La
falta de política industrial de la Xunta lleva a Galicia a la irrelevancia en
ese ámbito
Foto: Pedro Taracena Gil
Por Isidoro Gracia
Exdiputado
En la prensa gallega comienzan a abundar opiniones sobre una
creciente preocupación por un cierto proceso de deslocalización hacia el Norte
de Portugal, están justificadas.
Sin embargo los dos factores que se resaltan como
gran atractivo para que algunas factorías se instalen del otro lado del rio Miño:
salarios más bajos y suelo industrial barato son, en la mayor parte de los
casos, factores de una importancia muy relativa, ya que su peso en la toma de
decisiones de las inversiones es escaso, en relación con otros, que analizaremos
más adelante, en incluso en sus marcos (factores humanos y logísticos) de poca importancia.
Para comenzar el análisis hay que decir que
cualquier decisión de inversión va a estar basada en un conjunto de factores,
que podemos agrupar en tres marcos: físico, humano y político. Y se tomará si
el conjunto, y no solo alguno de ellos, se adapta favorablemente al tipo de
actividad que se pretende instalar.
Es evidente que para alguna actividad el marco físico
es determinante, el naval va exigir el fácil acceso al mar (condicionante
físico), pero su industria auxiliar no, por lo que la existencia de suelo
industrial barato, en este caso y en cualquier otro, solo es relevante si está
acompañado de acceso fácil a un sistema de transporte adaptado a los
condicionantes logísticos de la factoría en cuestión, un suministro adecuado de
energía y/o agua, adaptación a las cada vez mayores exigencias medioambientales,
con saneamiento y eliminación de residuos garantizados.
Así pues el disponer de, según expresión de un
portavoz de la Xunta, “suelo a precios de saldo” es simplemente eso: una
simpleza.
El tema de los salarios se sitúa en el marco del factor
humano, en el que la existencia de mano de obra barata es solo importante en
aquellas actividades que exigen un uso intensivo de este factor, y que no puede
ser sustituido fácilmente por tecnología. En la mayor parte de la actual
industrial es mucho más importante la cualificación.
En algún medio he leído que otra de las ventajas
portuguesas son las facilidades burocráticas e incentivos, es decir disponen de
un marco político favorable.
Veamos ahora hechos concretos derivados de la
política industrial de la Xunta, más que inexistente negativa. Uno que salta a
primera vista, y que agrupa la totalidad de lo que no hay que hacer en los
marcos físico y político: la PLISAN. Después de lustros de anuncios de “acciones
inmediatas”, hoy no dispone ni de accesos adecuados a la autovía y al ferrocarril,
ni de suministro de energía garantizado, ni depuradora (he leído que se licita
este año) y lo que es más importante está pendiente de trámites administrativos
y judiciales. Para hacerse una idea de los que podría suponer haber dispuesto
de una plataforma logística en el entorno de Vigo un ejemplo: los costes
logísticos de la principal factoría de sur de Galicia multiplican por tres los
salariales, incluidas las cargas sociales.
Entre los sectores que, a la llegada del actual
gobierno de la Xunta, tenía un desarrollo claro era el eólico, había factorías,
con tecnología propia, acreditadas a nivel mundial, prácticamente de todos los
componentes de los generadores, con pequeñas excepciones, pues bien una de las
primeras decisiones fue la de anular el concurso eólico de la Xunta anterior, hoy
existe sentencia del Tribunal Supremo que califica de ilegal la anulación y en
consecuencia se prevén indemnizaciones a los perjudicados.
Respecto a la importancia de la cualificación de
la mano de obra, imprescindible para competir en el marco del factor humano en
la sociedad postindustrial de la globalización, una sola pregunta: ¿Qué se está
haciendo para evitar que el 83% de los jóvenes estudiantes gallegos tengan como
objetivo declarado la emigración?
Por cierto una
curiosa observación, en automoción la implantación, en el norte de Portugal, de
25 a 30 factorías filiales de las multinacionales dedicadas a la fabricación de
componentes del automóvil, que junto con las existentes en el sur de Galicia
suman 108 y que suministran a 80 o 90
países, ha conseguido dos efectos positivos, uno: ha contribuido a crear la
imprescindible masa crítica para estabilizar el sector en estos lares, y dos: ha
impedido o dificultado que se extendiera
un proceso de deslocalización, hacia
otros países menos desarrollados.
Digo yo, que algo
deben estar haciendo mejor los gobernantes lusos que los gallegos, para que las
decisiones de inversión los favorezcan, y ya hemos visto que la política industrial es compleja y tiene muchos más factores que
mano de obra y suelo baratos, quizá que un lado del rio Miño existe una
política definida y activa, y en el otro ni está, ni se espera.