En el año 2011 nos debemos de preguntar, qué es lo que queda del franquismo, después de 36 años de la muerte del dictador.
En lo formal podemos asegurar que la Constitución de 1978 ha transformado el Estado despótico y totalitario en un Estado democrático y constitucional.
No obstante el franquismo como ideología se manifiesta como una oposición larvada sin renunciar a sus esencias. A través de cuatro negaciones:
1. Negación de la legitimidad de la II República (1931-1939).
2. Negación a la condena del golpe del 17 de julio de 1936 que la derrocó (1636-1939).
3. Negación de reconocimiento a los caídos del bando republicano. Memoria Histórica. Guerra Civil y post-guerra.
4. Negación de condena de la dictadura (1939-1975).
El franquismo sigue vivo y estas cuatro negaciones serían una falacia, cuando la derecha condenara lo que la Historia ya ha condenado.
El Partido Popular niega estas cuatro evidencias porque hinca sus raíces en ellas. La cadena sucesoria dispone de unos eslabones férreos: Franco, Fraga, Aznar, Rajoy, Cospedal, Aguirre, Mayor Oreja… Todos ellos mantienen los mismos principios que llevaron a Franco a levantarse contra la República. Lejos de desarrollar la Constitución la han fosilizado y jamás condenarán lo que consideran su esencia.
Los antepasados del PP apoyaron a Franco y sus generales sediciosos y golpistas, bendecidos por la Iglesia, financiados por el capital y con la colaboración incondicional del fascismo español, Falange Española y de la JONS (Juntas Ofensivas Nacionales Sindicalistas).
La derecha española no tiene nada en común con la derecha europea en lo ideológico, sí en el neoliberalismo económico que arrasa Europa y el Estado del bienestar.
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