Por Pedro Taracena
El presunto periódico LA RAZÓN, es desde su
origen un despropósito como medio de comunicación, supone una
impostura como periodismo, una máscara de democracia, independencia
del poder y borracho de subjetividad. Desde su origen su objetivo nada oculto
fue y sigue siendo un medio financiado por el capital, al servicio de la
recalcitrante derecha española, situada en la tradición franquista y en
el nacionalcatolicismo. La fuerte financiación recibida de los poderes fácticos ningunean
los ingresos de publicidad y de los quioscos. Jamás irá a la quiebra,
que no sea fraudulenta. LA RAZÓN se ha consagrado como un grupo de presión incrustado en
el Partido Popular; tratando de ofrecer al lector que compra el diario, la convicción de que adquiere
un medio libre e independiente. Aunque lo que adquiere el lector, empresario,
trabajador, pensionista, funcionario, es una parcela de ideología que en no pocos
casos perjudica sus intereses, aunque venga envuelto en falacias y demagogias.
Pero ya es sabido que los españoles aún votan con la nostalgia de los
herederos de los vencedores y vencidos
en la contienda fratricida. Ajenos a la problemática actual
socio-económica.
El proto-diácono que mantiene
el paradigma de LA RAZÓN, el ínclito FRANCISCO MARHUENDA GARCÍA, es el impostor
del periodismo más significativo del medio, que por sus méritos es el
director. Sí, impostor, porque se atribuye falsamente el ser periodista. Finge o
engaña, eso nunca se sabrá, cuando se presenta como periodista.
Esto se hace con la aquiescencia del medio que le contrata como tal, a
sabiendas que suplanta sin disimulo al verdadero profesional del periodismo. La
ausencia de autocrítica en prensa, radio y televisión prestan su
connivencia, permitiendo a este señor representar y defender al Gobierno y sus políticas, sin atisbo de crítica. Marhuenda es Rajoy, es Aznar, es Fraga y el mismísimo Franco. Y la representación del nacionalcatolicismo, siendo látigo de los comunistas y la izquierda. Sería una ingenuidad pensar que los demás medios son independientes y autocríticos. Todos dependen del amo que les paga y su carta
de presentación no alberga
dudas, pero hacen la pantomima de criticar al Gobierno con más o menos ahínco. Público desapareció por que era molesto al poder. Los actuales medios
audiovisuales están a buen recaudo.
La crisis afectará a los
profesionales pero el proselitismo ideológico está razonablemente garantizado.
Pero LA RAZÓN está situada en la sinrazón.
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