Breve ensayo sobre una profesión engolada
Los ciudadanos que hemos soportado, que no asumido ni admitido, la dictadura franquista, tenemos obviamente una sólida perspectiva de los acontecimientos acaecidos en estos últimos cincuenta años.
Hasta la muerte del sátrapa los medios de comunicación estaban sometidos al Movimiento Nacional. Este partido único albergaba las fuerzas que habían ganado la Guerra Civil. El nacionalcatolicismo y el nacionalsindicalismo. Lo que es lo mismo, un estado confesional consagrando el maridaje Iglesia-Estado eternizando la viaja alianza trono-altar, donde el Código del Derecho Canónico era ley civil. La Falange versión española del fascismo, apoyó al general Franco en su metodología de exterminio de todo lo que podría evocar los valores republicanos, y ensalzó hasta la paranoia el imperio hacia Dios. La Iglesia se encargó de consagrar el sanguinario régimen, proclamando a Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios, de ello dan testimonio las monedas acuñadas por el dictador. La única independencia que tenían los diarios y emisoras de la dictadura era aquella que les permitía el general de la victoria, por haber contribuido a derribar la II República y después administrar la parcela de la prensa como negocio y botín de guerra. El diario Ya era de la Iglesia. El Arriba de Falange. El Alcázar fundado por los Defensores del Alcázar de Toledo. El ABC monárquico nostálgico. El Pueblo afín al sindicalismo vertical y el único crítico fue el diario Madrid, defenestrado por la implacable censura del régimen. Las emisoras de radio estaban copadas por Radio Nacional de España, única emisora que emitía las noticias. Una cadena de la Iglesia y otra formada por las emisoras del Movimiento Nacional, extendidas por todas las provincias. Dos revistas de información cultural, Cuadernos para el Diálogo y Triunfo, soportaron y resistieron la presión de la censura.
Una vez desaparecido el dictador, el franquismo inició una larga marcha de camuflaje y mimetismo con la democracia que se dilata hasta nuestros días.
Durante los años de la mal llamada modélica Transición, numerosos políticos fingieron que por fin se habían caído de caballo de la dictadura y estaban reptando para alcanzar su conversión a la democracia. No solamente los políticos franquistas, sino todos los medios de comunicación emprendieron la carrera de quiénes eran más liberales, demócratas y constitucionales. Aunque no se puede ocultar que los ultras, aquellos más nostálgicos del puro franquismo no disimularon su descontento con la nueva situación. No obstante, los medios de comunicación se pusieron al servicio del derecho que tienen los ciudadanos de recibir información libre veraz y completa. La libertad de expresión había llegado a España.
Los medios que venían del franquismo se convirtieron a la democracia; optando, como no podía ser de otro modo, entre los políticos franquistas conversos, los extremistas y los más moderados.
Entonces surgieron nuevos periódicos, los más importantes EL País y El Mundo. Liberación tuvo una vida muy corta. El País de corte independiente, que luego se globalizó. La palabra independiente como bien demostró su trayectoria fue una falacia, mientras que sus gestores no sean capaces de determinar de qué o de quienes fueron y son independientes. Porque dependen del capital que les financia y sirven a una ideología concreta. El País comenzó con un vergonzoso maridaje entre Felipe González y Juan Luis Cebrián, éste muy afín al socialismo pero que ha terminado cayendo en manos de unos especuladores yanquis; adulando al PP y homologándose con el neoliberalismo económico; manteniendo una sustanciosa línea de negocio con la prostitución en las páginas del periódico. El Mundo nació como rival de El País y como consecuencia enemigo de Felipe González. Pedro J. Ramírez, su director, Juan Luis Cebrián y Felipe González crearon un triángulo perverso de intrigas, conspiraciones y denuncias, que corrompieron cada día más el objetivo de informar.
La democracia lejos de garantizar que los medios de comunicación sean libres, independientes y veraces, se han convertido, quizás no haya otra salida, en correas de transmisión de las ideologías imperantes y en un corporativismo perverso.
