Por Pedro Taracena Gil
El Caudillo con su Ministro de Información y Turismo
Es un axioma y como tal se
admite por su evidencia, que los miembros del Partido Popular se nutrieron de
las ubres del franquismo. Manuel Fraga Iribarne ministro insigne del Caudillo,
fundó Alianza Popular como asociación política en el seno de la dictadura. El
gobierno de Rajoy mantiene las esencias ideológicas emanadas del Nacionalcatolicismo
y del triunfo de Movimiento Nacional sobre la República. Ha fosilizado la
Constitución Española y solamente la utiliza como máscara para encubrir la eterna alianza
trono-altar y el maridaje de conveniencia Iglesia-Estado. El PP formación
política conservadora y arcaica, de ninguna manera es homologable con cualquier
derecha europea. Como ideología es la resultante del capitalismo, “explotación
del hombre por el hombre”, y del nacionalcatolicismo, escribiendo al dictado la
moral católica apostólica y romana. Este sería el centro de su ideario
político, al margen de la aconfesionalidad estatal.
La dinastía franquista: Fraga, Aznar y Rajoy
Es decir, la falta de adscripción o
vinculación por parte del Estado a cualquier confesión religiosa, como establece
nuestra Carta Magna. Aún siendo preocupante para el pueblo la
nefasta política del PP, lo es más, si analizamos las formas y maneras
utilizadas. Todos los personajes populares ponen cada día en escena, la tiranía
despótica más humillante que se podía imaginar contra el más débil. Se burlan y
se mofan de sindicalistas, inmigrantes, manifestantes, indignados, trabajadores
en activo o víctimas del paro. Desprestigian a bomberos, policías, médicos,
funcionarios y todo aquel que les echa en cara la destrucción del Estado del
Bienestar. Hacen chanzas sobre aspectos que se acercan al drama, e ironizan
sobre la reacción de los españoles en la calle detrás de un grito pintado en
una pancarta. En el Congreso de los Diputados aplauden más, cuanto más grandes
son los recortes para el ciudadano. Los políticos franquistas siempre se dejan
arrastrar por una sonrisa y a veces abiertas risas o carcajadas, cuando se
trata de descalificar a las discrepancias que vengan de la oposición, los
sindicatos o los funcionarios de la Educación, Sanidad, Administración o
Dependencia. Siendo muy condescendientes con la Patronal, la Banca y la
Iglesia, socios históricos de sus fechorías. Franco sigue vivo entre nosotros,
aunque en no pocos aspectos, la obra de Franco ha sido destruida aunque su
dictadura siempre es honrada. Han actualizado la España que Franco se apropió
como botín de guerra. El franquismo pero sin Franco. El neo-franquismo o el
post-franquismo del PP perpetúan la impunidad de los delitos de lesa humanidad,
con la complicidad de los que amordazaron la Memoria Histórica, consensuando la
perversa Transición.
El dictador "hacedor de reyes" y su heredero a título de Rey
El Rey de España mientras no condene el franquismo es
cómplice ante la historia. Los franquistas populares, el PP no condenan la
dictadura porque sería condenar su propia esencia de existir, y la oposición
pagó con el silencio la premura por llagar al poder. La gran paradoja hispana
está servida. Aquellos que apoyaron al dictador para derribar la República,
provocaron un enfrentamiento fratricida e implantaron una dictadura, por obra y
gracia de la “santa transición”, se han convertidos en demócratas de toda la
vida y burlando la Constitución, siguen gestionando la vida de los españoles
con mayoría absoluta, democrática y legal, pero injusta e insolidaria. Vuelven
las dos Españas: Los franquistas cobijando a la Iglesia, los empresarios, los
medios de comunicación en su inmensa mayoría y el capital, claramente
enfrentados a los partidos de izquierdas, los trabajadores de toda clase, los
sindicatos y el funcionariado. La lucha de clases está servida.