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domingo, 27 de enero de 2013

DOS ESPAÑAS Y UNA VERDAD

En este espacio de libertad y autonomía, dos columnistas escriben una breve reseña de los últimos  periodos vividos en España, que inevitablemente nos han marcado como pueblo. El régimen del general Franco y la monarquía de Juan Carlos I. Los errores cometidos en el pasado se proyectan hasta el infinito. El enfrentamiento fratricida nos acompaña como bagaje permanente a través del tiempo. La transición proyectó el espejismo de la reconciliación. Pero ha sido una reconciliación teórica, virtual, ausente en la praxis, ajena a las conciencias. Cada español se lleva a la tumba como equipaje de viaje a la eternidad, su propia historia, su verdad... Millones de historias, millones de verdades...
Quizás  nuestros descendientes tengan que buscar en la literatura creativa, entre los personajes de ficción,  la verdad de nuestra realidad como pueblo. La auténtica personalidad española de nuestros ancestros nos la ofrecen los grandes literatos de todas las épocas. Desde el Cantar de "Mio Cid" hasta Benito Pérez Galdós, pasando por Miguel de Cervantes y llegando hasta los poetas y escritores de la generación de 56. Mientras, estos dos periodistas nos muestran sus puntos de vista. Escribiendo como historia de vida el tiempo que les ha tocado vivir. Pedro Taracena Gil


EL MOVIMIENTO NACIONAL



Por Fedra Doncel
Escritora y periodista

La República trajo el caos social y la anarquía política. Los valores patrios mantenidos desde los Reyes católicos, Isabel y Fernando, saltaron por los aires. Fue el general Franco quien tomó la iniciativa de salvar España. Emprendiendo para ello una Cruzada de Salvación Nacional apoyado por el ejército, la Iglesia, Falange Española y de las JONS (Juntas Ofensivas Nacionales Sindicalista) y las gentes católicas que ya estaban hartas de que los comunistas, ateos y masones hicieran de nuestro país un satélite soviético de Rusia.
Durante tres años el Alzamiento Nacional combatió contra los traidores y rebeldes a la tradición venida desde la conversión de Recaredo. Habían quemado conventos, sacrificado a curas y monjas y al final los nacionales obtuvieron la victoria sobre los rojos y comunistas. Franco invicto fue proclamado Caudillo de España por la Gracia de Dios. Obtuvo las bendiciones de Roma y el reconocimiento del nuevo régimen español, enviando al Nuncio de Su Santidad. Más tarde se erigiría un monumento en Cuelgamuros cerca de Madrid, donde se escavó en la roca una gran basílica que albergaría el mausoleo de los Caídos por Dios y por España. Siendo enterrados en el presbiterio, en la parte delantera y posterior del altar mayor, José Antonio Primo de Ribera y Francisco Franco Bahamonde, respectivamente.
Una vez elegido Caudillo por aclamación, solamente podría ser destituido por aclamación. Los símbolos de la nueva España acogieron la herencia de la unificación nacional con Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón. ESPAÑA UNA GRANDE Y LIBRE. Sin dejar de ser un reino, Franco se convirtió en su regente y constituyo el Consejo del Reino y de éste emanó el Consejo de Regencia, quien asumiría los poderes de la Jefatura del Estado, en caso de sede vacante por fallecimiento del Generalísimo. Como así fue. Como sistema política Franco estableció una democracia orgánica. Las Cortes representaban al sindicato, el ayuntamiento y la familia. Salvo esta última que se hacía por votación, los otros dos tercios se hacían por designación directa del Jefe del Estado que se valía de las leyes derivadas del Movimiento Nacional.
El Movimiento Nacional cobijaba bajo la egregia figura del Generalísimo a todos los estamentos que lucharon contra las hordas soviéticas: la Iglesia Católica, la Falange y el Ejército. Así se constituyó un estado confesional donde su legislación se inspiraba en la Doctrina Social de la Iglesia, firmándose  un Concordato entre España y la Santa Sede.
 Poco a poco España fue reconocida comercial y diplomáticamente, creciendo en todos los sectores económicos. Creció la agricultura con la Concentración Parcelaría. Se fomentó el turismo creando una infraestructura de Paradores de Turismo y urbanizaciones costeras. Se transformó el mundo rural en industrial con planes de la Promoción Profesional Obrera (PPO). Las Instituciones Sindicales y la Universidades Laborales, formaron jóvenes que, procedentes del campo, llegaban a la ciudad buscando un futuro mejor. Se estableció la Seguridad Social, dando asistencia en Ambulatorios y Hospitales Generales que albergaban las Facultades de Medicina.
Franco dejó todo este bienestar “atado y bien atado”, y fue su voluntad instaurar la monarquía en la persona del Príncipe de España, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón; excluyendo de sus regios planes, la restauración de la Corona de España en la persona del legítimo heredero Don Juan de Borbón, padre de Juan Carlos e hijo de Alfonso XIII. Los planes sucesorios se consumaron con la muerte del Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos. El Consejo de Regencia asumió la Jefatura del Estado, hasta que Las Cortes, su presidente y los procuradores proclamaron Rey de España a Juan Carlos I. Así se clausura un periodo de la Historia de España regida por un personaje excepcional, para unas circunstancias también excepcionales.
Se inicia el periodo de la transición inaugurando por todas las fuerzas políticas, el significado del vocablo consenso, desconocido hasta entonces por los españoles. Obteniendo como resultado de ese consenso el llamado pacto constitucional. Juan Carlos I ya era Rey de España desde 1975 cuando en 1978 se refrenda la Constitución Española. En ese momento histórico, se convierte de rey instituido por Franco que había jurado fidelidad a los Principios del Movimiento, en rey constitucional por voluntad de los españoles. El nuevo Rey de España era fruto de una reforma política o evolución, no de una ruptura que planteara una situación de “borrón y cuentea nueva”. La etapa constitucional suponía una continuidad de la legalidad del régimen personal del Caudillo de España. Del por qué Juan Carlos I no juró la Constitución que le había colocado sobre sus sienes la Corona de España, no existe ningún soporte legal. Se especula con el argumento de que, siendo un rey cristiano no podía jurar dos veces sobre el mismo tema o asunto. Y sobre todo porque ya era rey antes de sancionar con su firma la Constitución. De otro modo no hubiera sido rey antes de que la Carta Magna entrara en vigor.




LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA





Por Hipólito del Infantado
Periodista  y reportero gráfico

La legalidad constitucional y el estado de derecho se rompieron en España con el golpe de estado, llevado a cabo por el general Franco urdido en la tarde del 17 de julio de 1936. Con el fallecimiento del dictador se cierra el paréntesis de una situación ilegítima. Aunque la legalidad vigente en ese momento estuviera basada en una situación ilegítima, los poderes y la estructura del Estado pasaban a manos del Príncipe de España, consumando su vocación de perpetuar el régimen tiránico. Ante este hecho histórico y trascendental, en España se abrían varios caminos para acometer la salida del despotismo padecido. Nada fácil por el entramado legislativo que el poder omnímodo del Jefe del Estado: poder legislativo, poder judicial y poder ejecutivo. Además no hay que olvidar que la dictadura implantada era de carácter militar, es decir, era Caudillo en lo político y generalísimo de los ejércitos de Tierra, Mar y Aire. Las Cortes y el Gobierno, aunque eran teóricamente independientes, su poder de la jefatura del estado lo invadía todo. Había implantada un dictadura militar de carácter de extrema derecha, estableciendo un perpetuo y bien avenido maridaje entre la Iglesia y el Estado. El 20 de noviembre de 1975 falleció el general que acabó con la República. Su Alzamiento Nacional provocó una resistencia en defensa del régimen legítimamente constituido, que provocó una guerra civil durante tres años, cuya victoria utilizó para justificar la dictadura que se prolongó cerca de cuatro décadas.
Como mencionaba más arriba la posible salida de esta situación ilegítima, no se presentaba nada fácil. Visto ahora con la perspectiva que nos ofrece el siglo XXI, quizás la solución tomada fue la más acertada pero se consagraron al mismo tiempo vicios perversos, que se pudieron haber evitado.
En aquellos años y circunstancias, tres debates se presentaron en la calle, en la prensa, en el propio franquismo y en los españoles que habían permanecido en la clandestinidad o en el exilio. El mundo entero también especuló con posibles salidas con soluciones basadas en situaciones europeas, vividas no hacía mucho tiempo. La Revolución de los Claveles en Portugal y la caída de la dictadura de Los Coroneles de Grecia, y su referéndum sobre monarquía o república. El debate estaba abierto:
Uno de los argumentos lo exprimían quienes revestidos de legitimidad, no hallaban otra salida que la vuelta a la normalidad constitucional. Restituir la República y adaptarla a la Europa contemporánea. Esta reflexión tiene su principal aval en el estudio comparativo que se puede realizar hoy entre el texto republicano de 1931 y el contenido de la Constitución de 1978. Objetivamente, tanto la Republica fue la vanguardia de su época, como la Constitución de la monarquía parlamentaria lo es en el día de hoy.
Otro punto de vista planteaba una ruptura con la dictadura y emprender una  nueva etapa plebiscitaria. Es decir, que el pueblo español votara en referéndum si deseaba una monarquía o una república. Tanto en la opción anterior como en ésta, aquellos españoles que con la dictadura no le había ida muy mal o no se sentían víctimas de su represión, estas alternativas les dejaban en una situación que nunca se habían planteado. Además la amenaza franquista apoyada en su ejército no era nada desdeñable. Despojar al régimen fascista de su poder y someterle al poder del pueblo que durante demasiado tiempo le había tenido sometido, era una quimera.
Una tercera vía parecía que tenía más consenso. Palabra que estrenamos los españoles a partir del año 1976, de igual forma que comenzamos a vivir aprendiendo lo que era la  libertad y la democracia. La única salida con tintes de futuro era contar con los franquistas. Los herederos legítimos de Franco tenían un Jefe de Estado heredado por el gran hacedor de reyes que dejó todo “atado y bien atado”. El Rey dio los primeros pasos pero con el corsé que el propio dictador le había encofrado, y con las Leyes del Movimiento Nacional, nadie se podía mover. No obstante, la presión de la calle, de la oposición democrática de izquierdas y los incipientes sindicatos reivindicativos de clase, obligó a Suarez a iniciar la reforma política de forma imparable. Como producto de este consenso se llegó al pacto constitucional. La Constitución Española de 1976, vino a recuperar la legitimidad del estado de derecho interrumpido el 18 de julio de 1936. A este periodo se le llamó la Transición. En este tránsito de la dictadura a la democrática no todos los viajeros pusieron las mismas intenciones e ilusiones, y de ninguna manera cedieron el mismo terreno; renunciando a sus ideales políticos. Los franquistas impusieron sus condiciones de forma implícita. El franquismo debía permanecer intacto y así sucedió. No se cuestionó la legitimidad de la dictadura y tampoco se reconoció la legitimidad de la República. Por supuesto, como el régimen dictatorial pasó a través una transición modélica, de la tiranía a la democracia, quedaron amnistiados los verdugos y sus víctimas. Los franquistas impidieron por omisión la condena al genocidio franquista. Los crímenes de la dictadura quedaron impunes. Y en el siglo XXI, cuando ya se han disipado cualquier amenaza de involución, el franquismo convive con la democracia, escenificando un auténtico esperpento. Corresponde a la ciencia ficción que con la Constitución Española en vigor, se mantengan actitudes franquistas y en algunos casos anteriores a la dictadura: El indulto, los Acuerdos con la Santa Sede, la apología del franquismo, la persecución de los españoles que reivindican la Memoria Histórica, los privilegios a la Iglesia, la segregación por género de los escolares dentro de la Escuela Pública, la supresión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, para así evitar explicar a los escolares la naturaleza del matrimonio igualatorio, y además la mutilación de la Justicia Universal acordada por los franquistas y los socialistas para complacer a China, EEUU e Israel. Todos estos vicios fueron contraídos porque había que considerar el riesgo de involución, y sobre todo un pronunciamiento militar, que al final no se pudo evitar. El haber incluido en el texto constitucional una mención expresa de condena a cualquier dictadura del pasado o del devenir, conductas viciadas por el franquismo, ahora, estarían tipificadas como inconstitucionales y existiría el delito de apología del fascismo y del genocidio franquista.
No obstante el Rey de España debería distanciarse del Partido Popular y establecer un mutu propio de condena la dictadura y el reconocimiento de la legalidad republicana, al margen de que jurara o no la Constitución. Más aún, el Príncipe de Asturias, heredero de la Corona que sí juró la Constitución, debería tener un gesto que le conciliaría con su generación. Condenar el régimen despótico franquista y reconocer la legitimidad de la II República. Desmarcándose del lastre negativo de los Borbones. 