Ausente de cualquier autocrítica. El último debate de los candidatos a gobernar España, así como toda la campaña electoral, ha supuesto una oportunidad para medir la afinidad de los periodistas llamados para que aporten su crítica, análisis y opinión. Se parte de la base de que estos profesionales ignoran que el pueblo que vio el debate, estaba tan informado como ellos porque la fuente de información era común y simultánea. Pues si observamos los distintos grupos de tertulianos que se agolpaban para dar su opinión, por otra parte conocida hasta la saciedad, no aportaron ningún valor añadido y por supuesto ausente de toda objetividad. Es decir, su preparación como líderes de opinión es manifiestamente mejorable y además el espectador ya sabe qué valoración va a hacer un determinado periodista, conociendo el medio del cual procede. Cuando el tertuliano es un académico o un especialista, el análisis dispara el interés y la riqueza de la información. Los periodistas son fieles acólitos pagados por su medio correspondiente y no se saltan el guión en absoluto. La eficacia de sus programas se mide por la cota alcanzada de seguimiento. Nunca por la calidad de sus contenidos. El verdadero periodismo que colabora en que los ciudadanos extraigan de la prensa aportaciones para la elaboración de su estado de opinión, son los escritores, profesores de universidad, historiadores, economistas y los cronistas que se forman para ello. Es verdad que estos autores tampoco serán bien vistos si critican el medio que les paga. Pero en general son profesionales que además de defender su punto de vista, aportan un conocimiento objetivo e indiscutible.
Los profesionales de la información se comportan como auténticos heraldos de quienes les financian y a su vez seguidores de la idolología que profesan. La pluralidad no es tal cuando no aporta nada nuevo al esquema establecido.
En un debate de radio o televisión, cuando solamente intervienen periodistas, la riqueza que aportan en nada se diferencia de la tertulia de amigos o la provocada en el seno familiar. Sin embargo insisto, cuando uno de los integrantes es un académico o especialista de la materia tratada, el interés es otro y ayuda a discernir de forma más clara entre las diferentes opciones. El lector acude a su medio para escuchar lo que desea oír, que en poco se diferencia de la ilustración que le proporcionan las nuevas redes sociales. El columnista y editorialista escriben al dictado del patrono o empresario, que es quien les manda; mayoritariamente empresa ligada por su naturaleza a la derecha.
Algunos espejismos nos permitieron creer que el grupo PRISA estaba con la democracia y sus valores, pero si había alguna duda, esa ilusión se ha disipado en la actualidad. PRISA es un imperio económico en manos extranjeras.
Todos los profesionales del grupo, radio, prensa y TV, han hecho un pacto de silencio y la dirección les tiene amordazados para no ejercer el más mínimo atisbo de autocrítica. El tema de la prostitución en la prensa, por ejemplo, jamás ha sido tratado por ninguna tertulia o debate liderados por los periodistas estrella de la SER, El País y el resto de los medios. La vocación del grupo por trabajar por la igualdad, la dignidad de la mujer, valores constitucionales en suma, han sido supeditados a los resultados económicos; perdiendo toda autoridad moral para tratar estos temas. Sobre este tema le sigue a zaga El Mundo, pero al menos éste no presume del Libro de Estilo.
Las nuevas tecnologías están haciendo, sin que los periodistas se den cuenta, una transformación del sector. Las escuelas de periodismo y las facultades de las ciencias de la información y la comunicación, tienen pendiente su reconversión y reciclaje. Si de los contenidos que manejan pasamos al idioma utilizado, entonces, la jerga coloquial se ha adueñado de locutorios de radio y platós de televisión. Utilizan expresiones cuya licencia para su uso es debido a su ignorancia y poca preparación. El periodismo actual en general es mediocre y en particular el de televisión es perverso y viciado. Obviando la telebasura que cada día gana más adeptos, no porque el ciudadano lo demande sino porque aumenta su oferta. La inestable independencia de RTVE, no se escapa del corporativismo y la mediocridad. Si los premios que otorgan a sus profesionales tuvieran la opción del premio desierto, y si el jurado ofreciera más rigor y nivel, muchos de esos premios acaparados por el ente quedarían sin adjudicar.
La política retrógrada y de baja intensidad ocupa la mayor parte de los contenidos del periodismo escrito y audiovisual. Es este el motivo de su pretensión de constituirse en el CUARTO PODER.
