Por Pedro Taracena
Artículo 2 de la Constitución Española (1978)
“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria
común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades
(*) y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
El contenido del artículo 2 está relacionado con el artículo 8 donde recuerda que: “Las Fuerzas Armadas tienen como misión garantizar la independencia y soberanía de España, defender su integridad
territorial y el ordenamiento constitucional”.
Artículo 1 de la Constitución de la República Española (1931)
La República constituye un Estado integral
compatible con la autonomía de los
Municipios y las Regiones.
Es fácil constatar que el contenido del artículo 2 y parte del artículo 8, es una cuña irremediablemente franquista, más aún, militarista si
hablamos con propiedad. Mientras la Constitución republicana únicamente utiliza
la palabra integral, la Constitución monárquica plasma
cuatro vocablos, todos al cual más evocador del lema del Caudillo de España que lo fue por la Gracia de Dios: España: Una, Grande y libre.
Introducir en el texto constitucional el concepto de unidad, nación y patria,
de forma exclusiva y excluyente es un despropósito. Los franquistas y los militares dejaron reflejada en la Carta
Magna su vocación continuista, imponiendo
ante las exigencias nacionales periféricas el término ambiguo, improvisado y
convencional de nacionalidad (*).
La unidad nunca puede ser un fundamento absoluto
en sí misma y menos decretar que esa unidad corresponda a
una patria y una nación. El concepto
unidad hubiera sido más válido si se le añade la palabra diversidad. El concepto nación tiene mucha relación con las emociones y los sentimientos, y la palabra patria se mueve
en el romanticismo épico del ardor guerrero. Encorsetar en el texto
constitucional que todo el territorio que llamamos España, deba de ser una unidad granítica, es simplemente una mentira. Y negarse a
reconocer que España está constituida por diversas sensibilidades nacionales,
es tener reminiscencias franquistas. El nacionalismo español negó y persiguió que los españoles formamos desde tiempos pasados un rico mosaico de naciones. Somos
una nación de naciones.
El Tribunal Constitucional retiró del Estatut de Catalunya el valor jurídico de la Nació Catalana, con
ello demostró su vínculo con el pasado franquista, y su ignorancia de lo
que es un sentimiento de pertenecer a una nación, una lengua materna, un arraigo histórico y para no pocos ciudadanos
de España una patria. Todas estas magnitudes no se pueden
medir y mucho menos encorsetar en una Constitución, que sólo debe de
entender de derechos y deberes. El sentimiento de ser o no ser español no lo otorga la Constitución. La nacionalidad constitucional es un derecho legítimo y legal o por conveniencia, que nada tiene que
ver con un sentimiento. Referente a la unidad patria, tampoco se impone por
mucho que los Reyes Católicos unificaran
España. Si a esa amalgama de realidades no reconocemos una
diversidad, esa unidad sólo sirve para
complacer al franquismo más recalcitrante.
España vive en estos días unos momentos convulsos
por muchos motivos: La ineptitud del Gobierno ante la situación catalana, la corrupción sistémica y generalizada de las instituciones y de la clase política, todo ello agravado por la crisis económica donde solamente el pueblo es el pagano de un
delito que no ha cometido: Paro, hambre, desahucios, pobreza y muerte… El perverso y delictivo inmovilismo de
Rajoy está esperando a ver
si con la ley en forma de mazo, aplasta
a una parte del pueblo que quiere que se siente a dialogar convocando a todas
las instituciones en busca de un pacto de Estado. La Constitución fue tutelada por el franquismo y el ejército, pero
ya su texto no responde a las exigencias de los españoles del siglo XXI. Los partidos políticos tienen que renunciar a la nada modélica
Transición porque ya se ha demostrado que la reconciliación entre los españoles no ha sido posible. Los pasos que puedan dar el Tribunal
Constitucional y el resto de las instituciones, incluyendo a los jueces, están contaminados de los vicios y perversiones de la
dictadura…
Es de esperar que Rajoy llevado de su
perfil parco, torpe y terco, no caiga en la tentación de resolver este conflicto político por vía judicial y policial, porque no resolvería absolutamente nada y la quiebra social tendría resultados irreparables. Es un escenario difícil de imaginar pero muy verosímil con el inquilino de la Moncloa…
(*) nacionalidad.
3. f. Esp. Comunidad autónoma a la que,
en su Estatuto, se le reconoce una especial identidad histórica y
cultural.
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Es evidente que las acepciones
3 y 4 son una adaptación de la semántica que
convencionalmente se determinó para el uso político y
constitucional, genuinamente español.
GUERNICA
Pablo Picasso
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