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sábado, 2 de noviembre de 2013

OBEDECER AL FLAUTISTA DE HAMELIN

 Por Pedro Taracena




Lo legal, lo inmoral, lo injusto. El crimen y las políticas criminales. El gobierno de la mayoría absoluta y la tiranía del gobierno absolutista. Es necesario profundizar en la semántica de ciertos vocablos porque están siendo utilizados de forma torticera.

La situación política actual ha llegado a tal nivel de corrupción y desatinos que todas las instituciones del Estado, sin excluir a ninguna, están en niveles de rechazo de la ciudadanía en límites nunca conocidos en democracia. La gobernanza de España está instalada en el ocultismo, opacidad, la mentira y el embuste; haciendo constar la diferencia que existe entre estas dos palabras, las dos preñadas de la misma perversión. Para dar la imagen de otra cosa distinta de la realidad que los españoles sufren, el Partido Popular ha tenido que montar una gran farsa; otorgando papeles a sus secuaces y lacayos para que unifiquen el leguaje para que repitiendo la misma mentira al final parezca verdad. Falacia que quien la critique y rechace es tachado de demagogo. El lenguaje que utilizan contra el pueblo es obsceno y perverso.
El comportamiento de esta pléyade de nefastos políticos no desaprovechan ni una sola ocasión para manifestar su ruindad con el pueblo español: Provocación, despotismo, chulería, engaño, robo, descalificación, sin entrar en el léxico donde el lenguaje jurídico matiza más sus fechorías. Ya no tienen ningún reparo y pudor en descalificar, acosar, insultar y despreciar a: los sindicalistas, los trabajadores parados y pensionistas. Los enfermos, dependientes, inmigrantes y vagabundos. Los científicos, profesores, médicos y estudiantes. Los funcionarios y todos aquellos que son víctimas de su ideología política puesta en práctica.
¿Qué se puede esperar de una clase política que desde el primer día que el Congreso de los Diputados, usando y abusando de su mayoría absoluta, recortan derechos, cercenan la salud pública, expulsan a los estudiantes de sus carreras, provocan el hambre y la desnutrición de los niños, desahucian a familias de su vivienda y dejan a los dependientes sin asistencia? No obstante su cinismo les obliga a decir que lo hacen porque no se puede hacer otra cosa, y es algo que no desean y lo hacen a su pesar. Su hipocresía les delata porque los diputados puestos en pie aplauden y jalean las políticas que son origen del hambre, la muerte, la miseria, el paro, la injusticia y la corrupción. Pero esta jauría de la ira el odio y el revanchismo no están solos. Están muy bien acompañados: El capital a través de los bancos, la patronal y los caciques, que no han desaparecido ni muchos menos. Son los obispos y la patronal los que dictan al Gobierno, legal y democrático, pero injusto e inmoral, lo que hay que hacer. Los medios de comunicación de la derecha franquista y las organizaciones patronales, ya no disimular su adhesión a Rajoy, oscuro personaje torpe, terco y parco, líder de la mentira y del ocultismo. Se ha abierto la veda contra el trabajador y el pobre. El débil y dependiente. Insultos y amenazas y más recortes de su propia vida. ¡Crímenes y más crímenes!
De la Iglesia, los españoles nada tenemos que esperar, lejos de denunciar el estado de inmoralidad y de supresión de derechos que padecemos en España, están ancladas en el nacionalcatolicismo que junto con el Caudillo que los fue de España por la Gracia de Dios, derrocaron la República, implantaron la dictadura confesional, colaboraron en el genocidio franquista y mantienen de facto con los herederos de Franco, Fraga y Aznar, la alianza trono-altar y el maridaje Iglesia-Estado. El pueblo está demostrando que también sabe defenderse de los insultos. Mientras los políticos hacen declaraciones detrás del plasma, cuando salen a la calle si su desfachatez se lo aconseja, les decimos en la cara lo que no nos permiten decirles en el Congreso de los Diputados. Debemos de decirles en su cara lo que son, hasta que se metan en sus madrigueras y no salgan más. Salvo que obedezcan, cual ratas, a la flauta de Hamelin.



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