Colchón
de lana por un lecho
de
panochas de maíz,
amanecer
siempre mojado.
Evitaba
pudrir las vedijas de borra,
el
vegetal secaba con más premura.
Rezaba
las tres avemarías
para
evitar despertar, una vez más,
en
el centro de un charco,
empapando
mi profundo sueño.
Las
plegarias no me ayudaban
a evitar sentirme, cada mañana,
el
niño más diferente
y
despreciable del mundo.
De mi pueblo,
de
mi familia, de mi madre...
El
retor (*) moreno de mis calzoncillos,
testigo
de mis aterradoras miserias matutinas,
acercaba
a mi adolescencia,
desolación
en aquellos despertares.
Preñada
de temores,
la
maldita noche,
me
hundía en la desolación.
La
aurora despertaba mis temores,
despreciando
la condición de mi sexo.
¿Porqué,
cada noche, debía traspasar
aquel
túnel tan oscuro y profundo?
Dieta
sin agua o melón, en la vigilia,
sin
jugar con un palo candente,
haciendo
ochos y ondas al aire,
la pesadilla se hacía patente hasta ser
delatado.
Todavía martillean mis oídos aquellas
palabras,
anuncio
de insultos y castigos,
preludio
de la negra aurora:
¡No
juegues con eso que te vas a mear en la cama!
AUDIO: EL JERGÓN DE MAÍZ
Narrador: Pedro Taracena Gil
AUDIO: EL JERGÓN DE MAÍZ
Narrador: Pedro Taracena Gil
Retor:
Tela de algodón fuerte y ordinaria en que la trama y urdimbre están muy
torcidas.
Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario