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domingo, 10 de marzo de 2013

FRANQUISMO VERSUS DEMOCRACIA


Por Pedro Taracena


Es preciso renombrar a los protagonistas de la política de la gobernanza actual, para comprender mejor los orígenes y su comportamiento. El Partido Popular y la Iglesia forman el tándem franquista del nacionalcatolicismo. Fuera prejuicios, sin complejos y sin disimulo alguno. Gobernantes populares y obispos igual a franquistas. La secuencia de su ADN coincide con los protagonistas de la dictadura. Franco, Fraga, Aznar, Rajoy, Cospedal, Rouco…


Los franquistas tienen motivos para defender, no solamente la institución monárquica, sino al mismo rey Juan Carlos. Porque en la transición consiguieron dejar impune al régimen dictatorial, del cual sí tuvieron arte y parte. No obstante el Rey no puede escudarse por más tiempo en las funciones que le otorga la Constitución para persistir en la “no condena” de la dictadura. La Constitución no encorseta a nadie y menos al Rey de España, para impedir que se desligue de su origen nada legítimo y se sienta ligado a los principios constitucionales, que sí le otorgan toda legitimidad para condenar el nefasto pasado del sátrapa verdugo de los españoles. Más aún, el régimen derribado por los franquistas, la República, tiene sus raíces legítimas en el mismo pueblo que le permite reinar en la actualidad. Pero lo que ahora es vergonzoso es que en aras de su inquebrantable fidelidad a los franquistas del Partido Popular, el Rey que dice ser de todos los españoles, se niegue a condenar una dictadura fascista confesional y militarista. Pero esta inadecuada conducta real supone una traición a la España democrática y constitucional. Los verdaderos achaques de la institución monárquica, no son sus historias que saltan a la prensa en forma de intrigas palaciegas y cotilleos de la corte. Lo esencial es el Jefe del Estado que tiene su base legítima en la Constitución, no condene la dictadura franquista porque quiere agradar a los seguidores de Franco, que en definitiva, son los que amordazan al Estado para que sigan impunes los crímenes del Caudillo de España, que lo fue por la Gracia de Dios. Esta es la verdad que brilla con luz propia a través de la Historia. La derecha política, mediática y eclesiástica, se mueven como pez en el agua, como si Franco no hubiera muerto; imponiendo el nacionalcatolicismo con el maridaje Iglesia-Estado y la alianza trono-altar. Fosilizando la Constitución Española de 1978 y masacrando al pueblo; haciendo desaparecer el Estado del Bienestar.




Escudo constitucional de España

jueves, 7 de marzo de 2013

OCHO DE MARZO “DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA”



El artículo 14 de la Constitución dice: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razones de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

Por enésima vez se celebra el día en que se rinde homenaje a la mujer por el hecho de serlo. Porque a pesar de ser un ser humano igual que el hombre, la rémora histórica no permite reconocerlo fehacientemente, tanto en el campo legal y legítimo como ético y moral. Es la fiesta donde se rinde culto a la hipocresía. Los enemigos de la mujer no solamente son los misóginos, machistas u otros especímenes poseedores del falo; incluyendo a los homófobos que no soportan que las mujeres tengan otras preferencias, que las que ellos consideran como naturales.
Para que el precepto de la igualdad se lleve a cabo es preciso vencer inercias del pasado, que aún persisten en el seno de la familia, en la escuela, en el trabajo, en la política, en la sociedad en general. En principio la maternidad no es una obligación o imposición de la sociedad, es un derecho. Nadie puede arrogarse  la potestad de incidir en las decisiones que la mujer tome sobre su cuerpo. Ser o no ser madre. La asignatura de la Educación para la Ciudadanía era una oportunidad para educar a los niños en valores constitucionales. Cuando en la adolescencia un joven da muestras inequívocas de acoso a una compañera o presunta novia, y la joven acepta los celos y el comportamiento machista como atractivo y hasta seductor, algo huele a podrido en el diseño educativo, no solamente en la escuela sino en la familia. Por mucho que se descalifique la puesta en escena de Hugo Chávez, discutible sin duda, en la Constitución bolivariana de 1999, en su artículo 88, establece que: "el Estado reconocerá el trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado y produce riqueza y bienestar social". Por mucho el Rey de España le mandara callar, algo ha hecho en el campo de la igualdad.
El enemigo que impide la igualdad constitucional entre todos los españoles, no se encuentra exclusivamente entre los hombres, se halla también entre muchas mujeres. Las diputadas de la derecha no han asumido el espíritu de las leyes sobre la igualdad, de violencia de género y paridad en el mundo del trabajo. Su contenido es rechazado con los mismos argumentos que el machismo más ancestral. Y bajo la componente del nacionalcatolicismo, sus ideas y decisiones están homologadas con el comportamiento misógino de la Iglesia; contaminando la gobernanza civil con la ideología confesional.
En el día de hoy hay que pasar de felicitaciones fariseas a reivindicaciones  contundentes: Homogeneidad de los sueldos para mujeres y hombres: Igual trabajo, igual sueldo. Luchar con las pretensiones de Gallardón de cristianizar la actual ley del aborto y el adoctrinamiento de Wert como Dios manda.

