Por Pedro Taracena Gil
La transición española de
pasar de una dictadura, resultante del golpe de estado y del enfrentamiento
fratricida, a una democracia, obtuvo como resultado, que quienes habían
provocado la guerra civil e implantaron una cruel dictadura, impusieron sus
ideas con el pretexto de evitar males mayores. Consensuaron con la oposición al
franquismo una mordaza para que los crímenes del franquismo quedaran impunes.
La derecha triunfante jamás condenó el franquismo, haciendo causa común con el
Rey; oponiéndose a reconocer la legalidad de la República. Para el Partido
Popular heredero legítimo de Franco, Fraga y Aznar, han fosilizado la
Constitución de 1978 y ahora más nunca están implantando el nacionalcatolicismo
y el nacionalsindicalismo, base del régimen de Franco.
En el entorno legal de la
Memoria Histórica, el franquismo lejos de ser delito su apología, goza de toral
libertad de movimiento. Una visita a los cementerios de Guadalajara y de
Yunquera de Henares, en busca de las huellas de las víctimas del franquismo, el
resultado no puede ser más desolador y al mismo tiempo escandaloso. En la
necrópolis de la capital han erigido un monumento que recuerda sin
discriminación a los que dieron su vida, cada uno por sus ideas. Adentrándonos
en el cementerio, no hace mucho tiempo, se han instalado tres monolitos de roca
autóctona sobre una alfombra de guijarros blancos, en memoria de aquellos
caídos en el bando de los perdedores. Traídos de fosas anónimas en lugares indignos
para albergar los resto mortales de cualquier humano. A quienes se les había
negado hasta la memoria de que hubieran existido. Pero este logro de la Memoria
Histórica de Guadalajara, lejos de respetar este monumento funerario donde
constaba la relación de las víctimas sacadas del anonimato, ha sido un
espejismo. La placa que daba fe de que aquellos españoles habían recuperado su
dignidad, ha desaparecido. Los vencedores siguen gozando de impunidad, el poder
sigue en las mismas manos…
Después visitamos el
cementerio de Yunquera, allí el despropósito es mayor si cabe. Los caídos por Dios y por España
conservan el espíritu revanchista del triunfo de haber luchado en la Santa
Cruzada y haber implantado el nacionalcatolicismo en España. El monumento
siempre estuvo en la puerta de la iglesia, y en su fachada hasta el año 2011,
han prevalecido las placas de Calvo Sotelo y demás reliquias de la dictadura.
Pero en un alarde de renovación y reconciliación, este simbólico mausoleo fue
colocado al fondo del gran paseo que divide por la mitad el renovado
cementerio. Sin añadir ni un caído más. Relacionando sobre dos planchas de
mármol todos los caídos que les tocó caer en el bando de los vencedores. Es
curioso observar, como no podía ser de otro modo, que haya personas que tengan
familiares en ambos monumentos, de parentesco muy cercano. En Yunquera, como en
Guadalajara, han pasado por el ayuntamiento, políticos de distinto signo, pero todos
permanecieron y permanecen amordazados, con el silencio consensuado de la “modélica transición”. Lejos de alcanzar
la reconciliación entre todos los españoles, las autoridades políticas y
religiosas, ponen en escena la alianza trono alter de la dictadura, sobre todo
en las procesiones y demás fiestas religiosas. ¡Qué vergüenza!
Necrópilis de Guadalajara
Necrópolis de Yunquera de Henares (Guadalajara)
Fotos: Pedro Taracena Gil
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