Un poder fáctico. Sin control de ningún tipo, donde el titular de la noticia, la exclusiva y la libertad de expresión, pretende no tener límite. La arrogancia de estos periodistas que se consideran portadores de las inquietudes de la calle, están lejos de la verdadera libertad de expresión. Cuando los medios comparecen en tertulias o en ruedas de prensa, lejos de servir a la pluralidad, están limitando las opciones a las suyas propias. Las opciones que no tienen poleas de transmisión de un medio, dejan mutilada la pluralidad. Incluyendo la propia televisión pública. En cualquier tertulia impera su vocación corporativa, en defensa de sus propios intereses. Reinando la ausencia de la autocrítica. Lejos de acometer una pedagogía de explicar los acontecimientos, adoptan una apostura engolada que les sitúa en permanente campaña electoral y mitinera. Solamente se escandalizarán de estos epítetos aquellos afectados que jamás han asumido una crítica y tampoco se han concedido la muy saludable licencia de la autocrítica. Este orden de cosas garantiza conocer un espectro incompleto de las opciones políticas. La pluralidad se contamina y se ve limitada si los partidos políticos convierten con su beneplácito, a los medios de comunicación en su respectivo gabinete de prensa camuflado. Es una manera de manipular la opinión del ciudadano, allí donde se confunde la ideología con el partido y con el medio afín. Este ensayo crítico no encierra una utopía. Las redes sociales y el movimiento 15-M es buen ejemplo de ello. En estos dos grandes foros, la información fluye con ausencia de siglas de partidos y titulares de medios de comunicación. Las veces que la prensa ha formulado comentarios sobre el contenido de estos eventos, lejos de romper el paradigma del CUARTO PODER, tratando de comprender a estos colectivos, han pretendido manipular el contenido bajo el punto de vista del medio correspondiente.
El estudiante de periodismo, al menos en teoría, recibe una formación para abordar su profesión con herramientas para fomentar el derecho a la información y la libertad de expresión.
El reportero sabe cómo contar las noticias donde no se manifiesten expresamente sus preferencias ideológicas. Sin merma de la veracidad de los hechos contados. La perversión se produce cuando el abuso de adjetivos calificativos y la alteración del sentido de las frases, inducen al ciudadano a recibir la noticia adulterada. En el caso del columnista, es obvio que exprese una opinión subjetiva y el firmante es responsable de su opinión. El responsable de escribir el editorial del diario, es quien define el ideario del medio y es natural que también sea subjetivo. Las valoraciones personales y la información de lo que sucede, no deben contaminarse en ningún caso.
Donde realmente se encuentra el punto más flaco del periodismo es en las tertulias de analistas y comentaristas políticos. Sin conocimiento de la materia tratada, siempre se deslizan hacia la doctrina política del medio que les ha contratado.
Estos sabedores de casi todo son los que hacen perder toda credibilidad cuando nos dan valoraciones que cualquiera puede dar. No es presentable que un periodista comparta tertulias como profesional de un periódico en la televisión pública por las mañanas y luego en otro programa le presenten como analista político ajeno a cualquier medio. El subtitulo de su intervención en la pantalla no da objetividad a su aportación y mucho menos independencia. Sin embargo un corresponsal es generalmente un periodista muy bien documentado, pero un tertuliano habitual que opina sobre todo sin ningún pudor a equivocarse, su ignorancia le convierte en un impostor del periodismo. Otros vicios del periodismo es el afán de atrapar la novedad y la primicia sin escatimar medios, buscando el titular más chocante y si es en exclusiva, mejor. La escala de prioridades que buscan corresponde más al impacto estéril y espectacular que al interés de la sociedad. No obstante, las nuevas tecnologías al servicio de la comunicación global, están neutralizando estos vicios periodísticos.
Cualquiera que sea testigo de un evento y tenga a mano un teléfono móvil, se convierte ipso facto en un fotoperiodista. La información y las imágenes fluyen por doquier sin que sean comandadas por profesionales del periodismo.
Las nuevas tecnologías y las redes sociales deben ser un buen programa de contenidos para hacer despertar una nueva manera de tratar la información. Otra faceta del universo periodístico es el trabajo de investigación. La historia del periodismo mundial dispone de hitos que hicieron cambiar el rumbo de países y caer gobiernos. La investigación con fines persecutorios hecha siempre al adversario, no es periodismo serio, es simplemente impostura. La creación infundada de procesos de investigación que tiene que ver con intrigas y conspiraciones políticas, dejan en muy mal lugar a los peridistas que se prestan a ello. El caso de Julian Assange acaparador de información diplomática comprometida en Wikilears, fue tomado por algunos periodistas extranjeros y españoles, a quienes se les concedió la gestión y divulgación de cables que comprometían a la diplomacia mundial, como una bomba de relojería con la presunción de que tenían en sus manos un hafeur que cambiaría los destinos del mundo. Después de su publicación nada sería igual en la política mundial. ¿Cabe mayor estupidez? El impacto sobre la realidad fue nulo, y Assange criticó a los doctos periodistas por manipular la información cedida. Los enemigos del CUARTO PODER son las nuevas tecnologías en poder de los pueblos. Éstas hacen más vulnerables a los estados donde los medios de comunicación comparten soporte con los internautas. El periodismo que toma como lema de su profesión el impacto, la primicia y la exclusiva; dando por válido cualquier método de obtención, constituye la prostitución del periodismo. Las perversiones del llamado CUARTO PODER han sido y son muy variadas. Tenemos como prueba la jurisprudencia que pone de manifiesto las irregularidades cometidas con su pretendido poder fáctico.