lunes, 21 de enero de 2013

LAS PLAGAS QUE NOS INVADEN HOY


Por Pedro Taracena

Francisco Franco y Millán Astray

España se encuentra en una situación de emergencia nacional. Los responsables de la vida pública esperan el maná, no del cielo, sino de Europa. La injusticia ha creado tal desigualdad que la clase media sobre la cual se sustentaba el Estado del Bienestar, ha desaparecido y nos acosan las plagas que tiene de bíblicas el nombre. Son plagas provocadas por las perversas políticas criminales. Sí criminales. Nos tenemos que acostumbrar a llamar las cosas por su nombre. El capitalismo una vez más ha desencadenado estas plagas en cadena. Pero este criminal sistema de explotar al hombre por el hombre, no es un ente anónimo, tiene nombre y apellidos: banqueros, usureros, especuladores, caciques, políticos, todos ellos bendecidos por la Santa Madre Iglesia. Los llamados mercados han traído el paro, la piedra angular de todas las plagas. A partir de esta realidad los políticos, no solamente han sido inútiles sino perversos, en la gestión de la crisis. Porque no han estado al servicio del pueblo y menos para ayudar al más débil. Han utilizado su mayoría absoluta para imponer un poder absolutista. Fosilizando la Constitución Española, han abusado de forma despótica del real decreto ley para legislar fehacientemente en contra de los ciudadanos. Solamente están satisfechos con estos recortes del Estado del Bienestar: la Iglesia, la patronal, los caciques, la banca y los medios financiados por el capital para sujetar el sistema criminal. Sí criminal. Conductas criminales contra el pueblo. Delito de lesa humanidad, aunque no haya derramamiento de sangre. Las plagas derivadas de esta perversión presentan un panorama desolador: La nefasta gestión del Estado de la Autonomías, nos ha llegado a la desigualdad más absoluta entre los españoles. Y la diferencia entre ricos y pobres es abismal; desapareciendo la clase media. Para entendernos ahora  debemos de utilizar palabras que ya estaban erradicadas en nuestro país: El hambre, la miseria, el desahucio del débil y el indulto del poderoso o del golfo. La emigración de los españoles en busca de trabajo. La corrupción de los políticos y empresarios más ignominiosa que podríamos haber imaginado. La huída de científicos de España. La amnistía fiscal para los defraudadores profesionales. El abandono de los españoles que necesitan dependencia. El deterioro de la sanidad en prejuicio de la salud pública con riesgo de muerte. La educación está al servicio del nacionalcatolicismo en detrimento del futuro del país. Hay ministros que ellos mismo son una plaga de las más peligrosas para el pueblo: la plaga Wert, la plaga Gallardón, la plaga Montoro, la plaga de Guindos, la plaga Mato y la plaga de Fátima, no la de los milagros. Pero el lema que imperó en la Revolución de los Claveles de Portugal: “El pueblo unido jamás será vencido” está teniendo eco en la España del siglo XXI. Los políticos nuca nos salvarán de su propia tiranía, van a ser los jueces los que nos traerán la justicia, si el pueblo inunda los juzgados de denuncias de todos los crímenes que atentan contra nuestra vida, salud, educación, dependencia y las necesidades más apremiantes. Y lo más importante la calle es nuestra.


