto suena a muy nuevo pero es el anacronismo de la monarquía. El padre y hermano de la infanta en cuestión, están
blindados de cualquier desmán que
pudieran cometer. Otro sinsentido de la entronización de una monarquía, porque
así lo decía el testamento
de un dictador, ajena a cualquier legitimidad y mucho menos Estado de Derecho.
El observador
más lego en Derecho viene descubriendo más aspectos que alejan el asunto de lo habitual en cualquier
proceso judicial. El Fiscal del caso no acusa, sino que defiende y el Abogado
del Estado, tampoco. El Juez Instructor se ve avocado a entenderse solamente
con la Acusación Particular. El letrado y exdiputado ha
pecado de ingenuo. Esta situación acaecida
hace cinco o diez años, con Juan Carlos I en
Moncloa, sí, que hubiera salido airoso, pero ahora las
aguas de la corrupción vienen muy revueltas…
El Padre
de la Constitución está utilizando todos los resortes de la ingeniería legal, para agotar todas las garantías procesales y la jurisprudencia que él creía que le asistiría en su empeño. Pero el anterior Rey de España, utilizando el lenguaje llano que le caracteriza,
hubiera exclamado: Roca, “Para este viaje no hacían falta
alforjas”. Porque la Duquesa de Palma es inevitable que se siente en el
banquillo de los acusados plebeyos porque no hay otro especial para la nobleza.
Y todo el prestigio, pompa y boato del gabinete de Miquel Rica i Junyent, “ha
quedado en agua de borrajas”.
Como
exdiputado y Padre de la Constitución, como
miembro activo de la Transición Española, como persona cercana al rey Juan Carlos y como
prestigioso abogado ha sido, también, víctima de
su propio espejismo. Al final, La Casta, está cayendo
como un castillo de naipes. No obstante, siempre le quedará para ejercer su defensa la presunta mafia del clan de
los Pujol Ferrusola…
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario