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J.A.M. MONTOYA




J.A.M. Montoya es un fotógrafo que engendra su saber hacer en la libertad. Expresión racional de la verdad que le rodea. Es uno de los sabios griegos encarnado en la cultura dogmática de la España rancia y perezosa.
Su visión de la polis le lleva a ser trasgresor del orden infaliblemente implantado, como fatalidad inevitable de la manipulación del ser humano. 
Infatigable luchador con las armas de la lógica crítica y racional, contra el fanatismo arraigado en el pueblo por la clase sacerdotal y cacique. 
Sus armas, la razón y su cámara. Su obra, el esperpento gráfico del tiempo que le ha tocado vivir, y el disparate quijotesco de la España de la Santa Cruzada y de la Santa Transición. 
Si no existiera el fenómeno Montoya, habría que crearlo. Al menos, intentar disipar el muermo y el tedio de esta sociedad adormecida.



"CAMINANDO CON ELLA" 



EXPOSICIÓN



 





Este es mi homenaje al insigne fotógrafo:

Puedes descarte el Power Point MONTOYA EL FOTÓGRAFO

Algunas de las imágenes de la colección  SANCTOTUM

















ALMAS MUERTAS

Feliz el escritor que rehúye los tipos vulgares, trivialidad que choca y descorazona y se dedica a pintar almas nobles, honra de la humanidad; que, en el torbellino de imágenes en continuo cambio, elige algunas pocas excepciones; que no traiciona jamás el tono elevado de su lira, y no se inclina hacia los mezquinos mortales y planea lejos de la tierra en una región sublime. Doblemente envidiable su magnífica suerte: se encuentra como en familia entre esa élite, y los ecos de su gloria resuenan en todo el universo.
Adula, embriaga a los hombres velándoles la realidad disimulando las taras de la humanidad, y solo deja ver lo sublime, lo bello. Todos le aplauden y siguen en cortejo su carro triunfal. Lo proclaman gran poeta; se dice que su genio sobrepuja a los otros ingenios; como el águila, que vuela más alto que las demás aves. Al oír su nombre, los corazones jóvenes palpitan; lágrimas de simpatía brillan en todos los ojos. ¡Nadie iguala su poder!
¡Muy diferente destino aguarda al escritor que se atreve a remover la ciénaga horrible de las bajezas en que se hunde nuestra vida; a bucear en el abismo de las naturalezas frías, mezquinas, vulgares --que encontraremos a cada paso en el curso de nuestro terrestre peregrinar, a veces tan penoso, tan amargo--, y saca a relucir a la luz del día, como grabado por buril implacable, lo que nuestros ojos indiferentemente rehúsan ver!
No sabrá nunca lo que son los aplausos del pueblo, ni las lágrimas agradecidas, ni los impulsos del entusiasmo unánime. No suscitará ninguna pasión heroica en los corazones de dieciséis años; no se sentirá fascinado por sus propios acentos; no evitará, por último, el juicio de sus hipócritas contemporáneos, que dirán que sus queridas creaciones son escritos despreciables y extravagantes; le atribuirán los vicios de sus héroes, y le negarán el corazón, el alma y la llama divina a su talento. Pues los contemporáneos no quieren reconocer que los cristales que sirven para observar los movimientos de los insectos imperceptibles tienen tanto valor como aquellos que permiten contemplar el sol. Niegan que se precise un gran poder de penetración para iluminar un cuadro tomado de la vida abyecta y hacer de ella una obra maestra. Niegan que una potente carcajada valga tanto como una bella emoción lírica. Al negar esto, los detractores se burlarán de los méritos del escritor desconocido. Ninguna voz contestará a la suya. Quedará aislado en medio del camino. Austera es su profesión, amarga su soledad…pero aun así seguirá escribiendo y amándote….

Nikolai Gogol

Armando, el hombre que quería ser bello.

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