sábado, 5 de enero de 2013

CARTA A LOS REYES MAGOS DE ORIENTE

Gracias a los internautas este Blog ha superado las diez mil entradas

Por Pedro Taracena Gil

El esperpento nacional

Queridos Reyes Magos: Los españoles  no necesitamos nada de vosotros, salvo que os queráis llevar todo lo malo que nos han dejado los golfos de nuestros compatriotas con la complicidad de los Bárbaros del Norte. Llevaos la monarquía porque la han traído los mismos que se llevaron la República. Haced como El flautista de Hamelín que se llevó todas las ratas que tenían cohibido al pueblo. Haced que se vayan las derechas hispanas que tienen sus raíces  en el perverso caciquismo provinciano, en la burguesía centralista y nacionalista. Llevaos de una vez esta derechona como la solía llamar Francisco Umbral, que sólo entiende del franquismo criminal y del maridaje Iglesia- estado. Haced desaparecer del suelo patrio a la banca al completo por sus ansias de expoliar los bolsillos de los españoles para el provecho propio. Vosotros tenéis poder para llevaos a la izquierda vendida al franquismo desde la perversa transición.
En 1812 escribimos la historia en letras de oro con la Constitución de las Cortes de Cádiz ¿Quién la destruyo? Pues un Borbón, Fernando VII; burlándose de la voluntad del pueblo e implantando de nuevo el poder absoluto del Rey. ¡Y en 2012 de la manera más cínica, Juan Carlos I y sus esbirros y secuaces  la rindieron homenaje! ¡Qué patrioterismo de perro faldero!
Majestades: no nos dejéis nada, estamos preparados para vivir con autonomía y autosuficiencia, como lo venimos haciendo. Arrastrar con vuestros camellos hasta los confines del suelo patrio, a los políticos de todo signo, por corruptos, ladrones, embusteros y criminales. Con el Rey a la cabeza están vaciando de contenido la Constitución, porque una vez más un Borbón está en contra del pueblo. No olvidemos que el padre del Rey de España, Don Juan de Borbón, apoyo a Franco en su golpe de estado que derribó la República, y el Caudillo que lo fue por la Gracia de Dios, gran hacedor de reyes, le nombró su heredero a título de Rey. Los franquistas con la complicidad de la oposición venida del exilio o de la clandestinidad legitimaron la voluntad del dictador con la Constitución Española de 1978. La República no se restauró, la Constitución en su articulado no condenó  la dictadura y ahora el Gobierno, genuino franquista, ejerce de mayoría absoluta como si del poder absoluto, legal y democrático se tratara, pero instalado en la injusticia y en la amoralidad.
Magos de Oriente llevaos las placas, los símbolos y hasta los atributos franquista, falangistas y del nacionalcatolicismo. ¡Fuera!  Con esta banda de ineptos perversos de derechas y de izquierdas, España no va a salir de la crisis y ellos lo saben, pero también saben que la mayor tajada se la están llevando ellos, mientras el pueblo está en la miseria. Si no lo hacéis, huid de aquí no volváis más…

