Los
siete sentidos
Por Pedro Taracena Gil
Desde muy niños somos conocedores
de los cinco sentidos del ser humano: ver, oír, oler, gustar y tocar. Estos
cinco sensores constituyen las puertas por donde captamos nuestra sensualidad.
Después nos han hablado del sexto sentido, que se trata de sensaciones sutiles
ajenas a la percepción de la realidad y que pertenecen al universo espiritual.
Según escribe Irmina Merino Vidal: “Seguramente habremos escuchado en muchas
ocasiones que ciertas personas tienen un sexto sentido para según qué cosas,
pero quizás no entendemos qué quiere decir realmente este término. Si bien
muchas personas lo utilizarán con otros sentidos, el sentido más general es el
de tener un sentido extra el cual ayuda a quien lo tiene a percibir o intuir
cosas que están sucediendo o que van a suceder antes de que los demás tengan
idea de ello. Descubre qué es lo que se conoce como el sexto sentido y cuáles
son sus particularidades, como la intuición y las diversas sensaciones, las
cuales dependerán solamente de ti si realmente crees que son así o si crees que
existen personas que puedan realmente tener este sentido extra que les permite
prever o conocer cosas que los demás que no cuentan con él no pueden ver o
sentir”. En otro plano podría asociarse el sexto sentido y salvando las
distancias psicológicas, el esoterismo. Si se consulta el diccionario: Es
aquello que está oculto a los sentidos y a la ciencia y solamente es
perceptible o asequible por las personas iniciadas. "Doctrina esotérica;
las fórmulas litúrgicas tienen un sentido esotérico; la cábala desarrolla un
saber esotérico y misterioso".
Otros tratados vienen a explicar
que los cinco sentidos de la sensualidad, pueden y deben estar al servicio de
la sexualidad. Pero la sexualidad como sentido autónomo y motriz de toda
nuestra realidad humana, personal y social, se encuentra en el limbo de los
prejuicios y de los complejos. Más aún, la cuestión sexual es una materia a la
que es lícito censurar y en muchos de los casos ni mencionar. Tabú encofrado en
la misión puramente biológica del aparato genital reproductor, femenino y
masculino.
No solamente tenemos carencia de
una educación sexual laica y sin tabúes, sino que ya nuestros ancestros
condenaron al ostracismo más inhumano, el derecho a nuestra realización sexual.
Realización sexual en libertad, igualdad, respeto y responsabilidad. Este vacío
es patente y carece de interés para los responsables políticos de los planes de
estudio, que debieran corregir esta mutilación educacional, y sobre todo para
que la educación sexual salga de la clandestinidad más hipócrita.
Nadie es ajeno al tema de la
sexualidad. Si se aborda sin perjurios y sin complejos, es fácil hablar de la
sexualidad y de las sensaciones y emociones que produce. Porque en todos los
seres humanos, salvo aquellos que voluntariamente renuncien a ella, brotan en
su interior emociones sexuales. En términos de la cultura clásica es Eros quien
hace acto de presencia, ante el principio de que a toda acción corresponde una
reacción. Todo estímulo sensual o sexual tiene su respuesta con la excitación
erótica.
Todos estos términos se comprenderán
mejor si nos adentramos en el mundo de las emociones. Considerando y valorando
los órganos genitales y la sexualidad como valores positivos. Es decir, dadores
de emociones ajenas a la moral, la religión y las costumbres tradicionales.
Para mejor entender la utilización de estos conceptos, es preciso aplicar a
cada palabra el contenido que cada persona libremente le otorgue.
Sensaciones como el gozo, el
placer, la alegría, el amor, la amistad, la ternura, las caricias, el erotismo,
el coito, la masturbación, la felación, sin distinción de sexo, son en términos
subjetivos, energía cargada en positivo. Para mejor entender este concepto de
carga positiva, podemos utilizar el símil de dos asistentes a un concierto de
música clásica, donde hay solistas, orquesta y coros. Uno de los asistentes es
un simple amante de la música clásica, sin embargo, el otro, es un director de
orquesta consagrado y además fue concertino de una de las orquestas que él
dirigió. ¿Quién apreciará mayor gozó en este maravilloso concierto? ¿Quién de los dos percibirá más matices en
los sonidos de los instrumentos?
Este ejemplo sirve para ilustrar
que la sexualidad ha sido apartada de las emociones si no está implicada
directamente en los gentiles. De esta manera mutilamos nuestra realización
sexual. Cuanta mayor experiencia tengamos en el conocimiento y práctica de
todos los instrumentos, mayor será nuestro gozo, nuestro placer y mayores
satisfacciones compartiremos.
No olvidemos que a todo estímulo
corresponde una respuesta. Si el estímulo tiene carga positiva, la respuesta
será placentera y positiva. Las emociones pueden venir también con carga
negativa: el dolor psíquico, la tristeza, la angustia… ¿Por qué no responder
con todas las emociones, incluyendo las emociones sensuales, sexuales, eróticas
y hasta pornográficas? Estos conceptos han de salir del ámbito de la moral y la
religión. Lo lúdico, lo impúdico, lo deshonesto desde el punto de vista sexual y
la concupiscencia, no irradian energía negativa. La resultante en el estado de
ánimo de la persona es sexualmente muy positiva, aunque no estemos ante un acto
sexual y genital exclusivos. Una persona realizada sexualmente en libertad, es
una persona cargada de energía positiva.
Y está mejor preparada para responder ante una invasión de penas y
calamidades de carga a veces muy negativa.
Epicuro escribió: “Yo no sé cómo
puedo concebir lo bueno, si elimino los placeres del gusto, y elimino los
placeres del amor, y elimino los placeres del oído, y elimino las emociones
placenteras causadas por la visión de una hermosa forma”.
Con este planteamiento, el autor
de este brevísimo ensayo, es consciente de que puede ser incomprensible o
incluso rechazable por la cultura judeocristiana. Donde el sexo está limitado a
la procreación y toda realización sexual al margen de estos fines divinos, es
negativa y en muchos casos considerada antinatural.
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