Por Pedro Taracena Gil
A Mariano Rajoy le ha tocado liderar la perversa política del liberalismo económico a través de lo que él llama las reformas; comparándolas al contenido de la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812. Esta inadecuada y manipuladora intención le ha hecho lucir su incultura histórica y su parca formación política. Las tristes circunstancias actuales de España, han puesto en sus manos el liderazgo para manipular a todos los estratos sociales. No es que Rajoy se haya ganado ni este liderazgo ni otro cualquiera. Este mediocre político, solamente estaba allí, en el momento que los manipuladores mundiales le debían de hacer bailar cual torpe marioneta. El Partido Popular no es que haya alcanzado la madurez necesaria como para despojar al pueblo español del Estado del Bienestar, que durante los 22 años de socialismo ha conseguido, sino que se ha dejado manipular de sus maestros europeos. Tampoco deseaba evitarlo. El Partido Popular es la agrupación política que Fraga sacó del franquismo y condujo hacia el horizonte incierto del centro político. Como una especie de camino hacia Ítaca. Pero el no llegar al centro tampoco le importaba, porque en la derecha de toda la vida obtiene mejores ventajas, y sobre todo es donde encuentra más compañeros de viaje. Ahora a este liderazgo de Rajoy, espejismo de la realidad, le acompaña la modélica transición española. La Iglesia, su fiel esposa. Los bancos sus dueños y señores. Los empresarios cómplices en el engaño de salvar a España de la crisis, a costa de los trabajadores. Los medios de comunicación, todos, sin dejar uno, adormecidos por los efectos de los grupos de presión que les financian. Los jueces cuyos autos y sentencias, único idioma que conocen y deben de conocer, apestan a rigorismo legal; enmohecidos por el franquismo que les vio nacer. El pueblo que se suma a la comparsa, aterrado, sin haber tomado en su adultez conciencia de a qué clase pertenece. Los intelectuales, que siempre han sido progresistas, ahora deben tener también miedo. Y por último la clase política de izquierdas, dividida entre sí y divorciada de los sindicatos. Rajoy brilla porque en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Los discursos de los políticos de la derecha más recalcitrante de Europa, y del propia Rey de España en la celebración del 200 aniversario de La Pepa, ha sido la puesta escena del esperpento más genuino de la España actual, que pudiéramos imaginar. Allí, en Cádiz, nadie de los representantes de las instituciones del Estado ha dicho la verdad. Fueron maestros de la adulación y la falsedad. Y el pueblo jaleaba la puesta en escena de tal farsa. Pero no debemos de alarmarnos porque es el producto de nuestras propias falsedades. La Historia de España que nos han contado durante la dictadura es un cúmulo de mentiras hechos a la medida de Franco. Y la historia que hemos contado después de la Transición está escrita al dictado de los franquistas y amordazada por la venerable transición. Entonces, qué podemos esperar del monarca que no reconoce que su predecesor Fernando VII, fue el rey que anuló los logros y derechos de la Constitución de Cádiz de 1812; restableciendo el absolutismo. Y quedó inerte hasta que Alfonso XIII abandonó España. Mientras, las palabras de los representantes del Congreso, del Senado y del Gobierno, sonaban a huecas y falsas cuando comparaban los logros liberales con los suyos, escritos al dictado de las reformas injustas y regresivas. ¿Cabe mayor cinismo? ¿Dónde están los historiadores? ¿Dónde Los intelectuales? ¿Dónde los del 15-M? ¿Cómo se puede escribir la historia sobre tantas falsedades? La comparsa del conservadurismo franquista y neoliberal es cada vez mayor en España. No me resigno a hablar de este país, porque quiero seguir reconociéndolo como España. ¿Nadie se va a oponer a esta barbarie de injusticias? Creo que nos tenemos que salvar uno a uno, porque con la masa y detrás de Rajoy ya hemos llegado donde íbamos.
A Mariano Rajoy le ha tocado liderar la perversa política del liberalismo económico a través de lo que él llama las reformas; comparándolas al contenido de la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812. Esta inadecuada y manipuladora intención le ha hecho lucir su incultura histórica y su parca formación política. Las tristes circunstancias actuales de España, han puesto en sus manos el liderazgo para manipular a todos los estratos sociales. No es que Rajoy se haya ganado ni este liderazgo ni otro cualquiera. Este mediocre político, solamente estaba allí, en el momento que los manipuladores mundiales le debían de hacer bailar cual torpe marioneta. El Partido Popular no es que haya alcanzado la madurez necesaria como para despojar al pueblo español del Estado del Bienestar, que durante los 22 años de socialismo ha conseguido, sino que se ha dejado manipular de sus maestros europeos. Tampoco deseaba evitarlo. El Partido Popular es la agrupación política que Fraga sacó del franquismo y condujo hacia el horizonte incierto del centro político. Como una especie de camino hacia Ítaca. Pero el no llegar al centro tampoco le importaba, porque en la derecha de toda la vida obtiene mejores ventajas, y sobre todo es donde encuentra más compañeros de viaje. Ahora a este liderazgo de Rajoy, espejismo de la realidad, le acompaña la modélica transición española. La Iglesia, su fiel esposa. Los bancos sus dueños y señores. Los empresarios cómplices en el engaño de salvar a España de la crisis, a costa de los trabajadores. Los medios de comunicación, todos, sin dejar uno, adormecidos por los efectos de los grupos de presión que les financian. Los jueces cuyos autos y sentencias, único idioma que conocen y deben de conocer, apestan a rigorismo legal; enmohecidos por el franquismo que les vio nacer. El pueblo que se suma a la comparsa, aterrado, sin haber tomado en su adultez conciencia de a qué clase pertenece. Los intelectuales, que siempre han sido progresistas, ahora deben tener también miedo. Y por último la clase política de izquierdas, dividida entre sí y divorciada de los sindicatos. Rajoy brilla porque en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Los discursos de los políticos de la derecha más recalcitrante de Europa, y del propia Rey de España en la celebración del 200 aniversario de La Pepa, ha sido la puesta escena del esperpento más genuino de la España actual, que pudiéramos imaginar. Allí, en Cádiz, nadie de los representantes de las instituciones del Estado ha dicho la verdad. Fueron maestros de la adulación y la falsedad. Y el pueblo jaleaba la puesta en escena de tal farsa. Pero no debemos de alarmarnos porque es el producto de nuestras propias falsedades. La Historia de España que nos han contado durante la dictadura es un cúmulo de mentiras hechos a la medida de Franco. Y la historia que hemos contado después de la Transición está escrita al dictado de los franquistas y amordazada por la venerable transición. Entonces, qué podemos esperar del monarca que no reconoce que su predecesor Fernando VII, fue el rey que anuló los logros y derechos de la Constitución de Cádiz de 1812; restableciendo el absolutismo. Y quedó inerte hasta que Alfonso XIII abandonó España. Mientras, las palabras de los representantes del Congreso, del Senado y del Gobierno, sonaban a huecas y falsas cuando comparaban los logros liberales con los suyos, escritos al dictado de las reformas injustas y regresivas. ¿Cabe mayor cinismo? ¿Dónde están los historiadores? ¿Dónde Los intelectuales? ¿Dónde los del 15-M? ¿Cómo se puede escribir la historia sobre tantas falsedades? La comparsa del conservadurismo franquista y neoliberal es cada vez mayor en España. No me resigno a hablar de este país, porque quiero seguir reconociéndolo como España. ¿Nadie se va a oponer a esta barbarie de injusticias? Creo que nos tenemos que salvar uno a uno, porque con la masa y detrás de Rajoy ya hemos llegado donde íbamos.
Estas TÉCNICAS DE MANIPULACIÓN no pertenecen a Rajoy, sería mucho pedir, el nuevo líder de la España quebrada, es un manipulado más.
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