Por Pedro Taracena
Foto: Hemeroteca EL PAÍS
(Hipocresía política y moral)
Voces Contra el Terrorismo condenan la
intervención de los dirigentes de Bildu en el Parlamento Vasco, en la que se
justificaban los asesinatos que ha causado la banda terrorista ETA, como un
“conflicto político de expresión violenta”.
Hasta
aquí la noticia escueta. El Partido Popular como era de esperar se rasgó las
vestiduras porque sus militantes han sido las
víctimas de los asesinatos de
ETA. Obviedades que responden a una realidad aceptada, no solamente por los
demócratas que viven en este país que se llama España, sino que comprende
también al País Vasco. No obstante, de los hechos históricos acaecidos desde
aquel 18 de julio de 1936 y el 20 de noviembre de 1975, no se han pedido
cuentas de los crímenes cometidos a los herederos legítimos de la victoria de la
Guerra Civil y a los colaboradores imprescindibles de la dictadura. Con la Transición
pactada que no rubricada se dotó al pueblo de una amnesia general; quedando impunes los crímenes de lesa
humanidad cometidos al amparo del dictador. Aquí no había pasado casi nada y las víctimas de la represión franquista cayeron en el
más perverso de los olvidos, mientras los verdugos han campeado a sus anchas;
adjudicando a la ley de la amnistía un poder que hace desaparecer todo vestigio
de delito y todo atisbo de enjuiciamiento de sus crimines. El conflicto
político militar de la dictadura franquista, aunque se empeñen en negarlo, es
semejante al conflicto político militar de ETA y su entorno. Los franquistas
triunfantes de la guerra y de la dictadura, a la muerte del dictador, se
cambiaron el nombre y se revistieron con el disfraz de los demócratas de toda la vida y la
máscara de los defensores de la Constitución. Y sin condenar la dictadura, el Rey
de España incluido, se convirtieron en defensores del Estado de Derecho, de la
Unidad de España y de los valores constitucionales. Se produjo el alto el fuego
fehaciente de ETA y los abertzales (Amantes de la patria), lejos de pedir
perdón justifican la violencia en su pasado. El PP se arroga el derecho de
estar libre de toda culpa histórica y ya ha arrojado la primera piedra. Es
verdad que la historia la cuentan los vencedores o al menos es la versión que
más se fomenta. De igual forma los políticos marcan la pauta de la España
oficial. Éstos dictan lo que hay que condenar y lo que hay que aplaudir u
olvidar. En el caso de los heredaros del franquismo, el Partido Popular
confunde lo legal con lo justo y las
mayorías absolutas con el absolutismo. Si la trayectoria del PP ha sido fiel al
franquismo, ahora con qué argumento y en virtud de qué moral exigen que los
abertzales condenen la violencia terrorista y criminal de ETA. No están
legitimados para exigir aquello que no cumplen.
Los franquistas, falangistas y neofascistas del PP aún no han condenado
los crímenes del genocidio franquista, más aún, no dudan en mantener una
postura de equidistancia perversa y negacionista. Obligar a condenar a ETA y su
entorno su pasado terrorista, sin condenar el franquismo con todas sus pompas y
obras, es una hipocresía política y moral.
Es
el pueblo depositario de la soberanía nacional y constitucional quien está
legitimado para condenar sin apelativos disuasorios y mucho menos equidistantes, el terrorismo de ETA y la
dictadura franquista. Es un fraude que
le Gobierno constitucional persiga y condene el terrorismo y no condene la
dictadura del general Franco. Empezando por el monarca que ni ha jurado la
Constitución y tampoco ha condenado la dictadura; habiendo jurado los
Principios de Movimiento Nacional que inspiraron el régimen tiránico. Mientras no
se reconozca la legitimidad de la II República, se condene la dictadura de
Franco y el Rey se ponga al frente de las exigencias del pueblo, algo huele a
podrido en el Reino de España. No
solamente está en peligro la corona de Juan Carlos I, sino la de Felipe
VI.
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