Por Pedro Taracena Gil
Guernica Pablo Picasso
Los
políticos, quizás, no sean criminales pero las leyes que ejecutan los crímenes,
sí. Aunque sea muy difícil separar la voluntad de hacer un ley con su intención
de evitar el crimen.
En la actualidad hay
expresiones que incluyen la palabra crimen,
que los defensores de la democracia formal no soportan. Este vocablo hasta
ahora estaba postergado de la vida cotidiana, era utilizado para casos muy
concretos y siempre se identificaba exclusivamente con delitos de sangre. Pero
el pueblo que reclama democracia real ¡ya!
reivindica el término crimen para
instaurar la sana costumbre de llamar a las cosas por su nombre, al pan, pan y
al vino, vino. La sociedad considera un crimen, a un delito grave o una acción indebida y reprensible. Sin adentrarse en
la tipificación legal o jurídica. Los ciudadanos tienen como patrón de medida,
no las exquisiteces del código penal, sino algo más cercano como es la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y el espíritu de la Constitución Española de
1978. En estos
documentos los derechos vienen expresados en un idioma claro,
simple y de sentido común. Sabio precepto de nuestra Carta Magna el que dice
que: “La justicia emana del pueblo”, por tanto, los ciudadanos tienen una
percepción de aquello que es justo y lo que es injusto, sin albergar ninguna
duda. Cuando se lleva a cabo una acción indebida contra el pueblo, éste, no
espera a que lo sentencie ningún juez, expresa su condena; indignándose
sobremanera si no se repara la injusticia cometida. Las expresiones de crímenes
contra el pueblo o crímenes de lesa humanidad, son ahora en España moneda de
curso legal, ante colectivos con derechos fundamentales lesionados. Algunos
ejemplos ilustran el uso de la palabra crimen
en sus acepciones sociales y económicas; consagrando las leyes perversas del
capitalismo salvaje de, la explotación
del hombre por el hombre, y el servilismo a las exigencias de los llamados mercados: Banqueros usureros, empresarios
explotadores y caciques, políticos corruptos, defraudadores de la hacienda
pública y una monarquía con achaques de caduca y haciendo agua por los cuatro
costados. Como consecuencia: ¿Quién se atreve a negar la evidencia de que hoy
se están cometiendo crímenes contra el pueblo español?
Es un crimen cuando los
recortes en la Sanidad Pública provocan un deterioro en la salud de la
población; aumentando el riesgo de un muerte prematura.
Es un crimen cuando el paro
provocado por el capitalismo, está llevando a los españoles e inmigrantes a la
pobreza y a la exclusión social: Miseria, hambre, frustración y desamparo.
Los recortes en la Educación
Pública suponen un crimen contra nuestra juventud. Toda una generación perdida.
El crimen más execrable por
el empecinamiento del Gobierno, es el de los desahucios. Esto es demagogia en
boca del Partido Popular. El esperpento se consuma cuando los jueces y la
policía sacan a palos y con violencia a familias enteras en cumplimiento de la
ley. Una ley que solamente consideran justa, los banqueros y la derecha.
La lista es interminable
pero no me resisto a omitir la perversa ideología del PP que sigue sumiso a la
tiranía de la Europa del Norte, sin invertir en crecimiento y en investigación.
Y sobre todo en insumisión haciendo una piña con su pueblo. La corrupción en
España es el peor de los crímenes. Mientras estas consideraciones son tachadas
de demagógicas, estoy buscando la palabra que no alarme tanto a los hipócritas
criminales.