¡¡¡CRIMINALES!!!
Palinuro Hemeroteca
El exministro del Interior Jorge Fernández Díaz al inicio de su comparecencia ante la comisión de investigación del Congreso de los Diputados.
Posted: 20 Jun 2017 05:19 PM PDT
Es bueno esto de llamar a las cosas por su nombre. El de banda
es sumamente apropiado para un partido que, además de contar con 900 personas
imputadas en sus filas, él mismo está imputado penalmente como partido por
considerarlo los jueces una asociación de presuntos malhechores. Una banda,
evidentemente. Pero una banda que gobierna, que hace y deshace leyes,
interfiere en la acción de la justicia, utiliza las instituciones a su
servicio, se hace propaganda a través de los medios de comunicación públicos
y compra los privados.
Esta banda tiene ahora dos frentes abiertos: el de la corrupción
y la financiación ilegal del partido y el de las operaciones de guerra sucia
del ministerio del Interior en contra de los adversarios del PP, los
independentistas catalanes y los de Podemos.
En el frente de la corrupción es poco lo que queda por decir y
mucho probablemente por ver. El desfile por los juzgados de los tesoreros y
dirigentes del PP, colaboradores de Aznar es una especie de metáfora de una
ristra de chorizos. Gentes de orden, desde luego, patriotas, antiabortistas,
fieles a la Iglesia que no sabían que en su partido había una caja B., se
robaba a espuertas y, con el sobrante, se financiaban campañas electorales
que terminaban en apabullantes mayorías absolutas.
Esa constelación de casos vergonzosos, la Gürtel, la Púnica,
Lezo, etc es el resumen de una época de latrocinio neoliberal generalizado. Y
su demostración es tan indignante como palpable. Los 60.000 millones de euros
de dineros públicos que se ha llevado la banca coinciden con los 60.000
millones que el gobierno ha sustraído del Fondo de las pensiones. Obvio: el
gobierno ha empleado el dinero de los pensionistas en beneficiar a la banca
(lo del "rescate" es un eufemismo). No menos obvio: ahora no hay
dinero para pagar la extra de los jubilados.
Ese es el resultado de la banda. Lo llaman "crisis".
El segundo frente es el de la supuesta guerra sucia del
ministerio del Interior contra Cataluña. La comisión parlamentaria que
investiga este nauseabundo asunto (incluida la creación de una presunta policía
política) pide visionar el
documental sobre las cloacas de Interior. Se trata de desbloquear esa
Comisión y dar publicidad a unos comportamientos de las autoridades que,
según parece, vulneran la ley, son un delito y algo absolutamente contrario
al Estado de derecho, que queda reducido a la nada cuando quien delinque es
el encargado de hacer cumplir la ley.
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Posted: 20 Jun 2017 04:35 PM PDT
El artículo de elMón.cat.
Si aplicamos la división (el cleavage, como dicen los expertos) entre
derecha e izquierda a la cuestión nacional como se plantea hoy día aquí,
damos con una perspectiva que no suele mencionarse. De eso trata el artículo,
para llegar a la conclusión de que, aunque no quiera reconocerse, el
referéndum catalán y la hoja de ruta en conjunto, depende en buena medida de
que la izquierda, hoy dividida en el Estado a cuenta de Cataluña y en
Cataluña a cuenta del Estado, encuentre una posición común. Cosa harto
difícil.
Aquí la versión castellana:
Es la izquierda
El reciente triunfo de Pedro Sánchez en las primarias tiene unos puntos significativos. Ha reorientado el partido nominalmente más a la izquierda, en espera de que ese cambio se materialice. Ha vuelto a soslayar, a base de aplazarla, la cuestión de la forma de Estado, República o Monarquía. Y ha incluido por primera vez en el programa el concepto de plurinacionalidad.
De inmediato han sonado las alarmas en el nacionalismo español.
Y no solo el de la derecha, que se da por supuesto, a pesar de su tradición
regionalista al estilo de Vázquez de Mella o Rodríguez de Miñón, sino el de
la izquierda. Y, dentro de esta, el del PSOE. Y dentro del PSOE en el mismo
campo sanchista, en donde se apresuran a afirmar que la plurinacionalidad se
agota en el concepto de “nación cultural”. Una reacción contraria tan fuerte
en sus expresiones como débil en sus razones.
En realidad, el nacionalismo ha fracturado siempre a la
izquierda y el independentismo, con mayor motivo. En la izquierda española,
la plurinacionalidad ahora aceptada por el PSOE, fue primeramente enunciada
por Podemos y dibuja una nueva línea de fractura entre Podemos y la fracción
sanchista del PSOE (y no toda ella) y el resto de este partido.
En esta situación, el PSOE de Sánchez tiene dos opciones: una es
acercarse a Podemos y reconocer contenido político a la idea plurinacional,
pactando un referéndum y la otra es cerrar filas con el sector de Díaz,
restringir la nación a la cultural y convertir por tanto la idea
plurinacional en una expresión vacía. Esta última opción presenta la
desventaja de no diferenciarse de la de la derecha y eso debiera ser
preocupante para la izquierda. Aunque no para la que dice tener “sentido de Estado”
que es su vínculo con la derecha, porque el Estado de que ambas hablan es el
de la oligarquía nacional-católica.
Con independencia de cuestiones menores, el nacionalismo
independentista fractura a la izquierda española, parte de la cual no tiene
el coraje de amadrinar una solución nueva, original, pactada, del contencioso
territorial y actúa en esto como subalterna de la derecha.
Y eso en la izquierda española. Pero lo mismo sucede con la
izquierda catalana. El independentismo también la fractura. Parte de ella es
independentista e integra JxS, otra parte también lo es y apoya
parlamentariamente al gobierno, pero otra parte, Els Comuns, no es claramente
independentista, aunque sí favorable a un referéndum pactado y una última
parte, el PSC es unionista. La cuestión nacional fractura la izquierda
catalana tan claramente como la española.
En definitiva, la independencia se verá posibilitada o no por la
actitud que adopten las izquierdas y si son capaces de ponerse de acuerdo en
un objetivo común, cosa que debiera ser sencilla teniendo en cuenta que el
independentismo es republicano. Pero para todo eso es imprescindible que la
izquierda española no se pliegue a la visión de la derecha y sea capaz de
formular un proyecto propio e innovador que pueda someterse a referéndum en
condiciones de igualdad con las demás opciones. Un referéndum pactado.
La obstinación en impedir el ejercicio del derecho de
autodeterminación invocando un asunto de principio (la soberanía nacional)
lleva a una confrontación institucional y social de consecuencias
imprevisibles. El empleo de la fuerza en contra de las instituciones
representativas catalanas animará a estas a una Declaración Unilateral de
Independencia (DUI), que pondrá el contencioso en manos del Tribunal Internacional
de Justicia y, mientras tanto, generará una situación de ingobernabilidad de
Cataluña y, por lo tanto, de España.
La cuestión está en si ambas izquierdas, la española y la
catalana, consiguen liberarse mentalmente del marco conceptual de la derecha
española. Si tienen el valor de apoyar un cambio pacífico y radical de las
estructuras del Estado que satisfaga a todas partes por no ser una enésima
imposición. Y, en caso de que eso tampoco se consiga, si tienen el coraje de
apoyar un proceso independentista en Cataluña en uso del innegable derecho de
los catalanes a la autodeterminación. Entre otras cosas porque quizá sea la
última oportunidad de España para entrar en el siglo XXI.
LOA A UNA NACIÓN |
Editor: Pedro Taracena Gil |
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