REUTERS
La “vida en la mentira” y la “vida en la verdad”
Por Pedro Taracena Gil
El consenso que abordó la transición española, de la dictadura hacia la democracia, supuso una adormidera, que ha sumido al pueblo español en una amnesia nacional. No exentos de buena voluntad, los franquistas y los que evidentemente no lo eran, hicieron un pacto que nos llevó a dotarnos de la Constitución de 1978, y como consecuencia, España, recuperaba el Estado de derecho, arrebatado a la República el 18 de Julio de 1936. Aunque esta es una vedad documentada históricamente, la reconciliación real entre los españoles, aún es una falacia. Los políticos venidos del régimen totalitario, vencedores en la Guerra Civil, pactaron de forma implícita con los opositores a Franco, sepultar las consecuencias del genocidio franquista. Dicho de otra manera, creyeron de buena fe que aquellos que habían estado en el bando de los verdugos, podían seguir en el poder sin rendir cuentas a nadie. Y de igual forma, los venidos del exilio, los que salieron de las cárceles por la Ley de la Amnistía, y aquellos que surgieron de la clandestinidad, se dieron por bien pagados. Porque tenían prisas por conseguir alguna cota de poder en un futuro inmediato. Este pacto o consenso cuyo resultado fue el texto constitucional, se pondría en evidencia tan pronto como los verdugos y las víctimas tomaron conciencia de que la brecha histórica, era evidente y que sólo se había resuelto en apariencia. El soporte jurídico de la Carta Magna supuso el nuevo escenario para la convivencia entre los españoles. Convencidos los unos, no exentos de ingenuidad, y los otros con manifiesta mala voluntad, de que la herida fratricida no se había cerrado en falso. Es demasiado evidente que un exterminio planificado en aquellos días de julio de 1936, que provocó la Guerra Civil y justificó la dictadura hasta la muerte del general Franco, no podía quedar impune ante las víctimas. Delitos considerados como de crímenes de lesa humanidad; reclamando Justicia Universal ante cualquier tribunal del mundo civilizado.
El libro El poder de los sin poder, escrito en 1978 por Václav Havel, expresidente de Checoslovaquia, recientemente desaparecido, hace una reflexión sobre la actitud del ciudadano disidente en los regímenes que él denomina como sistemas postotalitarios. Salvando las distancias sobre todo en las formas legales, entre las dictaduras de la antigua Checoslovaquia y la dictadura franquista en referencia con la Transición, hay un paralelismo que nos puede aportar algunas reflexiones, si tenemos voluntad de encontrar salidas razonadas con ánimo conciliador. Durante el totalitarismo franquista, el pueblo soportaba una tiranía que nada era lo que parecía. Para subsistir el ciudadano soportaba la “vida en la mentira” y evitaba así complicaciones. Sólo los disidentes daban con sus huesos en prisión. Cuando llega la democracia en España y se convierte en un Estado de derecho, el ciudadano recupera sus derechos humanos y abandona la “vida en la mentira” y experimenta por primera vez la “vida en la vedad”. Tanto los checos y eslovacos, como los españoles lo hemos vivido en nuestras propias carnes. A pesar de más de treinta años de Constitución, es innegable que en España el divorcio entre la democracia formal y real, tiene evidencias de la “vida en la mentira”. El Gobierno se aleja de la Constitución aconfesional y se acerca a la “vida en la mentira”, cuando obra según los dictados de la Iglesia. Permanece en la “vida en la mentira” mientras el Gobierno no condene al franquismo en todas sus formas; quebrando el pacto constitucional y recluyendo al ostracismo a sus víctimas. Los gobiernos anteriores de corte socialista también han permanecido en la “vida de la mentira”, bajo el estigma de la Transición.
La Europa de las finanzas y la Europa de la Unión, perseveran de forma perversa en la “vida de la mentira” porque no cumplen con su deber de proteger al más débil. Las televisiones del mundo entero han divulgado la puesta en escena de esta dualidad perversa. Un edificio en llamas, los atenienses apaleados por la policía y los representantes del pueblo firmando su complicidad con el imperio del dinero. Nunca se ha presentado de forma tan nítida la evidencia de que todas las instituciones europeas y mundiales se han instalado en la “vida en la mentira”. Y como consecuencia el pueblo jamás ha soportado como ahora la “vida en la verdad”, extorsionado por el despotismo y la opresión de la “vida en la mentira”. El imperio de la “vida en la mentira” está hoy instalada en España, a través de: El aniquilamiento de Garzón por las fuerzas conservadoras y no conservadoras. El acuartelamiento de los franquistas en el Tribunal Supremo. En un Gobierno instalado en la fosilización de la Constitución. En el Parlamento que no representa la participación real. En la descalificación hacia los sindicatos por parte del empresariado y el Gobierno. El desprecio por las trabajadoras y trabajadores y la persecución de todos los movimientos reivindicativos de la democracia real, en particular del 15-M. La tragedia se cierne sobre el oprimido y el primer muerto lo podrán los parias a quienes secuestran la “vida en la verdad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario