Que dijera Rubalcaba
Por Pedro Taracena Gil
Transparencias (I) CARLOS MIGUEL MARTÍNEZ
Fundador del grupo La Colmena
Fundador del grupo La Colmena
Cada oveja con su pareja
El compañero Rubalcaba ha
estado ocurrente y no exento de sentido del humor, al utilizar este dicho
popular. Efectivamente, es verdad que la Iglesia y el Partido Popular han
constituido una buena y fiel pareja desde los tiempos más remotos hasta nuestros
días. Es una pareja natural, consustancial, coherente, práctica, rentable y no
pocas veces de conveniencia. El maridaje Iglesia Estado y la alianza trono
altar, han dado pingües beneficios a ambas instituciones. Religión y poder han
estado unidas desde la conversión del emperador Constantino. Sin embargo, las
parejas formadas entre el Partido Socialista Obrero Español en cada momento no
han disfrutado de estas coherencias. Los pactos hechos con la derecha siempre
han sido cediendo terreno. Muerto el dictador, la izquierda hizo la transición
tal y como la planificó el franquismo, para no perder el poder. Cuando en el
año 1982 gana el poder absoluto, siguió emparejado con la Iglesia, a través de
los acuerdos con la Santa Sede. La Transición no le permitía cambiar de pareja
y siguió bajo la amnesia de los que
quedaron fuera del consenso constitucional; mirando hacia otro lado. Dejando en
las cunetas la impunidad de los crímenes del franquismo. Otro maridaje perverso
fue la pareja consolidada entre Juan Luis Cebrián de El País y Felipe González
del PSOE. Empeñando al Gobierno en un grupo mediático, compartiendo el cuarto poder. Para no extenderse mucho,
el PSOE más recientemente, Zapatero eligió a Rajoy para formar la pareja que
mutiló, nada más y nada menos que el principio de Justicia Universal, para no molestar
a los gobiernos de Israel y de la República Popular China. Ninguno de los dos,
modelos de respeto de los derechos humanos. Y últimamente se precipitó, también,
Zapatero a formar pareja de conveniencia con Rajoy, con nocturnidad y alevosía;
reformando la Constitución con la disculpa de que salvarían a España de las iras de los temidos mercados. Es
preciso recordar que hasta los años ochenta los socialistas tenían una doble
militancia: PSOE UGT. A partir de que los socialistas formaron el Gobierno,
comenzó unas desavenencias, entre los nuevos gobernantes y los sindicatos. Pero
la crítica que el PP hace a Rubalcaba, porque sus compañeros deciden seguir a
los sindicatos tras su pancarta, es la prueba de la repulsa que les produce
esta coherente decisión. Y muy acertado el dicho de cada oveja con su pareja. Sin olvidar que las pretensiones del PP
están muy claras: Adhesión incondicional a sus reformas por parte del PSOE. Y
que los sindicatos se crean el mensaje de que detrás de las pancartas no se
resuelve el paro. Es decir, hay que dejar actuar al caudillo con total seguidismo. Asumiendo la “vida en la mentira”. Aunque
el pueblo esté situado en la “vida en la verdad”.
Para concluir es preciso
admitir que el pueblo tiene un futuro muy negro. Pero debemos de aprender a
discernir, qué fuerza política, al menos por principio, siempre estará tomando
parte del pueblo en la calle. El Gobierno ha demostrado estar en contra del
pueblo. Ha otorgado todo el poder al empresario y ha demostrado voluntad
absoluta de anular a los sindicatos. De su violencia con los manifestantes, son las
cámaras de televisión las que dan testimonio de su desprecio al pueblo
disidente. Privatiza todo lo público y debilita el Estado del Bienestar. Hay
que prestar atención a las fuerzas políticas que apoyan la política social y
económica del Gobierno. No obstante se cierne un peligro añadido sobre el
pueblo. Los disturbios pueden ir a más, aunque el PP ya está preparando al
culpable de cualquier víctima que pudiera caer; criminalizando a los
sindicatos, los estudiantes y grupos anti sistema. El pueblo tiene otra
alternativa: Quedarse en casa y apoyar incondicionalmente al PP, porque está trabajando por los cinco millones
de parados. Su única obsesión. La falacia está servida. Lo que Rajoy desea es
que nadie se salga del redil, que él se encarga de hacer la voluntad del pueblo
sin contar con el pueblo. Con el aprisco en paz, su casa queda sosegada.
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