Por Pedro Taracena Gil
Cuando el nombre de José Ignacio Wert saltó a los titulares de la prensa como ministro de Educación, Cultura y Deportes, vinieron a mi mente imágenes de este personaje camuflado como periodista tertuliano en televisión. Analizando el perfil de este sociólogo, su trayectoria en los medios y como consultor, es coherente que Rajoy haya contado con él para tres carteras en una. Sin embargo, con esta decisión el nuevo e ínclito presidente, ha demostrado el cariño y la pasión que tiene por la educación de nuestra juventud, poniéndola en sus manos. Sin duda su objetivo es hacer economía, es decir recortes. Gestionará las tres áreas dándolas la misma importancia y haciendo de ellas tres empresas privadas. El fantasma de la privatización se cierne sobre ellas sin miramientos. Su perfil de sonrisa forzada y con aires de cierta suficiencia, en nada favorece el diálogo con el universo de la educación pública. Pero este nombramiento merece un análisis más profundo de la implicación del cuarto poder y su afinidad con la política. El sociólogo Wert fue invitado a las tertulias de televisión como un periodista más, donde cada cual procede de un medio y se convierte en portador de su ideología. El nuevo ministro no sorprendió a nadie sobre qué ideología ostentaba en los debates. Pero lo perverso es que los medios públicos están convencidos de que esta representación de los medios presentes en el plató, son la expresión de la pluralidad política de España. Craso error no exento de mala intención. Allí solamente estaban los medios poleas de transmisión de los partidos; quedando sin representación el ciudadano de la calle. Durante el año 2011 hemos podido contemplar que una mayoría nada despreciable expresaban su indignación por no sentirse integrados en esta democracia formal plagada de vicios, y reclamaban Democracia Real ¡Ya! Ahora el nuevo ministro cosecha sus frutos de la propaganda que hizo del Partido Popular en los platós; recogiendo su premio a la fidelidad. Estas adulteraciones jamás son criticadas por el cuarto poder. Y en el caso que nos ocupa han estado arrogándose la idea de que son los únicos que representan la voz de la calle. Y su única representación ha sido la de los partidos políticos camuflados entre los tertulianos cuyo guión está escrito previamente. Con esto se demuestra que la política en todas sus formas y los medios de comunicación se disputan el cuarto poder, que consiste en amordazar al pueblo. Esta falta de honestidad, de democracia real en suma, nutre cada día más los movimientos como el 15 M. En la medida que la balanza que hoy está vencida hacia el lado de los manipuladores: política y medios de comunicación, vaya perdiendo peso y ganando los ciudadanos; descubriendo en la mentira que nos encontramos, la balanza se inclinará hacia el lado del pueblo; perdiendo votos sobre todo la derecha. Lo público irá ganado terreno a la especulación y lo privado. Estos movimientos están dando muchos quebraderos de cabeza a los políticos y presumo que darán mucho trabajo al nuevo ministro de Interior. Al menos su presentación fue un tanto amenazante. En esta legislatura la verdadera política se ha de hacer en las calles. El Parlamento está ocupado en otros asuntos ajenos al pueblo..
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