Por Pedro Taracena
Cospedal insiste en que la imparcialidad en RTVE es mejorable. La independencia que exige esta señora ya se sabe en qué consiste. Que la proporcionalidad de la presencia de los partidos en el ente público, respete escrupulosamente el espectro de fuerzas políticas tal y como han salido de las urnas el 20-N. Pero añade otro aspecto, el más importante, que sea el Consejo RTVE y no los profesionales quienes decidan los tiempos y espacios de la presencia de los políticos, al margen de que sean noticia, o que la noticia tenga algún interés público. Es decir, que los espacios de TVE se conviertan en publicidad gratis, pura y dura ganada en las elecciones. Ni María Dolores de Cospedal ha entendido la nueva estructura de la televisión pública, ni los profesionales de TVE han comprendido qué es eso de la pluralidad. La televisión pública no es un órgano de representación política. Tampoco es un ente donde tengan exclusivamente presencia los portavoces de los medios de comunicación. Y mucho menos una réplica del Parlamento. Los contenidos no deben de abusar de los temas políticos. La actualidad es más variada, el guión de la vida diaria no lo escriben los políticos. Los medios modernos de comunicación permiten al ciudadano conocer lo que dicen y hacen los políticos y el Gobierno en directo, y no necesitan que se lo expliquen, ni en los telediarios, ni los tertulianos. Que además, no están preparados porque su periodismo está ya caduco. TVE es ante todo un servicio público, donde tienen cabida todos los ciudadanos y todas las opciones y tendencias. Es perverso que TVE ceda sus espacios para dar lugar sólo a la pluralidad de los medios y no a quien está excluido de los medios y del Parlamento. Hay espacios en TVE que se convierten en un ágora donde los periodistas representan solamente a los medios de comunicación. El invitado es entrevistado, casi siempre un político, por el director o directora empleados de la casa y por los contertulios. Éstos formulan las mismas preguntas que podrían formular los diputados correspondientes a los partidos de los cuales sus medios son poleas de transmisión. El director del programa se arroga la presunción de que es la voz de la calle. Estas tertulias están montadas para satisfacer las formas de la televisión pública y plural. Pública sin el pueblo y plural; copiando el espectro político de Las Cortes Generales y pegándolo en un plató de televisión que pagamos todos. Estos programas resultan tediosos y de muy baja calidad informativa. Los tertulianos repiten día tras día los mismos argumentos, las mismas críticas, desde las mismas tendencias e idénticas opiniones que los medios que les envían. Son de la vieja y caduca guardia. Están anclados en la Transición. No tienen ninguna preparación que le permita aportar algo interesante. El becario que dejan en sus respectivas redacciones, seguro que haría mejor el trabajo. Hay escasas excepciones en algún participante que viene de la universidad. Pero lo grave es que allí no está la voz de la calle por mucho que lo predique el conductor del programa de forma arrogante. De los interrogantes, muchos de ellos dramáticos, que el pueblo se plantea en la España de hoy, no pueden hacerse eco estos periodistas pagados por los medios que no pueden salirse del guión que le marca quien les paga. Las discusiones de estos periodistas con el entrevistado y entre ellos mismos, duplican el trabajo de los parlamentarios. Sin embargo el hombre de la calle podía ser invitado directamente para preguntar al político. Sin esperar al encorsetamiento de tengo una pregunta para usted. Hay tertulianos como el nuevo titular del ministerio de Educación, José Ignacio Wert, que cuando participaban en tertulias políticas, como casi todos, se definían sin pelos en la lengua. En el caso de este seudoperiodista es un ejemplo de este tipo de periodismo servil con una ideología. En nada se diferenciaba de un diputado del Partido Popular. Ni al Partido Popular le interesa la independencia de la RTVE, ni a los profesionales del medio, se quieren preparar para un nuevo periodismo. Si RTVE tuviera vocación de ser pública y estar al servicio de la información, de y para el pueblo, debería salir a la calle y llevar a sus platós la riqueza del 15-M. El desmantelamiento de la Educación Pública en España, donde profesores y alumnos contemplan el deterioro de lo público en beneficio de lo privado; convencidos que está en juego el futuro de una generación. La Sanidad que ya no es igual para todos. La investigación y el desarrollo. El mundo del trabajo y un sinfín de cuestiones sociales. Quizás estos temas tratados entre profesionales de altura con el pueblo implicado directamente en estas problemáticas, sería una programación molesta para el poder de turno. Pero los programas de ahora son un plagio de las refriegas de los políticos con el cuarto poder. Sólo sirven para perder el tiempo repitiendo el tedio político del momento. Prueba irrefutable de que todo esto es verdad, está en que este artículo jamás será publicado por ningún medio, aunque se les proporcione. En Internet está la verdadera libertad de prensa.
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