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sábado, 3 de enero de 2015

EL FRANQUISMO POR LA GRACIA DEL PARTIDO POPULAR


(La gran farsa nacional)

Por Pedro Taracena






En España se están cometiendo crímenes legales en tiempos de paz. Es verdad que eso lo tendría que dictar un juez a expensas de la demanda de un fiscal, pero como eso no se contempla, mientras, como la justicia emana del pueblo y la aplican los jueces en nombre del Rey, pues, la sociedad que es sabia al discernir lo justo de lo que no lo es, tiene la libertad de expresión de llamar criminales a las conductas del Gobierno y a los servidores públicos que atentan contra la Carta Magna.





Ahora más que nunca hay que desenmascarar a La Casta. Si comparamos la derecha imperante en Europa, sobre todo en las democracias de nuestro entorno, podemos discernir de forma clara, a la derecha de la extrema derecha. Sin embargo en España la derecha tiene su origen en el fascismo de Falange Española, en la dictadura militarista de Franco y en el nacionalcatolicismo del estado confesional del Movimiento Nacional. De esta derecha fascista solo se puede derivar otra derecha neofascista, aunque se le viene denominado como centro-derecha. Entelequia y falacia que permite enmascarar la verdadera ideología del Partido Popular, situándose si tomamos una referencia europea, en el extremo antagónico al centro político. Que es tanto como decir que la derecha y la extrema derecha, van caminando unidos de forma granítica hacia el centro político como si de un viaje a Ítaca se tratara. A sabiendas que nunca lo alcanzarán. La asociación política que creara Fraga para imitar al Caudillo de España, que lo fue por la Gracia de Dios, se denominó Alianza Popular que luego mutaría para convertirse en el Partido Popular y que en la actualidad se alimenta y actualiza de FAES (Fundación para el análisis y los estudios sociales). Bajo la dirección del ínclito Aznar y le sigue como forzado acólito, el terco, parco y torpe Rajoy.





Hoy impera el franquismo en España  porque hubo un pacto perverso al margen de la democracia del pueblo, que se denominó Transición donde los políticos venidos del exilio, las cárceles y la clandestinidad, cedieron terreno al franquismo que fue quien tuteló, junto con los militares y la Iglesia el articulado de la Constitución de 1978. En aras de no sé qué posible involución se aceptó un mal menor que ahora nos invade y oprime. Por mucho que le pese a La Casta, el régimen de 1978 ha estado viciado desde su origen y ahora está corrompido sin posible remisión. Yo doy fe de ello porque fui uno de los convencidos de que la Transición era la única salida posible, y ahora somos muchos los españoles que vivimos durante la dictadura y estamos diciendo ¡Basta ya! Además la juventud que creció en democracia ya no comulga con este esperpento político y religioso.




El bipartidismo impuso las reglas del juego para alternase en la tiranía del poder. La legalidad que ellos mismo crearon no permite llevar a los tribunales a los políticos que violando la Constitución, puedan ser reos de culpa civil o criminal. Como mucho la fechoría se salda con una responsabilidad política sin ninguna consecuencia. La dimisión en España es una actitud inédita en democracia. Es lógico que La Casta esté temerosa de lo que le viene encima si el pueblo, la gente, la sociedad, toma el poder legítimo, legal y democrático. Es verdad que la izquierda ha sido la única que ha  legislado reconociendo derechos constitucionales, pero la derecha ha fosilizado literalmente la Constitución de 1978.






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