Por Pedro Taracena
El árbol
genealógico político del Partido Popular es históricamente constatable. Lo
integran una casta de caudillos y
salvadores de la patria, que alcanzan su legitimidad en las proezas de sus
antepasados. En 1936 se constituyen en Ejército de Salvación y emprenden la
sublime y gloriosa campaña del Alzamiento Nacional, contra la España republicana, atea, comunista y judeomasónica.
Estas hordas habían usurpado la libertad, la unidad y el origen católico de
España, desde la conversión de Recaredo que
hacía 14 siglos.
Para
esta gesta unieron sus fuerzas la espada y la cruz. El ejército y la Iglesia.
El pueblo llano atisbó de qué parte estaba el mismo Dios, cuando el episcopado
de entonces bendijo y colaboró de forma activa en la Santa Cruzada. La victoria
se hizo esperar tres años, y el enfrentamiento fratricida fue inevitable. Unos
españoles dieron su vida y fueron
considerados como Caídos por Dios y por España. Los otros, aquellos que
se empecinaron en defender la República murieron por la libertad y la
democracia.
Los
vencedores fueron capitaneados por el invicto Caudillo de España que lo fue por
la Gracia de Dios y nombrado también Generalísimo de los Ejércitos, Francisco
Franco Bahamonde. Aclamado y exaltado a la Jefatura del Estado creando un
régimen basado en su poder personal y organizado a través de una Democracia Orgánica
basada en los Principios del Movimiento Nacional. Entre el Vaticano y el Reino
de España implantaron un Estado Confesional. Maridaje Iglesia-Estado. En España
aunque no se restauró la monarquía después de la Guerra Civil, de manera más o
menos formal no abandonó la consideración de Reino; dando fe de ello el Consejo
del Reino creado; ayudando a consolidad la alianza trono-altar.
España
fue gobernada cerca de cuarenta años por Franco y como es natural a ese periodo
se le conoce como franquismo, y aquellos que colaboraron en salvar y
gestionar la unidad de la patria,
constituyen para la historia los seguidores de Franco, que reciben con honroso
mérito el nombre patronímico de franquistas. Muerto el Caudillo y sus legítimos
herederos exigieron que se cumpliera sus últimas voluntades. Se instauró la
monarquía que se pactó con los que no habían colaborado con el Salvador de la
Patria, más aún, habían sido perseguidos, exiliados y encarcelados. La Ley de
Amnistía y un pacto no signado que se denominó la Santa Transición, trajo un
periodo de olvido y de consenso. En este periodo los franquistas siguieron
orgullosos de su origen y de su ADN. La dinastía de caudillos ha garantizado
mantener el espíritu franquista a lo largo de la época democrática: Franco,
Fraga, Aznar y Rajoy. La existencia de una Constitución no supone renunciar al
pasado franquista preñado de gestas patrióticas. Retomemos el primer párrafo de
este artículo, los miembros del Partido Popular deben de aceptar el patronímico
de franquistas. Son hijos de Franco. Herederos legítimos del padre fundador y
sin complejos y sin prejuicios, asumir su pasado. Salvando los epítetos que
cada cual pueda usar, los franquistas ante la amenaza de que el Congreso de los
Diputados condenara al franquismo, junto al nazismo y el fascismo, su reacción
ha sido honrada y coherente. El nazismo ha sido condenado por Alemania y el
fascismo por Italia. Y ambos por la comunidad internacional. Hacer apología de
una u otra ideología esta panado por la ley. En España la versión fascista de
esta ideología está en la amalgama formada en torno a Falange Española y de la
JONS (Juntas Ofensivas Nacionales Sindicalistas) y el nacionalcatolismo. Pero
en España aún no se ha condenado al franquismo. Entonces los franquistas lejos
de condenar su apología, se adhieren a ella porque toma parte de su esencia,
son el franquismo auténtico.
¡Fuera las máscaras democráticas!
¡Abajo los
adefesios constitucionales!
¡Somos los
verdaderos franquistas!
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