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sábado, 4 de mayo de 2013

CRÍMENES EN TIEMPOS DE PAZ


Por Pedro Taracena Gil


Guernica Pablo Picasso

Los políticos, quizás, no sean criminales pero las leyes que ejecutan los crímenes, sí. Aunque sea muy difícil separar la voluntad de hacer un ley con su intención de evitar el crimen.
En la actualidad hay expresiones que incluyen la palabra crimen, que los defensores de la democracia formal no soportan. Este vocablo hasta ahora estaba postergado de la vida cotidiana, era utilizado para casos muy concretos y siempre se identificaba exclusivamente con delitos de sangre. Pero el pueblo que reclama democracia real ¡ya! reivindica el término crimen para instaurar la sana costumbre de llamar a las cosas por su nombre, al pan, pan y al vino, vino. La sociedad considera un crimen, a un delito grave o una acción indebida y reprensible. Sin adentrarse en la tipificación legal o jurídica. Los ciudadanos tienen como patrón de medida, no las exquisiteces del código penal, sino algo más cercano como es la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948  y el espíritu de la Constitución Española de 1978. En estos documentos los derechos vienen expresados en un idioma claro, simple y de sentido común. Sabio precepto de nuestra Carta Magna el que dice que: “La justicia emana del pueblo”, por tanto, los ciudadanos tienen una percepción de aquello que es justo y lo que es injusto, sin albergar ninguna duda. Cuando se lleva a cabo una acción indebida contra el pueblo, éste, no espera a que lo sentencie ningún juez, expresa su condena; indignándose sobremanera si no se repara la injusticia cometida. Las expresiones de crímenes contra el pueblo o crímenes de lesa humanidad, son ahora en España moneda de curso legal, ante colectivos con derechos fundamentales lesionados. Algunos ejemplos ilustran el uso de la palabra crimen en sus acepciones sociales y económicas; consagrando las leyes perversas del capitalismo salvaje de, la explotación del hombre por el hombre, y el servilismo a las exigencias de los llamados mercados: Banqueros usureros, empresarios explotadores y caciques, políticos corruptos, defraudadores de la hacienda pública y una monarquía con achaques de caduca y haciendo agua por los cuatro costados. Como consecuencia: ¿Quién se atreve a negar la evidencia de que hoy se están cometiendo crímenes contra el pueblo español?
Es un crimen cuando los recortes en la Sanidad Pública provocan un deterioro en la salud de la población; aumentando el riesgo de un muerte prematura.
Es un crimen cuando el paro provocado por el capitalismo, está llevando a los españoles e inmigrantes a la pobreza y a la exclusión social: Miseria, hambre, frustración y desamparo.
Los recortes en la Educación Pública suponen un crimen contra nuestra juventud. Toda una generación perdida.
El crimen más execrable por el empecinamiento del Gobierno, es el de los desahucios. Esto es demagogia en boca del Partido Popular. El esperpento se consuma cuando los jueces y la policía sacan a palos y con violencia a familias enteras en cumplimiento de la ley. Una ley que solamente consideran justa, los banqueros y la derecha.
La lista es interminable pero no me resisto a omitir la perversa ideología del PP que sigue sumiso a la tiranía de la Europa del Norte, sin invertir en crecimiento y en investigación. Y sobre todo en insumisión haciendo una piña con su pueblo. La corrupción en España es el peor de los crímenes. Mientras estas consideraciones son tachadas de demagógicas, estoy buscando la palabra que no alarme tanto a los hipócritas criminales.


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