Los medios de comunicación privados y
públicos están en manos de los Hijos de la Santa Transición. Son entes privados
o públicos, con personalidad jurídica (grupos financieros o
imperios editoriales), y personas físicas con nombres y
apellidos (periodistas o seudoperiodistas). Son los medios que en el periodo
inmediato a la coronación de Juan Carlos I, se declaraban antifranquistas y
demócratas de toda la vida. Fueron los voceros y escribientes que dieron fe del
pacto constitucional y del consenso al margen de la Constitución de 1978, que
los políticos franquistas impusieron a los que no lo eran. Con perversa
sutileza y fuera del texto de la Carta Magna, les amordazaron
amedrentándoles de que cualquier exceso democrático podía traer otro
enfrentamiento fratricida. Los franquistas de entonces, con la chaqueta de
demócratas son los mismos de ahora, es decir, el Partido Popular, herederos en
línea sucesoria legítima de: Franco, Fraga, Aznar y Rajoy. Y los demócratas que
entonces formaron una amalgama de gente venida del exilio, de la cárcel, de la
clandestinidad, aceptaron de forma implícita
no escrita el pacto de la vergüenza. Que consistió en obviar los
crímenes de la dictadura. Dejando en la más vergonzosa impunidad el periodo más
sanguinario y prolongado de la Europa del siglo XX. Los temas relativos al Rey
y la Corona, a Franco y su dictadura, así como el rastro de honores, homenajes
y símbolos conmemorativos, no pueden ser tocados sin violar el sagrado
consenso. Palabra ignorada hasta entonces por los españoles. Pero después
de 34 años de vida constitucional, España está homologada con la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y con la Corte Penal Internacional. No
obstante, el querer forzar el texto constitucional para que el genocidio
franquista siga en la impunidad, es perverso e insostenible. Aunque el Rey
y el PP condenaran, como es su obligación ética y moral,
la Constitución seguiría más erguida, si cabe que nunca, en su
legitimidad.
En estos días
Rajoy y sus secuaces están más anclados en el franquismo. En sus dos vertientes
más genuinas: el nacionalcatolicismo y el nacional sindicalismo. Han sido
capaces de incrustar el espíritu de Franco en una democracia y como
consecuencia el PP ha fosilizado la Constitución. Y ante las derechas: empresarios,
bancos y caciques, unidas cual piña como siempre, están las izquierdas:
dispersas, desunidas y con tímidos guiños a los sindicatos. Y lo más grave
todavía, con la mordaza puesta por la Santa Transición; asumiendo
la discreción de los temas tabú. Ante este panorama nadie defiende el
pueblo y la verdad. Sólo PÚBLICO ha sido y es capaz de escribir sobre los temas
tabú. Es natural que no haya capital que financie una china en su zapato. El resto de los medios tienen
garantizada su financiación. Me gustaría que todas y cada una de las freses de
esta presentación, fueran desmentidas. Documentadas como falsedades.
Replicadas por la derecha por calumniosas y protestadas por la izquierda
demostrando su no complicidad.
PÚBLICO DIGITAL
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