jueves, 3 de enero de 2013

CRÍMENES DE GUERRA CRÍMENES DE PAZ




Es preciso analizar las acepciones del vocablo crimen. Quizás alberguemos temores infundados al utilizar esta palabra según en qué contextos se emplee. En general se aplica para las acciones violentas que repugnan a la humanidad. Con frecuencia cometidas por regímenes dictatoriales, guerras civiles o internacionales. Pero el crimen también está presente en los periodos de paz y se cometen sin salir del territorio local, provincial o nacional. Y lo que es más importante hay que exigir al Estado, que no se arrogue la potestad exclusiva de impedir que se cometan crímenes, sino que el pueblo también debe de estar vigilante que las autoridades públicas no cometan crímenes contra la sociedad. A sabiendas que la víctima es el pueblo, la parte más débil. El quebrantamiento de la ley, los hechos reprobables, las acciones u omisiones voluntarias o imprudentes penadas por la ley, o políticas claramente agresivas y ofensivas contra el más necesitado, son acciones indebidas y reprensibles. Queda claro que el crimen no lleva consigo en exclusiva la violencia física y el derramamiento de sangre. Los crímenes pueden y deben ser manifiestamente perseguidos por la justicia, pero también es cierto que hay crímenes cometidos contra una colectividad que por ser de guante blanco, no se consideran punibles o dolosos. Hablando en román paladino, basta contemplar el empobrecimiento en el cual ha caído el pueblo español en tres años, para saber que ha sido víctima de una gran injusticia. Los ricos siguen siendo ricos o más ricos y el resto, la inmensa mayoría de la clase media, se han convertido en pobres, muy pobres, excluidos de la sociedad, en las colas de los servicio sociales; provocando escenas típicas de la post guerra. Si esto lo hubiera producido un  tsunami natural, ¿dónde estría el crimen…?



 En la sociedad española está creciendo el paro, sin recursos para subsistir, con recortes en la educación frustrando a la juventud. Desasistiendo a las personas dependientes. Disminuyendo la asistencia sanitaria con peligro de más enfermedades y más muerte. Al pueblo español se la ha arrebatado de un plumazo el Estado del Bienestar. Las diferentes políticas de las comunidades autónomas están violando el artículo 14 de la Constitución, que consagra la igualdad y como consecuencia la solidaridad. Este panorama que salvo para aquellos que no les interese ver, es una puesta en escena evidente de crímenes perpetrados contra los españoles. Crímenes de paz, crímenes de guante blanco. Sin entrar en análisis políticos, que por otra parte no son nada complicados de comprender, es fácil contemplar quién es responsable de estos crímenes: En principio los primeros culpables son aquellos que tienen el poder otorgado por el pueblo para evitarlo: los políticos sin albergar ninguna duda: servidores de lo público corruptos, ladrones, adjudicándose sueldos escandalosos; legislando a favor del capital, los bancos, los empresarios, la Iglesia enemiga histórica del pueblo y de los criminales jefes de este panorama: la Unión Europea y el capitalismo salvaje. ¡Qué fácil es decir que esto es demagogia! 




Si estuviéramos en otro siglo quizás no opinaran así, cuando fueran perseguidos por tiranos y caciques. Este es el terreno abonado que sirvió para las revoluciones pasadas. Descendiendo a los detalles tenemos un panel de lo más macabro: los abusivos sueldos de los políticos incluyendo a la casa real. La gente desahuciada de sus casas a palos por la policía. Infinidad de pensionistas a la puerta de los bancos reclamando sus preferentes, robo, engaño y estafa. Muchos científicos cruzando nuestras fronteras y no en busca de aventuras. La demagogia sigue: gente sin asistencia médica que hace meses sí tenía. Se entrega la sanidad para que los empresarios hagan negocio con nuestra ausencia de salud. La Iglesia, los colegios privados y religiosos siguen con sus prebendas. Los medios de comunicación cometen el crimen de silenciar los crímenes. Ante este caos manifiesto, no obstante,  para la sociedad es fácil saber quién es el verdugo y quién es la víctima. El pueblo solamente ha cometido el crimen de trabajar y depender del capital y los políticos. ¿O yo estoy equivocado y quizás sea un demagogo? Estas cosas hay que decirlas, escribirlas y firmarlas. Sin miedo, con el convencimiento de que el criminal es quien se debe de esconder y callar.



 Pedro Taracena Gil