sábado, 2 de marzo de 2013

CARTA ABIERTA AL PRÍNCIPE DE ASTURIAS




Don Felipe: Con el máximo respeto constitucional, me dirijo a usted con el ánimo de hacerle partícipe de una reflexión que nos afecta a todos los españoles.
La situación que vive España por la inevitable globalización de la crisis financiera, nos conduce irremediablemente a un cambio radical. Nos estamos precipitando hacia el final de un sistema que se ha llevado por delante, el Estado del Bienestar y cada día nos aleja más del espíritu y la letra de la Constitución. Se ha instalado entre nosotros: la mentira, la corrupción, la explotación, la especulación, la usura, la desigualdad y la falta total de solidaridad en el Estado de las Autonomías. Negar esta evidencia sería persistir en “la vida en la mentira”, como dice Václav Havel en su libro El poder de los sin poder. O también podríamos caer en la tentación de considerar que Stéphane Hessel, recientemente fallecido, con su grito de ¡Indignaos! Es una falacia.
La democracia inventada en la transición, producto del consenso entre la dictadura y los opositores al franquismo, está dando los últimos estertores. El Rey ha pilotado este periodo histórico arrastrando el lastre que heredó del Caudillo que lo fue de España por la Gracia de Dios. La asignatura que Juan Carlos I tiene pendiente es la condena de la dictadura. Si no juro la Constitución una vez sancionada, al menos debía condenar el régimen anterior y su dictador. El Príncipe de España creado por el Generalísimo Franco, se convirtió en el Rey de España, no por su pretendiada instauración de la monarquía, sino porque el pueblo español se dotó como forma de gobierno de una monarquía parlamentaria. Constitución de 1978.
La historia contemporánea desde la atalaya del siglo XXI, nos permite constatar que hemos vivido el mismo periodo padeciendo la dictadura, que aprendiendo a vivir en democracia. Nunca es tarde, aunque nos encontremos en las postrimerías del reinado de Juan Carlos I, para reconducir desviaciones. Con la Constitución en las manos, es el momento de liberarse de la rémora que supone coincidir con la derecha franquista en la negativa a condenar expresamente a Franco y su dictadura. Los reconocimientos, alabanzas y hasta agradecimientos a su persona, han caducado con el tiempo constitucional. Por respeto al pueblo español el Rey debe distanciarse de quienes han sido sus verdugos; el franquismo imperante que ha sido capaz de fosilizar la Constitución. Otro aspecto que afecta a la Corona es respetar el Estado aconfesional que marca la Constitución. De aquí se desprende que la religión queda reservada para la vida privada de las personas que integran los poderes  del Estado, incluyendo la Corona. La Iglesia en la democracia española no es una religión, es un poder fáctico. La familia real en ceremonias religiosas de carácter público, no representa a ninguna institución del Estado.
Esta es la España en la que reinará usted. Su Alteza Real, El Príncipe de Asturias. Desde mi vocación republicana, sin prejuicios ni complejos, me satisface comprobar que haciendo una lectura de las dos constituciones, la republicana de 1931 y la monárquica de 1978, salvando las distancias en el tiempo,  solamente se diferencian en la institución de la Jefatura del Estado. Ambos textos constitucionales fueron vanguardia en su época.
Sin abandonar el respeto constitucional que le debo a usted como heredo de la Corona, sí, me atrevo a desearle que acceda al trono rompiendo con los achaques históricos de la dinastía borbónica. Deslíguese de la derecha franquista y de la Iglesia. El no reconocimiento de la República como régimen igual de legítimo que la monarquía parlamentaria, así como la negativa a condenar el genocidio franquista, se ha convertido en la eterna piedra de tropiezo para la reconciliación entre todos los españoles.
Por último baje a la calle, sintonice con los jóvenes, sin olvidar la experiencia sufrida por sus padres y abuelos. Asuma el espíritu y la letra de la Ley de la Memoria Histórica. Considere que el futuro Jefe del Estado, sí ha jurado la Constitución Española.
Alteza, reciba mi saludo más respetuoso.
Pedro Taracena Gil