Las redes sociales y las nuevas tecnologías de la comunicación, han popularizado y quizás banalizado la parcela que hasta ahora estaba en poder exclusivo de los medios de comunicación.
En las escuelas de periodismo y en las facultades de ciencias de la información, algo se tiene que estar moviendo en los programas de contenidos. Más principalmente en el campo del inmovilismo exclusivo y excluyente en el cual está atrapado el mundo de los medios de comunicación en general, y en el impreso en particular, anclados en un corporativismo ausente de autocrítica. La falta de innovación les está llevando, salvo honrosas excepciones, a un descenso de las ventas en sus diarios. Bien es verdad que hay periódicos que este abandono por parte del lector, está compensado por el soporte financiero que les garantiza su permanencia en los kioscos. De todos los medios de comunicación, quizás el más vulnerable frente a las nuevas tecnologías, sea la prensa escrita. Hace unos años surgió la prensa que no se compra. Esta iniciativa no hay duda que acercó la información a los ciudadanos, que de otro modo nunca compraban una diario. Más tarde cada periódico colgó su versión en Internet, esto supuso otro acercamiento al ciudadano actualizando su contenido a tiempo real y también gratis.
Los periódicos se vieron obligados a ofertar un auténtico supermercado de variedades de objetos que nada tenían que ver con la información. No hay duda que cada medio ha tenido que dar respuesta para su permanencia en el mercado.
Los grupos editoriales han encontrado soporte financiero, inclusive fuera de España. Otros están constituidos con el apoyo financiero ajeno al periodismo, donde el interés está puesto en divulgar ideologías homologables con el partido político que le es afín. Actúan desarrollando un papel similar al de una seudofundación, donde la propaganda de su doctrina está garantizada. A estas alturas del siglo XXI la reconversión de los periodistas está pendiente. Los trabajadores de los medios son las víctimas y al mismo tiempo, lejos de ser testigos, han de ser los protagonistas del cambio. Es preciso discernir lo que es periodismo de aquello que no lo es. En los canales de televisión cada día se reproduce menos periodismo y más telebasura. La pretendida pluralidad, en absoluto refleja el espectro político de España, y mucho menos la riqueza social. La pluralidad social no podemos limitarla a los resultados políticos en unas elecciones. Hay que romper el círculo vicioso de la cadena de propaganda ideológica: Partido político con su medio afín correspondiente. Periodista empleado de un medio presente en otros medios, con el subtítulo que le amordaza, y emisión de valoraciones ajustadas al guión establecido a priori por la línea editorial. Hay que romper este paradigma por ser el más viciado. Y por último la profesión de periodista en nuestro país tiene una edad medio muy alta. Apenas se ven nuevas caras y nuevos nombres. No es la crisis la causante de todos sus males, quienes realmente les han cerrado las puertas de su profesión han sido los propios medios.
Ya no podemos caer en la ilusión utópica de la independencia como subtítulo de un medio, porque es una falacia. Todos los medios tienen su ideología, su fuente de financiación, su pertenencia a un grupo de presión y su afinidad política.
Todos están constituidos como empresas para ganara dinero, donde el corporativismo les protege de toda aquello que no conviene a sus intereses, y la libertad de expresión está vetada cuando haya que ejercer la sana autocrítica. El tema de la independencia está viciado en su origen y es inevitable. Pero lo que sí es exigible es que desaparezca la contaminación de funciones dentro del equipo de los profesionales del medio, no importa su naturaleza. Si el periodista es un tertuliano debe de aportar juicios de valor que sean objetivables. Para ello puede dar distintas opiniones, sin que se manifieste cual es la suya, porque para eso tiene el espacio reservado para el columnista. Y sobre todo tiene que formarse y especializarse. Hoy el pueblo está más informado de lo que se creen algunos pedagogos de los medios. Los ciudadanos no esperan pacientemente a que el primer tertuliano que aparezca en la pantalla les cuente su versión para elaborar su opinión. La pluralidad se consigue acercándose al arco ideológico social, no convocando a los mismos medios con los mismos periodistas y representado los intereses de los mismos partidos políticos, repitiendo las mismas opiniones todos los días del año. Es preciso romper el paradigma perverso del CUARTO PODER. Este poder sin control, sin autocrítica, preparado para presionar al poder legítimo y dominar la agenda del Gobierno y la oposición. Siempre de espaldas al ciudadano.
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