Páginas

viernes, 20 de diciembre de 2013

ESPAÑA SE HA CAÍDO DEL PARQUÉ MUNDIAL DE LAS COTIZACIONES HUMANÍSTICAS



EL PALACIO DE CRISTAL

Por Pedro Taracena

Estamos viviendo en España una especie de Renacimiento cívico, que con la colaboración decisiva de Internet y las Redes Sociales, estamos plantando cara a la tiranía de los políticos, los caciques y los medios de comunicación, todos ellos, viles lacayos del capital: banqueros, financieros, usureros, ladrones y corruptos.  Expertos profesionales de la delincuencia más variada. Los causantes de la crisis en Europa son los mercados financieros y los políticos. Y las víctimas somos los ciudadanos, que aunque hubiéramos tenido la mala voluntad de provocarla, jamás hubiéramos podido lograrlo.
En esta crisis que actúa con tintes claramente criminales, los paganos somos todos aquellos ciudadanos que dependemos del trabajo por cuenta ajena. Los verdugos conscientes de que lo eran, ha sido y lo sigue siendo, la nefasta y criminal Troica. En el caso de España, el Gobierno es el total responsable de no evitar que las plagas de la crisis arrasen, como está sucediendo, el Estado del Bienestar. Se ha modificado la Constitución de forma legal pero con apariencia de acción furtiva, de tapadillo, con nocturnidad y a sabiendas de que esta enmienda era rechazada por el pueblo. Desde entonces esta reforma constitucional obliga al Reino de España a mantener el déficit público impuesto por la Unión Europea. El déficit no será superior al 4% del PIB y la deuda pública no será superior al 60% del mencionado Producto Interior Bruto. La acción se eleva a la categoría de perversa, cuando se puede comprobar que esta medida debía tener fuerza legal en los países firmantes, pero apostilla, “preferiblemente” en las constituciones.




El Gobierno de turno, que ahora sabemos de la célebre carta que amedrentaba al país y amenazaba con la intervención con el tan temido rescate, actuó de forma perversa ocultando al pueblo una grave situación de emergencia nacional. Los dos grandes partidos, de espaladas al pueblo, eligieron servir a los mercados y acabar con los derechos de los españoles. Las acciones políticas indicadas por Europa y tomadas como dogma de fe por nuestros gobernantes, cuyos resultados están a la vista, son acciones que sin que el leguaje jurídico lo determine, constituyen según el diccionario de la RAE, crímenes legales en tiempos de paz y democracia. Los políticos han utilizado su legítima y democrática mayoría absoluta, en leyes injustas, inmorales y criminales, dejando vacío de contenido la Constitución y la declaración Universal de los Derechos Humanos. Confundiendo la mayoría absoluta con el poder absolutista. ¿Cómo denominar al paro, al desahucio, a la enfermedad, a la muerte, al desamparo, a la emigración de los jóvenes y al hambre en la infancia? Todo para calmar el ansia insaciable de riqueza de los mercados y las empresas. Cuando denunciamos sus crímenes, nos llaman demagogos.
El pueblo como es natural, y dice mucho en su favor, está contestando en la calle. El Gobierno tiene miedo del pueblo y endurece la ley para reprimir sus reivindicaciones. Utiliza la falacia de que su intención está en salvaguardar las instituciones del Estado. Es público y notorio que el Gobierno está instalado en la mentira sin intención de cambiar, y que las instituciones que desea proteger están podridas en su médula central. El pueblo tiene que tener más miedo de las instituciones por su sordera y corrupción, que las instituciones al asalto del pueblo, que solamente desea ser escuchado.



En esta última parte del artículo es mi deseo desempolvar y ajustar algunos términos, para que los utilicemos en su justo sentido y lo que es más importante obremos en consecuencia. Es fácil escuchar sobre todo a la derecha: “Están radicalizando su postura, son unos extremistas”. Yo me confieso como radical, que no extremista. Porque quiero llegar a la raíz fundamental del problema. Soy partidario de reformas extremas, especialmente en sentido democrático. Si mi extremismo es rechazar los recortes que provocan crímenes, adoptando posturas extremas como respuesta al déficit democrático, soy conscientemente un radical. Esta palabra solo es peyorativa si se le añade el ismo. Otra palabra que debemos revisar es la insumisión ¿Qué hacer frente a las leyes manifiestamente impuestas por la Troika contra los derechos de los españoles? ¿Debemos someternos a la tiranía de las leyes inmorales e injustas que matan, desahucian, reprimen y multan? Otra palabra es el desacato y la resistencia a la autoridad, ambos vicios que según el Gobierno, deben ser respondidos con la docilidad. Y mientras en una manifestación se prohíbe a los manifestantes ir con el rostro cubierto, los policías no llevan la placa visible ocultando su identidad y quedando impune sus posibles desmanes. Además está prohibido que las imágenes execrables de ciertos manifestantes y ciertos policías den la vuelta al mundo, porque deterioran la Marca España. Pero como el Gobierno está instalado en la mentira, aún no sabe que la Marca España ya no cotiza en ningún parqué del mundo.



Fotos: Pedro Taracena

No hay comentarios:

Publicar un comentario