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sábado, 18 de octubre de 2014

LA MADRASTRA


Por Pedro Taracena



Pintura realizada por José Ignacio Moreno

La podredumbre crece por doquier en España. Aquello de algo huele a podrido en el reino de Dinamarca, ya no tiene cabida en nuestro reino, porque ese “algo” se ha convertido en la totalidad de las instituciones. Sí, todas las instituciones y todos los servidores públicos por acción u omisión, han estado al servicio de la opacidad y la corrupción. En los años de bonanza se ha expoliado todo lo que fuera público para escarnio del pueblo. La ingeniería legal está diseñada para que la presunción de inocencia se alíe con la prescripción de los delitos y las causas judiciales se eternicen por la intervención de los caciques. Los delincuentes de guante blanco tardan más en ir a la cárcel. Y se está contemplando que aunque haya jueces que su valentía les está llevando a intentar salvar España, siempre hay alguna instancia que dilata los plazos siempre a favor del que se cree que la cárcel es para los vasallos de baja estirpe.

La Transición fue una farsa y los que hicieron la transición y los que mirando a otro lado, les seguimos y votamos, somos, queramos a no, La Casta. La Constitución Española ya no responde a la España del siglo XXI. Fue dictada y tutelada por el  franquismo que siempre tuvo vocación de perpetuarse.

La situación actual con Cataluña y el País Vasco, históricamente reivindicativos, de su emancipación de la madre patria, que más que madre ha demostrado ser madrasta, está siendo gestionada por un Gobierno que reivindica cumplir la ley y la Constitución, cuando el Partido Popular ha fosilizado la Carta Magna y el inmovilismo parco, terco y torpe de Rajoy nos lleva al abismo del no y de la nada. Con un panorama donde La Casta está en descomposición, el bipartidismo ya ha hecho todo el mal de que era capaz en España, el movimiento 15-M se está materializando en opción política organizada y la izquierda toma conciencia de que debe de abandonar su permanente pacto con los franquistas, ha llegado la hora de abrir un espacio, sino constituyente, sí, para la actualización de la Constitución. En el siglo XXI ya sin la amenaza del franquismo de la transición, de los militares y los obispos, otro escenario es posible. El inmovilismo interesado de los franquistas del Partido Popular nos lleva a radicalizar las posturas y emponzoñar las diversas crisis que atañen a España.

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