La
belleza del hombre ha sido secuestrada para la fotografía. La imagen de un
hombre desnudo en manos de otro hombre, arde en la hoguera de los prejuicios. Al hombre le está vetado admirar lo bello que
hay en otro hombre. Y sólo en privado, puede admirar la belleza propia. Un
desnudo masculino enmudece a los jurados y les deja sin criterios de discusión
y crítica. Prefieren dejarlos a un lado. El
desnudo masculino está forzosamente ligado a la proscrita homosexualidad. La
sociedad se ha despojado del gusto para admirar la belleza masculina, más aún, el epíteto de bello entra en
conflicto con lo varonil, lo macho. Al hombre no se le reconoce la estética. El
varón se inhibe de opinar bajo la ignorancia aparente de: Yo no entiendo de hombres. Sin embargo, ante la belleza del hombre,
se han rendido muchos escultores, pintores y algunos fotógrafos francotiradores.
Dando rienda suelta a su libertad artística. Un fotógrafo no puede crear fotos
de hombres desnudos sin arriesgar en el intento, su hombría y sobre todo su
fama y buena imagen. Se habla siempre del fotógrafo y la modelo, pocas veces de
la fotógrafa y el modelo y jamás, del fotógrafo y el modelo. En los manuales de
fotografía abundan más las prácticas con las
modelos y en pocos casos, se hacen trabajos con los modelos.
La
fotografía es un arte y como tal, es libertad. La belleza no tiene sexo. Ni
tampoco edad. Y siempre nos devuelve la imagen que impacta en nuestra retina.
Hay sensaciones que no estaban en la intención del fotógrafo, pero nuestra
percepción puede albergar mundos inimaginables en aquel que contempla la
imagen. Sin embargo el artista pretenderá penetrar en el mundo de las emociones,
con insinuaciones propicias para obtener una visión subjetiva de la imagen.
Cuando aportamos nuestra subjetividad, nuestros prejuicios en el orden moral, a
la hora de contemplar una imagen fotográfica, percibimos toda la sensualidad y
sexualidad que el fotógrafo nos muestra. Y en este momento es cuando pasamos
por el crisol de nuestra escala de valores todo el mensaje artístico. Se
establece entre la imagen y el espectador un lenguaje que fluye entre el autor
y el admirador de su obra. Abordar una colección de desnudos masculinos, sólo
proponérselo, es un reto en sí mismo. Los modelos, los escenarios y el mantener
en las tomas, el difícil equilibrio entre lo sensual, sexual, erótico y pornográfico,
es una tarea ardua y debe de abordarse al margen de cualquier prejuicio social,
moral o religioso. El Renacimiento italiano es buena muestra de humanismo y
libertad.
El fotógrafo nuca puede ser juez y censor de su propia obra. Aunque sí crítico en el aspecto técnico. El autor es libre y plasma libertad. Tampoco puede atarse a predicados, tales como: No herir sensibilidades. Atenerse a los usos y costumbres. La estética comúnmente aceptada. Y así una serie de hipócritas consignas. La creatividad es un acto en libertad. Si no hay ruptura de todo corsé que asfixie la imaginación del fotógrafo, no hay obra de arte. Habrá simplemente una fotografía. Se trata, una vez más, de romper con el paradigma. Discrepar de las ideas de los demás y transgredir las rancias e inamovibles reglas, permiten el hecho creativo.
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LA CULTURA CLÁSICA
Fotos: Flickr
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